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Berdejo, paraíso para cultivar espelta ecológica

El Ayuntamiento de esta localidad del Manubles gestiona unas 102 hectáreas, donde se siembra un cereal que acaba en panaderías y reposterías de los supermercados.

Fernando Escribano, en la nave de espelta de Berdejo.
Fernando Escribano, en la nave de espelta de Berdejo.
Macipe

El paraje de La Nava, en la localidad zaragozana de Berdejo, se ha convertido en los últimos cinco años en un pequeño paraíso para el cultivo de la espelta. Desde hace dos campañas, el Ayuntamiento, propietario de la finca desde siempre y gestor directo de la misma desde hace 15 años, ha apostado por hacerlo totalmente en ecológico. "No se utiliza ningún producto químico. Antes poníamos trigo duro, pero cambiamos porque la espelta se adapta muy bien a las características de la zona, se apodera de la hierba, resiste enfermedades…", argumenta Fernando Escribano, alcalde de la localidad el último cuarto de siglo y comercial de automoción jubilado.

"Sabemos que es un producto del que cada vez hay más demanda y aunque la producción al peso no es tan grande, es a un mejor precio y eso compensa. Y al Ayuntamiento le genera un colchón que le va estupendamente y genera un valor añadido", detalla el regidor. Entre las razones que también defiende está que "así las aguas que se filtren no contaminan absolutamente nada" e insiste en que "no vamos a la rentabilidad por la rentabilidad". La zona donde se cultiva está a unos siete kilómetros del casco urbano y allí el Consistorio levantó ya hace más de siete años, con una ayuda de la Diputación de Zaragoza, un almacén para guardar el grano y la maquinaria propia del concejo.

El camino con la espelta lo inició el propio Escribano de la mano del entonces secretario municipal, José Antonio Artigas. "Antes se arrendaba la tierra. Cuando pasamos a espelta fui a recoger los primeros 1.000 kilos de simiente a Catilliscar", recuerda. En su caso, optan por sembrarla mediante una abonadora y lo hacen "sin pelar, porque si se pela, se rompe en granos y no germinan, perdiéndose mucha semilla". Este año han preparado unas 50 hectáreas, en las que se siembran unos 250 kilos por hectárea.

"Para los trabajos o subcontratamos a agricultores de la zona o alquilamos maquinaria y lo hacemos nosotros", explica a la vez que abre la gran nave, a la que se le ha añadido en la explanada un muelle de carga para los camiones. En cuanto al abono de la tierra, este año el Consistorio ha esparcido unas 75 toneladas de fiemo. "En la PAC están reconocidas 102 hectáreas, pero hay bastantes más", puntualiza el edil.

En cuanto a la cosecha, Escribano apunta que recogen "entre 1.000 y 2.000 kilos por hectárea". De la última, parte la procesaron a través del molino de Ecotambo de Sádaba y este año la comercializan con la empresa Agroalce. "Esta semana hemos cargado 26 toneladas que iban a Barcelona, a unos productores que necesitaban más producto y este es el que han encontrado más cerca", incidía el alcalde, que cuenta como el cereal procesado la última vez acabó en pan y repostería de una cadena nacional de supermercados.

"A todo el mundo le choca que quien cultive la tierra sea el propio Ayuntamiento, tanto a los técnicos del CITA que vienen para otras cosas como a los del Gobierno de Aragón que vienen a hacer la PAC", detalla Escribano. En este sentido, explica que "hace 15 años solicitamos los derechos a la reserva nacional, y desde entonces los conservamos".

Además de este proyecto, el Consistorio trabaja en otras iniciativas con el Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA), el grupo Fruta del Manubles, calidad y tradición y varios ayuntamientos del valle. Así, además del ensayo sobre el cultivo de plantas aromáticas, se prueba la plantación de almendros. "Hay 100 árboles de 10 variedades distintas para ver qué tipo se adapta mejor a la zona", señala Escribano.

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