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La pandemia encarece el transporte marítimo y lastra las exportaciones de alfalfa

El elevado precio de los fletes y la falta de contenedores complica el comercio de este forraje especialmente en China.

Las exportaciones de alfalfa se han resentido por los elevados precios del transporte marítimo.
Las exportaciones de alfalfa se han resentido por los elevados precios del transporte marítimo.
AEFA

El sector de forrajes deshidratados, en el que Aragón es el principal productor español, ya advirtió al principio de la campaña de recolección, en el mes de junio, que las ventas a los mercados exteriores se estaban complicando. No era por falta de producción ni por problemas de calidad y mucho menos porque los clientes internacionales hubieran perdido interés por un producto de reconocida calidad mundial. El motivo estaba (y está) en los puertos, en la falta de contenedores para el transporte de la producción en barco y en las decisiones de las navieras de suspender viajes que ya estaban programados.

"Con la pandemia, el flujo marítimo ha cambiado. Hay pocos contenedores y los que hay están mal repartidos tras el confinamiento, ya que algunos están almacenados en puertos que no los necesitan, y donde son necesarios no hay", señala Luis Machín, director de la Asociación Española de Fabricantes de Alfalfa Deshidratada (AEFA), cuya sede se encuentra en Zaragoza.

Hay cancelaciones de barcos, problemas de equipos y de espacio en los buques, lo que está condicionando la entrega de los productos a los clientes. Y cuando se encuentra contenedor disponible –en una dura competencia con otros productos–, el coste de transportarlo en un barco (flete) es "muy elevado", señala Machín, que asegura que este coste ha llegado a cuadruplicarse en los últimos dos meses. "Es un lastre, porque no solo condiciona las ventas sino el servicio que damos a los clientes", insiste el director de AEFA, que añade que si normalmente la mercancía llegaba como mucho en unos 40 días a su destino, ahora tarda más de 50. Y aunque la alfalfa deshidratada no tiene problemas de conversación, insiste Machín, el quebranto es, sobre todo, para aquellos ganaderos que esperan el forraje ya que, aunque suelen contar con reservas, tienen que alimentar a sus animales y estos retrasos pueden llevarlos a buscar el producto en otros mercados.

Estas dificultades no son privativas de España. Las están sufriendo exportadores de toda Europa y no solo aquellos que necesitan transportar su alfalfa a mercados lejanos, sino cualquiera que comercializa sus productos en el exterior, especialmente en los países asiáticos.

A pesar de este complicado escenario, los productores de alfalfa españoles, con Aragón a la cabeza, han conseguido contener la caída de las exportaciones, aunque las cifras ponen de manifiesto las complicaciones que el transporte marítimo comenzó a mostrar en el mes de junio, coincidiendo con el levantamiento del confinamiento extremo en Europa decretado meses antes para frenar la expansión del coronavirus.

Así, según los datos de AEFA, durante el pasado año se comercializaron en el exterior 1.050.000 toneladas de alfalfa deshidratada, lo que supone un descenso de alrededor de 50.000 toneladas. Y aunque las ventas de alfalfa en pelets se han resentido menos, lo ha sufrido especialmente la comercialización de este forraje en balas, dado que requiere de su transporte en contenedores.

El mercado en el que las ventas más se han resentido ha sido China, donde la exportación se ha reducido en un 50%. "Los problemas en el transporte y el encarecimiento de los fletes ha sido uno de los motivos que explican este descenso, pero también ha influido la fortaleza del dólar respecto al euro –Estados Unidos es el gran productor y comercializador de alfalfa– y el acuerdo comercial entre China y EE. UU., que compromete al país asiático a realizar millonarias compras de productos agrarios", explica Machín.

Lo peor es que la situación no da muestras de mejora y el sector, que exporta el 80% de la producción, prevé un futuro nada halagüeño. Por eso, desde AEFA hacen un llamamiento "a quien corresponda" para que se tomen medidas que permitan controlar la situación porque "si la recuperación pasa por la exportación, así va a ser muy difícil competir".

Al menos, la campaña se ha cerrado con un incremento de la producción. AEFA prevé alcanzar 1.450.000 toneladas, un 3% más que en la campaña anterior, gracias también a un incremento de la superficie cultivada que ha sumado 20.000 hectáreas.

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