Redactor de HERALDO DE ARAGÓN

La nevada del cambio

Un preso del centro penitenciario de Daroca ayuda en la actuación de la limpieza de la nieve el pasado fin de semana.
Un preso del centro penitenciario de Daroca ayuda en la actuación de la limpieza de la nieve el pasado fin de semana.
Heraldo

Los sucesos meteorológicos excepcionales suelen marcar ese día en nuestra memoria. La gran nevada de este fin de semana en buena parte de España será un hito –más incluso que cuando España ganó el Mundial de Fútbol en Sudáfrica en 2010– porque no hay datos similares por la cantidad caída en tantas provincias y por tener el país paralizado durante dos días. Su llegada fue avisada por la Aemet (heladas posteriores incluidas), pero tras sobrevivir a la pandemia desde marzo de 2020 y con las vacunas recién llegadas, la sociedad española del siglo XXI está muy castigada y quizás necesitaba vivir el temporal. Necesitamos que este año de nieves sea un año de bienes.

Nunca me había llevado tan lejos revivir otro hecho similar. Apenas tenía ocho años y hace medio siglo. Ocurrió el domingo 7 de febrero de 1971 y viajábamos en coche con mis padres a Madrid, para dejar allí a mi madre. Aquel regreso fue imborrable. Una nevada provocó que tardáramos más de doce horas en ir desde la capital de España a Huesca, sobre una carretera blanca tan siberiana como la del sábado pasado. Esa ruta no era autovía ni se conocía el AVE. Decenas de coches se quedaron tirados en las cunetas y sus cadenas eran tan endebles como el firme de la Nacional-II a su paso por Madrid, Guadalajara y Soria. Pasada la nieve, como superada una batalla, Zaragoza nos recibió invisible, con una niebla muy densa.

Al revisar los datos, Madrid revivió su récord de copos de febrero de 1971, como Zaragoza los de 1932. De este 9 de enero de 2021 recordaremos la nieve tan repartida que trajo el cambio climático, tras vivir el 2020, el año más caluroso.

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