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¿A qué altura vuela el grajo estos días de intenso frío?

El refranero español es sabio y acierta al relacionar el vuelo rasante del ave con las bajas temperaturas: las capas altas de aire frío son densas y dificultan su movimiento.

Imagen de un grajo.
Imagen de un grajo.
Heraldo

Es de suponer que cuando un extranjero escuche eso de “Cuando el grajo vuela bajo, hace un frío del carajo” su cara sea todo un poema. Para ayuda del ‘forano’, está la web del Instituto Cervantes que explica: “Se trata de un refrán que se emplea para afirmar que hace mucho frío. El vuelo de escasa altura de algunas aves es indicio de bajas temperaturas”. Aprovecha la institución para aclarar que el “carajo” es un vulgarismo que viene a significar “grande” y que el grajo es un ave parecida al cuervo pero con el pico y las patas rojas. Pero, ¿a qué altura suelen volar los grajos? ¿Es sabio el refranero español en lo que a meteorología se refiere? ¿Por qué ciertos animales anticipan episodios de frío o de nieve?

Estos días corren por las redes cientos de 'memes' e imágenes con referencias al temporal de frío que está dejando incluso 20 grados bajo cero en la provincia de Teruel. En muchas de ellas, incluida una viñeta rescatada de Antonio Forges, aparece un grajo directamente caminando por las calles o con gorro y bufanda. Explican los expertos de la Sociedad Española de Ornitología que los grajos pueden volar hasta por encima de los 1.300 metros, pero que en invierno suelen hacerlo por debajo de los 400 metros porque las bajas temperaturas dificultan su movimiento: el aire frío es más denso y eso obstaculiza su vuelo. Así, estas aves evitan las capas altas que es donde más frío hace y se aproximan a la tierra, en busca de un poco más de calor. 

En otros rincones de España también se dice: "Cuando el grajo sube, no se ve ni una nube"

Los grajos, a los que en muchas zonas de Aragón se les conoce como “grallas”, son aves que no solo sirven a la sabiduría popular para dar idea del intenso frío sino también para lo contrario. Así, el ‘contra-refrán’ de las gélidas temperaturas, está el dicho: “Cuando el grajo sube, no se ve ni una nube", que hace referencia a un día soleado. Variantes sobre la misma fórmula hay unas cuantas más y dependiendo de la zona o el territorio que se escudriñe pueden escucharse otras coplas como “Cuando el grajo vuela bajo, no te quites el refajo” o “hay que tomar sopas de ajo”.

La nevada del fin de semana dejó helada a media Zaragoza.
La nevada del fin de semana dejó helada a media Zaragoza.
FRANCISCO JIMENEZ

Al margen de los chistes que el frío postFilomena deja por internet (“El Grajo Airlines suspende todos sus vuelos por la ola de frío” y otros semejantes) lo que parece cierto es que hay animales que anticipan los cambios de tiempo o, incluso, los fenómenos naturales. Eso se estudió detenidamente, por ejemplo, con el ‘tsunami’ asiático de 2004, en el que se dijo que algunos cientos de felinos presintieron el desastre y huyeron al interior. También una creencia parecida es la que hay detrás de la tradición norteamericana del Día de la Marmota, en la que Phil (que así se llama el animal) está llamado predecir la duración del invierno. Esta costumbre tiene más de superstición que de ciencia, pues depende de si la marmota ve su sombra y se asusta -entonces se vuelve a meter en la madriguera- o si la jornada nublada la invita a seguir con su paseo post-hibernación. 

Sea como fuere, está demostrado que los perros escuchan frecuencias más altas que los humanos, que muchos insectos anticipan cambios atmosféricos porque sienten vibraciones en sus patas o que los peces varían su comportamiento en función de la presión del agua. En Aragón -véase Gallocanta- tenemos no pocos ejemplos de aves migratorias que simbolizan el cambio de estación y en el libro del ‘cazador de sonidos’ Carlos de Hita, ‘Viaje sonoro por los bosques de España’, también se detalla cómo el cuco anuncia la primavera en Ordesa, Pineta o Añisclo.

Un puñado de refranes de invierno

“Los refranes aciertan a la hora de caracterizar un determinado clima pero la gran mayoría no sirven para pronosticar el tiempo. Además, esos refranes tienen una validez muy concreta en un determinado pueblo o comarca, pero pueden no ser aplicables en el pueblo o la comarca vecina”, explica el meteorólogo zaragozano Eduardo Lolumo, que no deja de citar estas pequeñas perlas de la sabiduría popular al dar ‘El Tiempo’ en la televisión autonómica. El presentador hace acopio de estos dichos cuando sale a los pueblos el fin de semana y habla con los mayores sobre el tiempo, lo que da idea del arraigo de estos refranes en la memoria colectiva. De hecho, el origen de la relación entre el comportamiento animal y el tiempo atmosférico se sitúa en el anhelo de las antiguas sociedades rurales por despejar la incertidumbre de si tormentas o ‘nublados’ iban a arruinar sus cosechas.

"Por los Santos, la nieve en los altos; 
por San Andrés, la nieve en los pies"

Son muchos más los refranes que podrían ir mentándose estos días aún con la resaca de la borrasca Filomena. Por activa y por pasiva se ha dicho aquello de “Año de nieves, año de bienes” (por aquello de que se llenan los acuíferos y eso beneficia a la agricultura) y menos usados están otros como “Por los Santos, la nieve en los altos; por San Andrés, la nieve en los pies”. Este dicho se refiere a que en torno al 1 de noviembre comienza a nevar en cotas altas y en torno al 30 de noviembre ya puede nevar en cotas bajas. Sin embargo, entre medias de ambas fechas, también suele ocurrir que coincidiendo con la festividad de San Martín (11 de noviembre) se produzca un breve periodo de tiempo bonancible, conocido como el veranillo de San Martín: “El veranillo de San Martín, dura tres días y ¡fin!”.

CONSULTA AQUÍ TODA LA INFORMACION SOBRE LOS EFECTOS DE LA BORRASCA FILOMENA Y EL FRÍO POLAR

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