Heraldo del Campo

alimentación

Reconocimiento a Slow Food Huesca por su apoyo al sector agroalimentario

Slow Food Huesca ha recibido el Premio Félix de Azara de la DPH por su prolongado apoyo al sector agroalimentario que se ha acentuado en la pandemia.

Irene Gracia, presidenta de Slow Food Huesca, con el Premio Félix de Azara.
Irene Gracia, presidenta de Slow Food Huesca, con el Premio Félix de Azara.
DPH

El movimiento Slow Food Huesca ha recibido el Premio Félix de Azara, que cada año entrega la Diputación Provincial de Huesca. La institución provincial altoaragonesa quiso reconocer con la máxima distinción en materia de sostenibilidad "el trabajo que desde hace varios años viene realizando en la provincia de Huesca el movimiento Slow Food para desarrollar una red de productores, distribuidores y consumidores de alimentos de proximidad". Se trata, en definitiva, explicaban desde la institución, de reconocer un modelo de actividad económica que, además de dar respuesta a la demanda de los consumidores de productos sanos y saludables para garantizar mayor seguridad alimentaria, apuesta por el comercio de proximidad, generando oportunidades de trabajo y vida en el medio rural.

Para la presidenta de Slow Food Huesca, Irene Gracia, este galardón supone "en primer lugar una gran alegría por el hecho de que se reconozca la labor de protección medioambiental que realizamos desde el prisma de la alimentación".

Este movimiento, que en Huesca surgió en 2006 de la mano de cinco personas y que ya cuenta con alrededor de 65 socios pertenecientes a diferentes ámbitos, busca "difundir a nivel provincial la filosofía Slow Food, que es un movimiento presente en todo el mundo, pero que respeta y defiende las especificidades de cada territorio en el que ubica", explica la presidenta.

"Queremos poner en valor alimentos típicos de nuestra zona que en algunos casos se estaban perdiendo y que se producen de manera tradicional y artesanal. Además, así se pueden proteger razas de animales típicas que, quizá no son tan conocidos pero que dan unos productos diferenciados y de gran calidad", añade Gracia.

La filosofía ‘Slow Food’ aspira a un mundo "en el que todos podamos acceder y disfrutar de una comida buena para nosotros, para quienes la producen y para el planeta". Su labor se basa en una noción de calidad de los alimentos definida por tres principios interrelacionados: "que sean buenos, es decir, que sean alimentos sabrosos, frescos y de temporada, que satisfagan los sentidos y que formen parte de la cultura local; que sean limpios, lo que supone que se produzcan sin perjudicar al medio ambiente ni al bienestar animal o humano, y que sean justos, en otras palabras, que tengan precios accesibles para los consumidores y retribuciones justas para los productores".

Pandemia

El reconocimiento a Slow Food ha llegado en un momento como el actual, cuando la crisis sanitaria de la covid-19 ha acentuado la tendencia de una sociedad que busca formas de vida saludables y acordes con un modelo de desarrollo sostenible. "Quizá sea exagerado decir que haya hecho falta una pandemia como la que estamos viviendo, pero si que es cierto que esta situación ha encendido dos alertas", afirma Irene Gracia.

La primera de ellas, es una alerta sanitaria que está íntimamente ligada a la alimentación. "Nos hemos dado cuenta de que para cuidar la salud es básica una buena alimentación y nuestros socios producen alimentos nutricionalmente excelentes". Por otro lado, añade, se ha recuperado la importancia del producto de cercanía, del kilómetro cero, de consumir algo que ha producido alguien que están muy próximo a ti y que lo ha elaborado para que lo disfruten quienes está cerca. "Y con ello, además, se reduce el impacto medioambiental del transporte", detalla la máxima responsable de Slow Food Huesca.

Irene Gracia, que accedió al cargo el pasado mes de noviembre, es la cuarta presidenta de Slow Food Huesca. "Acceder al cargo ha supuesto una gran responsabilidad porque heredo el legado de José González Bonillo, que hizo una labor muy delicada pero muy intensa", reconoce. Entre sus objetivos, Gracia se ha marcado "dar mayor visibilidad a los alimentos de nuestros socios tanto en los puntos de venta como en los restaurantes". Para ello trabajará en la creación de un distintivo provincial que identifique a los productos como a los establecimientos.

Viñas del Vero, una gestión sostenible de premio

Otra de las empresas del sector agroalimentario que lograba el premio Félix de Azara fue la bodega Viñas del Vero, en esta ocasión en la categoría ‘Empresa’. El jurado reconocía la gestión empresarial sostenible de Viñas del Vero. Entre los proyectos más destacados se encuentra el referente a la generación de hidrógeno verde, una apuesta que ha convertido a esta bodega de en una de las pocas localizaciones de España que ofrece carga de esta energía en vehículos, junto a la carga eléctrica renovable.

Además, la bodega del Somontano ha apostado por la instalación de paneles fotovoltaicos que permiten la generación del 35% de la cantidad de la energía eléctrica consumida. También han reducido el consumo de agua (huella hídrica), a través de la depuración y reutilización del agua de la bodega en el riego. Estas y otras iniciativas han hecho de Viñas del Vero la primera bodega de Aragón con la certificación ‘Wineries for Climate Protection’, que garantiza un equilibrio sostenible desde la viticultura hasta el consumidor.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión