coronavirus

Ángel y Gonzalo, regreso a la uci que les unió: "Ánimo, aquí hay que agarrarse a la vida"

Ángel Pérez y Gonzalo Nadal se conocieron hace un año en el Royo Villanova, donde fueron los primeros en salir de cuidados intensivos. Ahora son amigos, recuerdan aquellos días y mandan un mensaje a los pacientes.

La doctora Elena Campos saluda a Gonzalo Nadal (en el centro) y Ángel Pérez, primeros en dejar la uci del Royo hace un año.
La doctora Elena Campos saluda a Gonzalo Nadal (en el centro) y Ángel Pérez, primeros en dejar la uci del Royo hace un año.
José Miguel Marco

“No venimos para quedarnos, no te hagas ilusiones". Ángel y Gonzalo saludan a la doctora Elena Campos con una sonrisa que se ve hasta debajo de las mascarillas. Regresan a la uci del hospital Royo Villanova en la que estuvieron ingresados hace justo un año, donde fueron intubados por la propia doctora Campos porque el coronavirus no les permitía respirar por ellos mismos. Vienen de visita para agradecer su trabajo a los sanitarios y, con su envidiable aspecto, demostrar que se puede dar la vuelta al tremendo deterioro que provoca el virus. Ellos fueron los primeros pacientes covid que lograron salir con vida de los cuidados intensivos de este hospital, un espacio al que la pandemia sigue mandando enfermos. Este mismo lunes entraba uno de 55 años. A ellos les lanzan un mensaje: "Que tengan paciencia, mucho ánimo y que luchen por la vida, porque aquí no queda otra que agarrarse a ella".

Ángel Pérez (65 años) y Gonzalo Nadal (59), ambos vecinos de Zaragoza, hace un año no se conocían de nada. Pero la pandemia los unió en la uci del Royo Villanova. Gonzalo ingresó el 24 de marzo y Ángel, dos días después. De la mayor parte del tiempo no recuerdan nada. "Se cierra el telón y todo es un enorme vacío lleno de alucinaciones", apunta Gonzalo, quien dice que se despertó “creyendo que estaba en Bilbao”. "Estando en la uci ‘fui’ a la boda de mi hijo, y en realidad todavía no se ha casado", cuenta Ángel sobre esos delirios.

Pasaron días muy malos. A las familias de ambos les llegaron a decir que no salían adelante. Pero remontaron y, al mejorar, compartieron el box 2 de la uci para poder hacer hueco a los pacientes que no dejaban de llamar a la puerta. "Hablábamos de la muerte. Yo le decía que si el virus nos quería matar, no hacía falta que nos hiciera sufrir tanto", rememora Gonzalo. Apenas podía moverse, por lo que Ángel llamaba a las enfermeras por él y hasta hablaba con su familia. Al no poder incorporarse, no le vio la cara hasta días después. "Solo conocía su voz", cuenta ahora.

Un par de semanas después les dieron el alta de la uci. Salió primero Ángel entre aplausos. 5 minutos después sacaron a Gonzalo, un hecho que aún provoca chascarillos entre ellos. Con 15 kilos menos cada uno, ingresaron en planta, donde volvieron a compartir habitación. Hablando de la enfermedad, de la familia o de los negocios, los que hace unos días eran unos perfectos desconocidos fraguaron una amistad que perdura. "Viene bien tener a alguien en tu misma situación para ver que no estás solo", explica Ángel.

Salida hace un año de Ángel Pérez, primera alta de enfermo de covid que dio la uci del Royo Villanova.

En planta, días después los separaron porque Gonzalo negativizó, pero ellos se seguían llamando de habitación a habitación para ver cómo iban. "El virus te come por dentro, a mí no me quedó ni un gramo de músculo", dice Gonzalo. Cuando salieron del hospital, dar un paso era una victoria. Ahora, un año después, Gonzalo se ha apuntado a un club de marcha nórdica y hace kilométricas travesías de montaña. Ángel ha vuelto a su restaurante, el Durán5 de la avenida de San Juan de la Peña, a apenas 3 kilómetros de esta uci. Gonzalo ya se ha pasado a comer por ahí. "¡A ver cuándo vienes tú!", invita Ángel a la doctora Campos. 

"A los de las fiestas ilegales les diría que se metan dos días aquí como estuvimos Gonzalo y yo" 

Esta médico adjunto de cuidados intensivos explica que estas visitas de vuelta al hospital son importantes "para que los pacientes sepan lo que les ha ocurrido", ya que "parte de su biografía está en el olvido". Por eso, el Royo Villanova lleva dos años trabajando el llamado síndrome de cuidados intensivos, que trata las alteraciones físicas, neurocognitivas y psicológicas que sufren quienes han pasado por las uci. 

"La intención es que el paciente no se sienta solo, que tenga un seguimiento y que no solo sobreviva, sino que pueda recuperar su calidad de vida", explica Elena Campos. Los pacientes lo agradecen. "Primero nos salvaron la vida, y ahora nos viene bien entender qué fue lo que pasó. Solo podemos darles las gracias", señalan estos "compañeros de sufrimiento". "Las gracias que tenemos que dar a esta gente -en referencia a los sanitarios- son infinitas", ratifica Gonzalo. “Una de las cosas que se me quedaron grabadas fue una enfermera que se acercó y dijo: ‘pobrecico, con lo majico que se le ve...’”, rememora Ángel.

Gonzalo Nadal (en primer término) y Ángel Pérez ven salir a un enfermo de la uci del Royo.
Gonzalo Nadal (en primer término) y Ángel Pérez ven salir a un enfermo de la uci del Royo.
José Miguel Marco

Un año después, la carga de trabajo ha bajado algo en la uci del Royo, pero no dejan de entrar nuevos pacientes. La pandemia no da respiro, por lo que Ángel Pérez, el primero que logró salir de esta unidad, lanza un mensaje: “A los de las fiestas ilegales les diría que se metan dos días aquí dentro como estuvimos Gonzalo y yo. Y luego, que se vayan de fiesta si tienen narices”.

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