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Zaragoza se une a Budapest en la exposición del diplomático zaragozano Ángel Sanz Briz

Se inaugura la muestra en el Seminario con motivo de la conmemoración de la memoria de las víctimas del Holocausto. La Embajada española en Hungría prepara un circuito cultural sobre la historia del aragonés      

Exposición sobre el diplomático Angel Sanz Briz inaugurada hoy en el Seminario.
Exposición sobre el diplomático Angel Sanz Briz inaugurada hoy en el Seminario.
Javier Belver

La exposición del diplomático zaragozano Ángel Sanz Briz, inaugurada esta mañana en el Seminario con motivo de conmemorar el aniversario por las víctimas del Holocausto, es una muestra de la unión entre las ciudades de Zaragoza y Budapest. El aragonés salvó a 5.000 judíos del genocidio en 1944, cuando era encargado de negocios de la Embajada española en la capital de Hungría, y la muestra quiere ensalzar el papel de quien fue reconocido como Justo de las Naciones por el Gobierno de Israel en 1966.

El Ayuntamiento de Zaragoza y el de Budapest están en plenas negociaciones por el hermanamiento de las ciudades aunque, de momento, avanzan en firmar un próximo convenio cultural que les una por la imagen de Ángel Sanz Briz y su papel fundamental en haber salvado a las víctimas del Holocausto. En esta misma dirección ya ha empezado a trabajar la Embajada española en Budapest para fomentar un circuito para los visitantes de la capital húngara que descubran los lugares donde el diplomático escondió a los judíos a quien pudo salvar como sefardíes.

Una de los cartones de la exposición, que se ha inaugurado sin discursos, destaca esa voluntad del proyecto del hermanamiento de las dos capitales ligadas por el diplomático y su trabajo valiente ante la invasión de los nazis en Hungría que se produjo en 1944, casi al final de la contienda mundial. Pero la ocupación llevó a contabilizar en la muestra que uno de cada diez asesinados en los campos de concentración a los que fueron trasladados por las tropas alemanas eran húngaros.

La exposición iba a realizarse el año pasado, pero la pandemia provocó que se haya pospuesto y se quedará aquí todo el año, como la que tenemos en el Cementerio de Torrero (el centenario de la fosa común). El 40 aniversario de la muerte de Sanz Briz (Roma, en 1980) va a estar hasta el próximo 11 de junio y nos damos esa holgura para hacer más cosas. Lo que se ve aquí se plasmará en un catálogo”, explica Miguel Ángel Pallarés, profesor de la Universidad de Zaragoza y comisario de la muestra “Ángel Sanz Briz. Una historia de vida, una línea de tiempo, un homenaje”.

La muestra detalla que la familia decidió inhumar al diplomático dos días después de que se celebrara su 40 aniversario en un acto celebrado en el cementerio de Torrero, al que asistió el alcalde de Zaragoza, Jorge Azcón. “La familia lo había decidido ya porque cuando murió en Roma fue enterrado a los cuatro días en Torrero”, apuntó Pallarés. “El cementerio quiere hacer valer que tiene aquí al diplomático”.

Asimismo, se rememora que fue elegido hijo predilecto de Zaragoza el 8 de junio de 1977, y enseña fotografías del negocio que regentaban sus padres (Bazar X que regentaban en el Coso 27 y otro en la plaza del Pilar). También menciona que el papel del Gobierno de Franco impidió que se le condecoraran en Israel como Justo de las Naciones cuando lo eligieron en 1966 y su mujer Adela Quijano fue quien fue a buscar en 1977 el diploma de honor y la medalla para su marido.

Otro de los cartones describe como sucedió el infierno de Budapest aquel año de 1944 cuando miles de judíos fueron detenidos y trasladados al campo de concentración de Auswitch (el aniversario del Holocausto es por su liberación) y cómo reaccionó Sanz Briz junto a otros diplomáticos para salvar a los que pudieron esconder en las viviendas de la capital húngara.

El diplomático aragonés hizo valer un antiguo decreto ya fuera de uso, que reconocía la nacionalidad española de los sefardíes (los judíos que tuvieron que salir de la Península Ibérica tras la expulsión de 1492), para dar protección a familias de dicha religión. Una treta diplomática, que pasaba por multiplicar los pasaportes autorizados, el apoyo decidido de los funcionarios de su oficina, la propia iniciativa para activar casas protegidas bajo la bandera de España, en una ciudad de Budapest cada vez más asediada por el ejército soviético, y el valor para esconder a personas incluso en las propias dependencias de la legación, hicieron que pudiera evitar la deportación de un nutrido número de judíos húngaros.

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