arte urbano

De grafiteros de trenes a decoradores en las ciudades

Renfe denuncia que el 75% de los convoyes circulan con grafitis y que costó 300.000 € limpiarlos en 2020. Algunos autores proponen alternativas para evitarlos

Un tren grafitado en Aragón. El 75% de los ferrocarriles van pintados y la limpieza supuso 300.000 euros el año pasado.
Un tren grafitado en Aragón. El 75% de los ferrocarriles van pintados y la limpieza supuso 300.000 euros el año pasado.
Renfe

Renfe sorpendió esta semana con una nota de prensa irónica sobre los daños de los grafitis en el 75% de los trenes en Aragón en la que advirtió que «los grafiteros habían pedido disculpas a todos los ciudadanos» por su gamberrismo e iban a colaborar en su limpieza. Incluso, agregó Renfe, que habían mostrado «su arrepentimiento» por la actitud violenta que mostraron en muchas de sus actuaciones.

En realidad, la compañía ferroviaria precisó que en 2020 el presupuesto de la limpieza supuso 300.000 euros y los grafiteros no habían enmendado lo cometido. De hecho, Renfe interpuso 68 denuncias el año pasado. Asimismo, apuntó que las pintadas suponen el «efecto túnel» para los pasajeros, con retrasos y trenes suprimidos por la carencia de visibilidad que provocan. Las pintadas de las zonas de seguridad impiden la circulación y el olor del producto químico que usan para limpiar los grafitis molestan a los viajeros.

Al grafitero Antonio Miró, un zaragozano de 35 años que ha pasado a ser «decorador de la ciudad» con murales para empresas, le parece que caben alternativas para evitar esas pintadas de los trenes e ir reduciéndolas. «Como solución, los grafiteros pueden decorar locales del Ayuntamiento para que esas horas sociales sean alternativas a las multas que les imponen desde 3.000 hasta 10.000 euros», propone.

Algunos de sus colegas, asegura, tienen que trabajar en B para hacer frente a las multas que han recibido por parte de las autoridades. Lo dice después de acudir a la empresa Morsali Aragón S.L. –que monta supermercados de Mercadona– para terminar de pulir la decoración que hizo en una de sus persianas, en la calle de José Pellicer.

El grafitero Antonio Miró decora una persiana de una empresa en la calle José Pellicer.
El grafitero Antonio Miró decora una persiana de una empresa en la calle José Pellicer.
Javier Belver

La filosofía de los grafitis nació en las paredes de Nueva York a finales de los años 60, que se extendieron al metro. Casi todos los jóvenes que empiezan en Aragón pasan por el mismo túnel de los trenes y no lo niegan, aunque su deseo es llegar a firmar su trabajo en algún muro y cobrarlo.

Festival Asalto de arte urbano 

Una decoración del grafitero Antonio Muiró para una guardería.
Una decoración del grafitero Antonio Muiró para una guardería.
Antonio Miro

En este recorrido, que ha hecho Antonio Miró (trabaja en Madrid como experto en posicionamiento web y hace grafitis, donde le encargan), les emociona el efecto del Festival Asalto de Zaragoza, que nació en 2005, e inunda la ciudad con artistas internacionales con propuestas de arte urbano vanguardistas y participativas.

En los años 80, el artista urbano Keith Haring convirtió sus dibujos en el metro de Nueva York en exposiciones para la ciudad. Como Juan Carlos Argüelle, alias Muelle, hizo de su firma en las paredes un grafiti símbolo que llegó a restaurarlo el Ayuntamiento de Madrid tras su muerte con 30 años en 1995 y se pidió declararlo un Bien de Interés Cultural.

Antonio Miró es un defensor del marketing visual de sus trabajos, que incluye en la web kaosystem.com, y propone que las administraciones pueden utilizar los grafitis para decorar las ciudades y así ayuden a conseguir la reducción del vandalismo en los ferrocarriles. Renfe todavía no ha contestado a esta propuesta.

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