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La pandemia aumenta las ventas en Muebles Gregorio, 60 años diseñando ambientes desde Santa Eulalia del Campo

Las hermanas Cristina y Loli han heredado de su padre tanto la empresa como su buen hacer profesional: “Somos mucho más que una tienda, vendemos sensaciones”.

Cristina y Loli regentan Muebles Gregorio en Santa Eulalia del Campo.
Cristina y Loli regentan Muebles Gregorio en Santa Eulalia del Campo.
Heraldo

Hace 70 años que Fausto Gregorio llegó a Santa Eulalia del Campo, en Teruel, para abrir, junto a su padre, una mercería. Tenía tan solo 13 años pero ya estaba metido de lleno en un negocio que se iba adaptando a la demanda. La localidad era por aquel entonces puntera en la zona y sus habitantes iban en aumento, gracias a la azucarera. Esto hizo que los vecinos tuvieran nuevas necesidades que la familia Gregorio siempre trataba de suplir. Así es como, además de productos de mercería, se fueron encargando de otras mercancías, como sillas y, más adelante, con la llegada de la televisión, sofás.

Tras este primer contacto con el sector del mueble, Fausto, que ya no era tan joven, decidió convertir la parte trasera de la mercería en una exposición de 2.000 metros cuadrados de mobiliario de hogar. Un espacio que se ha mantenido desde aquellos comienzos de Muebles Gregorio, hace 45 años, pero que también se ha ido adaptando a las tendencias de cada momento.

Una forma de entender el negocio, esta de la renovación, que no solo ha estado ligada a la incorporación de Cristina y Loli, las hijas de Fausto, a la empresa. “Mi padre siempre ha sido muy avanzado y nos ha dejado hacer”, reconoce Cristina Gregorio, quien actualmente dirige junto a su hermana Muebles Gregorio.

Durante dos décadas, padre e hijas convivieron en lo laboral, un tiempo que les sirvió para ir aprendiendo de su mejor maestro. “Aprender de un profesional como era él es la mejor herencia que hemos podido tener”, asegura Cristina. Además, el proceso de transición previo a la jubilación de Fausto fue progresivo. “Antes de dejarlo definitivamente, él ya se iba retirando. Nos supervisaba pero nos dejaba equivocarnos para que aprendiéramos de nuestros errores”, explica. Eso, añade, las preparó para poder llevar el negocio a la perfección solas. “Se jubiló tan feliz, sabiendo que dejaba la empresa en buenas manos”, dice sobre su padre, que ahora tiene 84 años.

Pero por muchas tablas que tuvieran y tras 16 años de gestión en solitario, ni ellas ni nadie estaban preparadas para vivir una pandemia mundial. “Al principio tuvimos mucho miedo y había mucha incertidumbre. Los montajes de muebles ya vendidos se paralizaron y estuvimos dos meses cerrados”, explica Cristina.

Tras un primer momento de desconcierto, se pararon a pensar y decidieron que no estaban dispuestas a estar de brazos cruzados, teniendo que mantener unas instalaciones de 2.000 metros cuadrados y una plantilla de cuatro personas (además de ellas dos) sin ingresos. Así, aprovecharon el primer confinamiento para ponerse al día con proyectos que tenían empezados. “Como los clientes no podían desplazarse para ver los productos, empezamos a hacer videollamadas y a enviar vídeos y fotos por whatsapp”, explica. De esta manera, aunque apenas tuvieron nuevos encargos, consiguieron cerrar los que tenían a medias.

Ya en mayo, cuando las restricciones empezaron a flexibilizarse y pudieron volver a trabajar, surgieron otros problemas. “Teníamos muchos montajes pendientes y esos muebles se fueron amontonando con otros nuevos que iban llegando al almacén por lo que había que ir dándoles salida”, dice. Los montadores de Muebles Gregorio se encontraron entonces con familias que tenían miedo al contagio y no querían que nadie entrara en su casa, así como otros hogares donde el virus ya estaba presente y estaban confinados. “Las tareas además eran más lentas, al principio, porque había que desinfectarlo todo y adaptarnos a un protocolo nuevo”, indica Cristina.

Sin embargo, pese a unas primeras semanas de cierto desorden, la cadena de trabajo de Muebles Gregorio volvió a funcionar con la rapidez y eficacia de siempre, sin que las nuevas medidas de seguridad por la covid interfieran en el servicio que prestan.

Un crecimiento en ventas del 25%

Por suerte, el sector del mueble es uno de los pocos que han salido reforzados de la crisis sanitaria del coronavirus. En Muebles Gregorio lo experimentan a diario por el volumen de trabajo que tienen y así lo respaldan las cifras. Según los datos que manejan, 2020 se ha cerrado con un aumento de las ventas del 25%, sin tener en cuenta los dos meses menos de facturación.

“Hemos notado un cambio total en la importancia que se le da ahora al hogar. Antes, al no estar tanto tiempo en casa, no le prestábamos demasiada atención y se priorizaban los gastos en viajes o cenas con amigos”, indica Cristina.

Donde más lo han notado es en los artículos de decoración que acompañan a un espacio. “Si antes se compraba solo el sofá, ahora se llevan también los cojines y las cortinas. Hay quien hasta ponen un papel nuevo en la pared”, dice. “Quizás ya no renuevan un sillón porque esté viejo o con la tapicería desgastada, sino porque ya no se sienten a gusto en él”, añade.

Y es que el hecho de estar más tiempo en casa ha supuesto que muchos se hayan dado cuenta de que ya no están cómodos en su salón y deciden cambiar por completo de ambiente. Y eso es, precisamente, a lo que se dedican en Muebles Gregorio. “Me resigno a decir que somos una tienda de muebles. Nosotras diseñamos ambientes, vendemos sensaciones y experiencias”, resume. Para ello, Cristina se ha ido especializando en el diseño en 3D, que permite mostrar al cliente el resultado ficticio de la composición que les han encargado.

Esta formación es parte de un proceso de aprendizaje en el que tanto ella como su hermana Loli siempre están envueltas. “Vamos siempre a al menos tres ferias del mueble al año, la de Zaragoza, la de Valencia y la de Milán, para coger ideas y adelantarnos a las tendencias”, explica.

En su labor les acompañan cuatro empleados. Dos de ellos son montadores, una es la contable y otra atiende al público, como Cristina y Loli, en la tienda de Santa Eulalia. La plantilla apenas ha sufrido las consecuencias de la covid, ya que solo estuvieron bajo un Erte los dos primeros meses de cierre total. “En cuanto pudimos volver a abrir, nos reincorporamos todos al trabajo con normalidad”, añade Cristina.

Parte de la clave del éxito de Muebles Gregorio es que con el tiempo se han ido ganando la exclusividad en la venta de varias firmas de muebles que, en la provincia de Teruel, solo se pueden encontrar en su tienda. Su espacio expositivo lo acapara producto de gama media-alta, aunque también disponen de opciones baratas y de otras casi de lujo.

Pero su radio de acción va más allá de Teruel. Muchos de sus clientes son de Zaragoza y también de Valencia algo que, ahora, con las restricciones en la movilidad es una desventaja. “La mayoría de quienes vienen por aquí viven en las capitales, no en los pueblos de alrededor, por lo que cuando no se puede salir lo notamos mucho”, lamenta.

Mientras tanto, al mismo tiempo que continúan con su servicio de asesoramiento por whatsapp o videollamada, se están especializando en el mobiliario contract, que engloba muebles pensados para profesionales. “Nos hemos asociado con estudios de arquitectura y de interiorismo que diseñan proyectos a medida para clientes pero no tienen el producto. Nosotros les suministramos los muebles y proporcionamos también el servicio de montaje”, explica Cristina.

Un ejemplo más de cómo esta tienda de muebles, situada en la plaza de Isidoro de Antillón de Santa Eulalia del Campo, ha mantenido su ubicación durante 60 años pero nunca ha dejado de asumir el cambio como parte de su crecimiento.

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