sucesos 

El doble crimen de Maella sin resolver desde 1950

El patólogo maellano Javier Pardo niega en un libro que los tres acusados y absueltos por la Audiencia de Zaragoza, a los que el pueblo impidió regresar en 1954, fueran los autores de los dos asesinatos.     

Javier Pardo, patólogo y escritor de Maella, de 74 años, con su libro 'El año de la desgracia'.
Javier Pardo, patólogo y escritor de Maella, de 74 años, con su libro 'El año de la desgracia'.
Guillermo Mestre

Javier Pardo Mindán nació en Maella (1947) y se marchó con 11 años, pero sigue teniendo casa y regresa a menudo, sobre todo desde que se jubiló como catedrático de Anatomía Patológica de la Universidad de Navarra. Aunque ha escrito 25 libros como patólogo (le concedieron la medalla de Santa Isabel de Portugal de la Diputación Provincial de Zaragoza en 2014), ‘El año de la desgracia’ es una investigación novelada sobre el doble crimen de los hermanos Luis y Cecilia Vicente Balaguer, ocurrido el 9 de enero de 1950, el juicio de los tres acusados celebrado en 1954 en la Audiencia de Zaragoza atiborrada de los vecinos del pueblo y su expulsión de Maella cuando volvieron absueltos.

Los sospechosos eran el hermano mayor de las víctimas, Pedro, y otros dos presuntos compinches del pueblo (su cuñado Pedro Monreal Catalán y su sobrino José Mindán Monreal ‘Pepito’). Aunque los tres habían admitido a la Guardia Civil haberlos matado para repartirse los bienes de la familia entre ellos, la Audiencia de Zaragoza los absolvió en 1954 tras la vista histórica en la que no se pudo probar la culpabilidad de los tres sujetos.

Pardo tiene cuatro hijos (uno vive en Zaragoza, dos en Navarra y la periodista Cristina Pardo, en Madrid, quien lo entrevistó la semana pasada sobre este libro en su programa ‘Liarla Pardo’ en La Sexta). Para emprender esta investigación, que le ha llevado a archivos como el Histórico-Provincial de Zaragoza, el Archivo Municipal para revisar la prensa de la época (Heraldo de Aragon, Amanecer, el Noticiero y El Caso) o el depósito del polígono industrial de Malpica que guarda las sentencias de la Audiencia de Zaragoza, le sirvió mucho lo que le comentó su madre maellana: “Hace tiempo que pienso que Pepito era un poco alelado (badoc) y un pesado (borinot), pero no un sinvergüenza (pessolago). ¿Cómo iba a matar a su tío Luiset y a su tía Cecilia, si no le habían hecho nada?”.

La Audiencia de Zaragoza celebró el juicio a los tres acusados en enero de 1954 y quedaron absueltos. El 16 de enero regresaron a Maella y nos les dejaron entrar.
La Audiencia de Zaragoza celebró el juicio a los tres acusados en enero de 1954 y quedaron absueltos. El 16 de enero regresaron a Maella y nos les dejaron entrar.
Heraldo

“Cuando me jubilé abandoné la patología y no seguí leyendo sobre medicina, aunque soy catedrático emérito de la Universidad de Navarra y me sirve para guardar el e-mail y el lugar para aparcar si voy a la Biblioteca”, detalla. “Yo, como el cien por cien de los maellanos, estaba convencido que estos tres habían cometido el crimen. Fui a ver los archivos en Zaragoza y Madrid, hablé con mucha gente del pueblo y revisé los papeles del Ayuntamiento de Maella. Llegué a la conclusión de que ellos no fueron y esta conclusión era en contra de todo el pueblo”, agregó.

La investigación le llevó a hablar con la gente del pueblo que se acordaban y comprobó que la versión oficial se mantenía firme en la culpabilidad de los tres juzgados en 1954, para justificar su exilio al que les obligaron los maellanos al impedirles volver al pueblo. Llegó a localizar al sobrino de José Mindán, al que llamaban ‘Pepito’, y un nieto de Pedro Monreal.

Relata que el día del crimen, el lunes 9 de enero de 1950, la familia Vicente Balaguer  se fue a coger aceitunas al campo (Mas de Salobrar), a unos 8 kilómetros de Maella. Iban a coger unas ramas para unas cabras que tenían y recoger unas sacas para meter las aceitunas. El hermano soltero (Luis) se fue al pueblo y al día siguiente no regresó al Mas, donde estaban los otros familiares. Por eso, la hermana casada y su hija fueron a Maella para ver qué le ha podido pasar a Luis Vicente Balaguer, y al entrar junto al sobrino del estanco ‘Pepito’ (uno de los acusados) lo encontraron muerto en el establo. El cuerpo de Cecilia (la hermana de Luis) no se encontró nunca (el Juzgado de Caspe declaró su fallecimiento en 1965 tras instruir su expediente de desaparecida).

EN VÍDEO: El autor del libro, Javier Pardo, natural de Maella y catedrático de Anatomía Patológica de la Universidad de Navarra, acaba de publicar esta obra.

El tercer cadáver y el bulo 

La Guardia Civil abrió la investigación sin resolverlo. “En octubre de 1952, se encontró en Maella otro cadáver y entonces salió el bulo, en el que se dijo que el asesino fue ‘Pepito’ (José Mindán Monreal), con sus dos tíos (Pedro Vicente Balaguer, y Pedro Monreal Catalán). Dijo que este hombre muerto les hacía un chantaje al saber donde estaba la desaparecida Cecilia. En realidad nunca se investigó esta tercera muerte, pero sirvió entonces para detenerlos”, apuntó Javier Pardo.

Cuando el autor del libro tenía 6 años le dijo su padre que fuera a un estanco y le daba miedo porque ‘Pepito’ le vendió un paquete de caldo para el padre del autor del libro.

“Tenía clavados en mi mente los acontecimientos tremendos que no tuvieron la repercusión que tendrían ahora con todas las televisiones. Para el pueblo fue un drama”, sostiene el autor de 'El año de la desgracia’. “Mi conclusión es que a Maella fueron seis policías nacionales (cuatro de Zaragoza y dos de Barcelona) además de los guardia civiles y concluyeron que el crimen se produjo por un butrón que había en la casa contigua al de la familia Vicente Balaguer y coincidía con el sitio que estaba el Banco de España en la construcción contigua”, señaló el autor del libro.

El gobernador civil editó la expulsión del pueblo a 100 kilómetros 

Esto apareció en el juicio, pero el fiscal no incidió en este aspecto. Siguió la acusación popular con estos acusados y sus tres familias que fueron muy desgraciadas porque el 16 de diciembre de 1954 los declararon inocentes, volvieron al pueblo y al llegar se montó una revuelta llamándoles asesinos, escupiéndoles y se quemó la ropa que llevaban en las maletas en la plaza. El gobernador civil de Zaragoza, Pardo de Santayana, editó una orden de expulsión del pueblo y un alejamiento de más de 100 kilómetros. Se marcharon y no volvieron jamás”, señaló.

Los acusados exiliados tuvieron que irse. José Mindán, ‘Pepito’, que era primo de la madre del autor del libro, se fue a vivir a Ejea, donde Javier Pardo solo encontró “buenas palabras y comentarios” de cómo era el sospechoso; otro de los acusados, Pedro Monreal, se fue a un pueblo de Lérida y se arruinó tras montar una vaquería; y el tercero que era soltero, Pedro Vicente (el hermano mayor de los dos asesinados) acabó en un asilo de Caspe y pudo acabar en una fosa común del cementerio porque no consta su sepultura.#

Me hubiera gustado haber firmado el libro con mi hija Cristina, que fue la primera que se lo leyó y me dio varias críticas y me sirvieron mucho, pero ella se negó porque decía que era mi trabajo”, detalla Javier Pardo. “La entrevista que me hizo el otro día en la tele fue surrealista. Hasta ese día era Javier Pardo y ahora soy el padre de Cristina. Lo llevo con resignación”, agregó.

"El pueblo mantuvo una actitud de manada"

El autor explica que su libro está en el primer lugar de ventas en Amazon y defiende que los de Maella que lo han leído, lo valoran y solo recibe felicitaciones, salvo algunas críticas mínimas. “Mi abuela fue testiga del juicio, pero no estaba esos días del crimen en Maella”, detalló. “Hubo pocos que declararon de la familia de ‘Pepito’”.

En realidad, Javier Pardo sostiene que el pueblo de Maella sostuvo una actitud de “manada” y les parecía bien lo que se decía. No encuentran la causa de los crímenes. Incluye una carta en el libro de Pedro Monreal a su mujer y es muy cariñosa, que no ayuda a entender que fuera un criminal sino todo lo contrario.

Recogen comentarios “absurdos” de los vecinos de Maella, como una hermana de ‘Pepito’, que había tenido varios abortos, y al jurar por Dios que no sabía nada le estaban castigando sin hijos. “La Guardia Civil lo hizo muy mal porque primero los cambió del cuartel enseguida y se aplicó la filosofía de que esto se arreglaba a hostias. Hubo testigos que escucharon a los detenidos gritando desde el cuartel cuando los maltrataban”, agregó.

La versión definitiva del butrón del Banco de España 

La versión definitiva que apunta el autor de ‘El año de la desgracia’ es que el asesinato se quedó sin resolver y siguiendo a lo que dijeron los policías, “el butrón que se encontró en la casa próxima de la plaza, no se puede desligar de los asesinatos”. Por eso, Pardo considera que alguien de Maella (probablemente el que propagó el bulo de los tres acusados y lo menciona con un “nombre fictio”) y dos delincuentes venidos de fuera acudieron al banco a robar, pero al realizar el butrón fueron sorprendidos por el dueño de la vivienda (Luis Vicente Balaguer). Sobre lo que pasó después con Cecilia (cuyo cuerpo depsaareció) considera que la mataron ese mismo día y la hicieron desaparecer porque a uno de Maella la vieron hablando con ella esa jornada crucial.

El sospechoso, para el escritor, era un maellano que conocía bien la cárcel de la Modelo en Barcelona y, sobre esta parte, utiliza la parte novelada para detallar cómo llegó a esta conclusión, sin poder citar a sus fuentes. “Hablé mucho con el que fue entonces alcalde de Maella, Eloy Iriarte, una bellísima persona, porque él mantuvo una relación estrecha con uno de los policías que vinieron de Barcelona para la investigación”, recalcó. “Aun así, no hay que tomar al pie de la letra y también me puede haber confundido”.

A la hora de entender la reacción de Maella, explica que en 1950 no había medios de comunicación y la gente se reunía entonces para cualquier cosa, se potencia un comentario y eso no tiene freno. “Cuando se dijo que estos tres eran los asesinos ya no cabía nada más”, explica el efecto del bulo. “En el juicio, el abogado Juan Val-Carreres (que defendía a Pedro Monreal) hace un escrito al fiscal para que dejen libre a su cliente porque no se dijo nada de su cliente. Ese día no lo aceptó, pero al día siguiente acabó con la absolución de los tres acusados”, señaló.

Cuando han pasado 71 años, hay muy pocas posibilidades de reabrir este proceso del doble crimen de Maella y en este tiempo la documentación entre el Gobierno Civil y el Ayuntamiento desapareció. “Cuando se celebra el juicio, se acusa al principal acusado a un hombre de 71 años (74 en la vista oral) que es medio analfabeto (Pedro Vicente) y salió del Mas a 8 kilómetros de Maella, por la noche en invierno, y mató a su hermano y hermana, para volver después. No tenía sentido”, concluyó Javier Pardo. Para despedirse rumbo hacia Maella, el autor cree que lo que pasó en su pueblo es como pasó en el crimen de Cuenca (dos acusados torturados son condenados por el crimen de un pastor en 1910 y luego fueron indultados tras pasar once años presos). De esta historia el escritor aragonés Ramón J. Sender escribió la novela ‘El lugar de un hombre’ (1939) y la directora Pilar Miró realiza una película en 1979.

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