un año de la pandemia de coronavirus

Vidas, familias y amigos tras las cifras de las víctimas

El 6 de marzo de 2020 se registró la primera muerte por coronavirus en Aragón y el quinto en España. Desde entonces más de 3.300 personas han perecido en la Comunidad y el linde de los 70.200 en el país se supera un año después del inicio de la pandemia

Tres trabajadores a su llegada al tanatorio del cementerio de Torrero.
Tres trabajadores a su llegada al tanatorio del cementerio de Torrero.
José Miguel Marco

"Ánimo, papá, tú puedes", le gritaba Alicia Subías a su padre bajo la ventana del Hospital Miguel Servet de Zaragoza, donde estaba ingresado por coronavirus, y él le veía a través del cristal. Javier, que agradecía ese gesto, era un hombre de 76 años activo, sano, trabajador, inquieto culturalmente, al día en cuanto a las nuevas tecnologías y muy cuidadoso con las medidas de seguridad para evitar el contagio por coronavirus. La "sorpresa" llegó a principios de diciembre, cuando un malestar y unas décimas de fiebre le llevaron a someterse a una PCR que delató su positivo. Tras unas semanas ingresado, falleció la víspera de Nochebuena.

"Te lo puedes imaginar cuando piensas en las víctimas y en sus familias, pero vivirlo es otra cosa"

Ese día murieron otras nueve personas en Aragón a causa de la covid-19, detrás de las que había nueve historias, nueve familias y muchos más amigos. "El dolor es indescriptible. La impotencia te supera. Es una indefensión –lo define Alicia–. Te lo puedes imaginar cuando piensas en las víctimas y en sus familias, pero vivirlo es otra cosa". Desde entonces no pasa un día sin que esta zaragozana mire las cifras de fallecidos. "Es dar apoyo y mostrar interés por las personas que están sufriendo y sus familiares. Intentar que esos datos no resbalen. Los estamos asumiendo, pero es como si fuera un accidente aéreo diario", añade Subías, que además es miembro de la Asociación de Víctimas y Afectados de la covid-19 en Aragón (Avaca). "Hay que intentar mantener eso vivo porque esa cifra no es fría, es una cifra que detrás lleva mucha gente que sufre", reivindica.

El 6 de marzo de 2020 comenzó la triste lista de fallecidos por coronavirus en Aragón. Guillermo fue el primero en la Comunidad y el quinto de España. Más de un año después, Aragón supera las 3.300 muertes, España suma más de 71.700 y en todo el mundo han perecido más de dos millones y medio de personas. La primera ola se llevó 925 vidas entre las tres provincias aragonesas, que se ensañó con las residencias de ancianos y concentró el grueso de los fallecidos. La segunda y la tercera superaron ese balance. José María, Purificación, Luis, Carmen, Gloria, Antonio o Miguel Ángel, entre esos miles, se han apagado en el último año por culpa de ese virus que sembró la incertidumbre y que monopolizó las conversaciones, esas que pasaron de las calles al plano digital y a comentarse de balcón a balcón.

En cambio, el silencio se apoderó de los cementerios, como el de Torrero de Zaragoza, sin funerales y sin visitantes. A principios de abril, el mes más letal, solo se escuchaba el viento en este camposanto, el más grande de Aragón. Allí, el trabajo se intensificó. Los empleados de las brigadas municipales reconocieron que eran meses "duros". Despedidas sin abrazos, sin gestos de apoyo y con solo tres presentes o, incluso, sin nadie. Eso era lo más impactante para los trabajadores de los cementerios, que confesaron que las maratonianas jornadas se traducían en un agotamiento "físico y psicológico".

Los homenajes en su recuerdo

Son miles, tantas como fallecidos, las historias que se esconden tras cada uno de ellos, que en muchas ocasiones se fueron en cuestión de días. Dos hermanos que murieron con 48 horas de diferencia en Zaragoza. Ese matrimonio que falleció el mismo día en la habitación 440 del Miguel Servet. O José Luis, de 55 años, un médico de Atención Primaria del Centro de Salud San Pablo de la capital aragonesa, que fue el primer sanitario de Aragón que se cobró la covid-19 tras haber trabajado durante los primeros pulsos de la pandemia.

"Nos hemos tragado las lágrimas cuando nos decían: No me dejes morir solo"

En muchos casos enfermeras y médicos han sido la compañía de estos fallecidos. "Nos hemos tragado las lágrimas cuando nos decían: No me dejes morir solo", reprodujo una enfermera en el homenaje de Estado a las víctimas, celebrado a mediados de julio. Ese día, las rosas blancas fueron el contrapunto de las negras mascarillas en Madrid.

Las banderas ya habían estado a media asta un par de meses antes, cuando el 27 de mayo ciudades y pueblos de Aragón se detuvieron durante unos minutos en memoria de todas las víctimas que ya se había cobrado el virus. Fue una jornada de silencio, pero también un día de aplausos, besos con dirección al cielo y ojos que se envolvían en lágrimas. Ese miércoles comenzó el luto nacional de diez días. Imágenes como esas quedarán en el recuerdo colectivo y seguirán conmoviendo cuando se vuelvan a ver, como la instantánea de la morgue que se habilitó en el Palacio de Hielo de la capital española.

Javier Subías, el padre de Alicia, era una apasionado de los árboles y durante los días que estuvo ingresado en el Miguel Servet le gustaba ver las copas del parque Grande José Antonio Labordeta, entre las que se asomaba la estatua de Alfonso I, el Batallador. Javier también se mostró guerrero contra el virus, siguiendo una frase que él tanto repetía y que ahora su hija rescata como consejo: "Esto es una carrera de fondo y hay que continuar"

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