Los expertos advierten de que lo peor del coste mental de la pandemia está por llegar

Tras un año de incertidumbre y de pérdidas personales y económicas, los casos de depresión y estrés se multiplican.

TESTIMONIO DE DEPRESION AGRAVADA POR LA PANDEMIA EN LA SEDE DE LA ASOCIACION AFDA DE ZARAGOZA / 21-01-2021 / FOTOS: FRANCISCO JIMENEZ[[[FOTOGRAFOS]]]
Luis Cortés, psicólogo y responsable sanitario del centro de la Asociación de Trastornos Depresivos de Aragón
Francisco Jiménez

El estado de alarma se ha convertido también en un estado de ansiedad. Los especialistas alertan de síntomas de estrés, depresión y angustia que ya se están sufriendo fruto de la incertidumbre, las pérdidas personales y sociales, además de económicas, y de una pandemia que parece no tener fin. Y lo peor, coinciden varios de ellos, está por llegar.

Es el día a día con el que se encuentran los profesionales de la Asociación de Trastornos Depresivos de Aragón (AFDA). "Hay personas que teníamos en tratamiento que estaban generando un cambio en sus vidas y han tenido un parón. También las hay cuyos problemas han cristalizado porque la situación actual ha servido de detonante. Los trastornos de ánimo seguirán a medio y a largo plazo", apunta Luis Cortés, psicólogo y responsable sanitario del centro de AFDA.

Además, alerta que habrá que ver qué supondrá volver a la normalidad, quitarse la mascarilla y retomar los contactos y situaciones conflictivas que se han dejado aparcadas. Así, por ejemplo, las limitaciones que para unos suponen un revés, han generado una "falta seguridad" a aquellos con un "alto grado de inhibición" que se han refugiado en esta paralización.

Desde la asociación se ha puesto en marcha un programa específico para personal sanitario que está en primera línea. Dos estudios liderados por investigadores del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas y médicos del Hospital del Mar y del Ciber, que han utilizado datos de 9.138 trabajadores sanitarios de 18 centros de salud de toda España, concluyen que un 45% presenta un riesgo alto de trastorno mental tras trabajar en la primera ola.

La crisis sanitaria también ha deteriorado la salud de los mayores a nivel físico y cognitivo. "Hemos visto cuadros de ansiedad por la preocupación por contagiarse y tener un desenlace fatal, incluso en ancianos que previamente estaban sanos", resume Paloma González, presidenta de la Sociedad Aragonesa de Geriatría y Gerontología.

Tras un año de olas y restricciones se están diagnosticando casos de depresiones severas y González asegura que "hay muchas patologías que no han salido del todo y aflorarán de aquí a un tiempo". Es lo que podría suceder con el duelo patológico. "Es un trance que requiere un tiempo para superarse, pero en estas circunstancias hay personas que no han podido despedirse de sus seres queridos como necesitan. Para esta generación es importante poder estar las últimas horas con alguien, tocarle y darle el último beso", apunta.

Esta geriatra recomienda a las familias que estén atentas a los signos del estrés psicológico que muestren los abuelos cuando hablan por teléfono o Whatsapp o acuden a verlos. "¿Cuántas llamadas acaban en llanto? Esas lágrimas pueden ser un indicio de que algo ocurre. Los comentarios de desesperación del tipo para estar así mejor morirnos tienen que ponernos en alerta", concluye.

La plataforma Forum Infancias Aragón, compuesta por profesionales de la salud, la educación, las ciencias sociales y el ámbito jurídico, está llevando a cabo una investigación sobre la repercusión en colegios e institutos.

"El nivel de resiliencia de los niños y adolescentes es muy amplio y tardan más en aparecer problemas emocionales, que ya los hay. En los colegios existe una normalidad sospechosa, pero hace falta prever los recursos para prevenir y afrontar las situaciones que surgirán en unos meses", explica Luis Álvarez, profesor de Bioética de la Universidad de Zaragoza y miembro del Forum.

Álvarez señala que muchos de los problemas que se detectaban en las aulas, como la violencia en el seno familiar, el acoso o la falta de integración, han dejado "de visualizarse" pero volverán a manifestarse, incluso con más fuerza. Avisa que los niños pueden presentar dificultades para concentrarse y seguir el ritmo de las clases, y se corre el riesgo de que se traten como patologías.

El Colegio Profesional de Psicología de Aragón, en colaboración la DGA, acaba de lanzar el ‘Decálogo para madres y padres. Pautas para sobrevivir emocionalmente al caos producido por el coronavirus’. Una ayuda para gestionar estos momentos y una herramienta también de prevención ante las posibles secuelas.

TESTIMONIO DE DEPRESION AGRAVADA POR LA PANDEMIA EN LA SEDE DE LA ASOCIACION AFDA DE ZARAGOZA / 21-01-2021 / FOTOS: FRANCISCO JIMENEZ[[[FOTOGRAFOS]]]
Mª Carmen Lou, en la sede de la Asociación de Trastornos Depresivos de Aragón en Zaragoza
Francisco Jiménez

Mª Carmen Lou, sufrió crisis de ansiedad y se obsesionó por la limpieza

"En el confinamiento llegó un momento que no podía ni tragar, me miraba al espejo y no era yo"

Al mes y medio de confinamiento, Mª Carmen Lou, de 57 años, empezó a sufrir dolores de garganta, pensó incluso que podría ser un síntoma de la covid, pero el médico de cabecera acabó recentándole tranquilizantes. Ahora acude a la psicóloga de la Asociación de Trastornos Depresivos de Aragón (AFDA). "Poco a poco voy superando mis miedos, he aprendido a valorarme más a mí misma y a ver las cosas en positivo, aunque todavía me queda trabajo por delante", explica con una sonrisa que se intuye bajo la mascarilla y que llegó a perder.

Se confinó con su madre de 85 años y su hija pequeña de 23 y se vio inmersa en un ERTE de su trabajo de limpiadora en el que sigue todavía. "Al principio lo viví con normalidad y como tengo un perro me obligaba a salir a la calle varias veces al día. Pero empecé a sentirme triste, a agobiarme. Tenía dolores de garganta hasta el punto de que bebía agua y no podía ni tragar y la medicación que me recetaban no hacía nada. Estaba angustiada, me miraba al espejo y no me reconocía, no era yo. Siempre me he considerado una mujer fuerte y poco llorona, pero era todo lo contrario", relata.

Ahora que ya ha puesto nombre a lo que vivía mira hacia atrás y cuenta que ha logrado superar algo esa obsesión por la limpieza que le angustiaba. "Le desinfectaba las patas al perro cuando volvía de fuera, estropeé las suelas de varias zapatillas de tanto producto y estaba todo el día con el trapo en los pomos de las puertas. Tenía auténtico pánico de poder llegar a contagiar a mi madre". La imposibilidad de estar con sus otros dos hijos y sus dos nietas también le pasó factura a su estado de ánimo.

El día en que se sintió sin fuerzas para cuidar a las más pequeñas de la familia ya no pudo más y acudió a la Asociación de Trastornos Depresivos de Aragón. "Necesitaba ayuda rápida, porque no podía continuar así más tiempo". Empezó con sesiones todas las semanas, las hizo ‘online’ cuando pasó una temporada en su pueblo y poco a poco ha ido espaciando las entrevistas. Es capaz de sentarse en una terraza y tomarse un café quitándose la mascarilla entre sorbo y sorbo, un gesto que le horrorizaba.

Mª Carmen cree que la pandemia ha sacado a luz un problema que venía arrastrando de tiempo atrás. Lo positivo, porque siempre intenta buscarlo, es que disfruta haciendo cosas que había dejado atrás y que ha descubierto nuevas aficiones. "Me he vuelto a subir a una bicicleta, algo que no hacía desde hace 40 años, y estoy empezando a pintar. De esto se puede salir y al coronavirus también lo venceremos", cuenta.

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