coronavirus en aragón 

Más de 860 personas han sido multadas por participar en reuniones o fiestas ilegales en Aragón

Policía y Guardia Civil reciben un creciente número de llamadas de aviso desde las Navidades. Solo en los últimos meses se han desalojado una docena de concentraciones con hasta cien personas.

DESPLIEGUE POLICIAL POR LAS NO FIESTAS DEL PILAR / 09-10-2020 / FOTOS: FRANCISCO JIMENEZ [[[FOTOGRAFOS]]]
Despliegue policial para evitar concentraciones en los días de ‘no fiestas’ del Pilar
FRANCISCO JIMENEZ PHOTOGRAPHY

Más de 860 personas han sido multadas en Aragón por participar en reuniones o fiestas ilegales o tras ser sorprendidas en peñas. Hasta el Departamento de Sanidad han llegado 344 propuestas de sanción de la provincia de Zaragoza, 279 de la de Huesca y 246 de la de Teruel, según datos facilitados por el Ejecutivo aragonés.

Participar en una reunión social que exceda las limitaciones de la fase 3 de alerta agravada o una fiesta ilegal puede acarrear varias sanciones, sobre todo si no se hace uso de mascarilla, si hay más de cuatro personas o si se incumple el toque de queda. Si se encuentran en un domicilio particular, sus participantes también pueden ser amonestados por superar el límite de decibelios establecido de madrugada.

Policía y Guardia Civil actúan, fundamentalmente, «a requerimiento», ya que la mayor parte de las veces son los vecinos quienes avisan a los agentes. El principal problema que se encuentran está en que, si no se les permite entrar al domicilio en cuestión, su margen de actuación es limitado.

En los últimos meses ha habido ejemplos sonados, como los 75 jóvenes sin mascarilla que fueron desalojados de un pub reincidente en Zaragoza en octubre o los siete sancionados en un local clandestino de intercambio de parejas en la estación de Delicias.

Solo la Guardia Civil de Zaragoza ha desmantelado ocho grandes fiestas ilegales desde mayo. Cuatro de ellas, entre octubre y diciembre. La última, a finales de año, transcurrió en el interior de un bar de Tauste. A ella asistieron cien personas. Destacan, por otra parte, un cumpleaños con veintena de vecinos de Utebo en noviembre -la mayoría menores-, la fiesta ilegal desalojada en octubre en Ejea de los Caballeros «fuera de horario, con exceso de aforo y con la asistencia de medio centenar de personas» y la fiesta-acampada de Botorrita de ese mismo mes, en la que se sorprendió a otras 50.

Los cuerpos consultados coinciden en que desde Navidades está habiendo «muchísimas más llamadas», tanto por fiestas ilegales en pisos como por fumar sin respetar las distancias o ir por la calle sin mascarilla. Esto se achaca, sobre todo, al toque de queda a las 22.00, al cierre de la actividad no esencial a las 18.00 en fines de semana y al límite de las reuniones sociales a un máximo de cuatro personas.

El fin del periodo de exámenes ha incrementado las fiestas ilegales a pequeña y gran escala, como el macrobotellón con cerca de un centenar de estudiantes en el campus de San Francisco a finales de enero. Aunque el problema no tiene las dimensiones de comunidades como la de Madrid, solo en Zaragoza tienen que cancelarse cada semana varias reservas en pisos turísticos al detectarse que se alquilan para hacer fiestas.

Los contagios, en porcentajes

Los mayores incumplimientos suelen producirse en las ciudades. No obstante, también los ha habido en otros puntos de la Comunidad. A finales de enero, la Guardia Civil desmontó una fiesta ilegal con 13 jóvenes de entre 17 y 22 años en Valderrobres, un cumpleaños en el que, además de alcohol, se estaban consumiendo sustancias estupefacientes y que terminó con 25 propuestas de sanción. También en enero, la Policía Nacional intervino una en un local de Santa Isabel. Allí había una decena de personas. Una, de hecho, terminó siendo detenida por un delito contra la salud pública.

Y en Tarazona, la Policía Local intervino en una casa okupada y levantó 25 actas tras ser avisada por los vecinos a causa del ruido.

En la provincia de Huesca, una de las mayores actuaciones que se recuerdan tuvo como escenario una finca de una zona próxima a la calle de las Balsas de Chirín. Hasta nueve personas fueron propuestas para sanción a finales de noviembre tras ser sorprendidas de madrugada entre gritos y música a gran volumen.

Las fiestas ilegales son uno de los motivos que explican el incremento de casos registrado desde las Navidades en Aragón. Según los datos del Ejecutivo autonómico, los jóvenes de entre 10 y 19 representan un 10% del total de contagiados por covid-19, mientras que en los que se sitúan entre los 20 y los 29, el porcentaje se eleva por encima del 12%.

 

Una cita como "necesidad básica" y otras excusas

Las reuniones y fiestas ilegales se han convertido en un motivo creciente de sanción. Cada vez son más las personas multadas tras ser sorprendidas en una sin mascarilla o saltándose el toque de queda.

Solo en Zaragoza, el Departamento de Sanidad tiene constancia de 1.271 multas por botellón y de otras 3.719 por estar en la calle sin causa justificada pasadas las 22.00, un concepto que no para de crecer a pesar de las fuertes restricciones y el endurecimiento de las amonestaciones.

De acuerdo con la normativa autonómica, la cuantía mínima por consumir alcohol en la vía pública es de 300 euros, aunque cuando la infracción se comete en grupos de cuatro o más personas aumenta hasta los 600.

Los cerca de 12 meses de pandemia en Aragón han dejado multitud de anécdotas, desde personas que, al ser paradas en un control perimetral, justificaban como "necesidad básica" haber quedado con otra a través de Tinder -una aplicación de citas para móviles- a ciudadanos que cruzaron los cierres establecidos por el Gobierno de Aragón "solo para comprar arena para el gato". "En este caso, no solo se saltaron el perímetro de Zaragoza. También rompieron el de Cuarte", aseguraron fuentes de la Policía Nacional.

Escondido en un contenedor

Los momentos más surrealistas se vivieron, sin embargo, durante las primeras semanas de confinamiento domiciliario. "Hubo un caso en el que unos vecinos avisaron de que habían visto a una persona en la calle. Una patrulla fue hasta allí y comprobó que no había nadie, pero volvieron a quejarse. Al desplazarse nuevamente hasta la zona, los agentes vieron que la persona en cuestión se había metido dentro de un cubo de basura para no ser sancionada", dijeron.

También hubo quien trató de pasar de La Almozara al Actur asegurando que tenía que comprar unas almendras que solo se vendían en una tienda específica de este barrio, otra "necesidad básica" que no pasó el filtro de los agentes. Otro ejemplo es el de una vecina del Actur que, también durante las peores semanas de la pandemia, fue a pie hasta el Pilar, por aquel entonces clausurado. Su excusa: ·"Mi marido me había dicho que estaba cerrado y no me lo creía".

 

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