Un año de la covid-19. La Jamonería: "Me siento afortunado por tener una terraza. Sin ella me hubiera visto obligado a cerrar"

Tener una terraza se convirtió en el deseo de muchos ciudadanos tras la experiencia del confinamiento en sus domicilios, decretado en marzo de hace un año para frenar la primera ola de la pandemia de covid-19. Para la hostelería ha sido la tabla de salvación de muchos negocios, la única posibilidad de seguir abiertos, junto a la comida a domicilio, durante los primeros meses.

Felix Martínez es uno de ellos. Abrió su restaurante La Jamonería en 2001 y nunca había tenido terraza, pero en 2019 se inició la peatonalización de su calle, cerca de la plaza de San Francisco y, lo que fue una pesadilla por un largo año de obras, se convirtió al siguiente en lo mejor que le podía haber pasado. "Solicité la terraza en 2019 para tenerla en 2020", recuerda. No la pudo inaugurar hasta junio por el confinamiento. "Soy un privilegiado porque tengo terraza. Sin ella me hubiera visto obligado a cerrar o aguantar ese tiempo gastando lo mínimo posible", confiesa. Ahora, hasta las mesas presiden su cuenta de Twitter, en la que este experto cortador de jamón se define como #JammonityManager.

Sin barra ni turnos de cenas

En Zaragoza, alrededor de 200 bares han pedido ocupar plazas de aparcamiento de zona azul para poder sacar mesas a la calle y seguir abiertos, aun con la caída de ingresos que suponen las restricciones de aforos y horarios. Desde el fin de semana pasado ya puede trabajar con las 15 mesas que tiene y abrir hasta las 22.00, tras relajarse las restricciones en Zaragoza. "Cerraba a las 2.00", recuerda, de la época anterior al coronavirus, por lo que sigue sin poder retomar su negocio al 100%.

"Muchos han cerrado y faltan por cerrar"

Mientras estuvo cerrado aprovechó para renovar parte de la decoración y "el primer día que abrí saqué a todos los empleados del ERTE". Tiene cinco trabajadores, dos más que cuando reabrió, y algún extra de apoyo. Ha invertido también en estufas, que tenía pedidas desde 2019 y en mantas. Reclama más apoyos para el colectivo de autónomos. "Tenían que haber soltado el dinero desde el primer día", plantea, tras el anuncio ahora de un paquete de ayudas de 11.000 millones de euros para los sectores afectados.

Las limitaciones de este último año han obligado a algunos a bajar la persiana. "Muchos han cerrado y faltan por cerrar", augura. Las deudas que se han ido acumulando han asfixiado a otros.

Curtido en el sector

Su espíritu inquieto no le deja rendirse. Conoce el sector desde que era pequeño porque sus padres fueron socios de un restaurante que llegó a tener una estrella Michelin. "Cuando ir a comer a un restaurante era algo especial, y solo se iba en celebraciones y para el Pilar", evoca. Se curtió trabajando en el negocio familiar y luego recorrió desde pequeños bares a grandes hoteles turísticos. Ha viajado a varios países europeos con el arte que mejor domina, el de cortador de jamón, el producto protagonista en su establecimiento. Recuerda que fue uno de los primeros en especializarse cuando "solo se cortaba jamón de Despeñaperros para abajo", en alusión a la tradición en Extremadura y Andalucía.

A finales de los años noventa acudía a ferias internacionales de promoción de productos españoles con instituciones públicas. Una etapa que recuerda en su establecimiento con varios recortes de periódicos alemanes con su foto en la portada en plena faena. Mantiene la misma energía.

Después de lo que fallaron los cálculos iniciales sobre la duración de la pandemia, prefiere ser realista. "Estoy convencido de que este año seguiremos así", teme. Un cálculo optimista cree que sería "que se acabara en 2022, como pronto".

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