literatura

Celia Carrasco: "La nieve evoca la infancia y resulta muy literaria"

El poemario ‘Entre temporal y frente’ de la joven escritora (Tudela, 2000) ha sido seleccionado por los críticos de este diario entre lo mejor del año.

CELIA CARRASCO, POETISA / 08-01-2021 / FOTOS: FRANCISCO JIMENEZ[[[FOTOGRAFOS]]]
Celia Carrasco, fotografiada este vienes en el centro de Zaragoza.
FRANCISCO JIMENEZ

Su debut literario ha generado un destacado interés. ¿Lo esperaba?

Me ha sorprendido muchísimo y me siento muy agradecida. Sabía que publicar significaba hacer público, pero antes de que saliera el libro me imaginaba solamente a mi familia y a cuatro personas más leyendo mi poesía.

¿Cómo una joven de 20 años se pone a escribir sonetos?

Simplemente enamorándose de la literatura, fecundado su identidad cultural con la tradición poética y desenterrando y removiendo algunos versos propios.

Estudia Filología Hispánica y a la vista está que lee mucho, pero también verá series y tendrá ‘hobbies’ más mundanos, ¿no?

Sí, claro, yo crecí con ‘Heidi’ y ‘H2O’ y ahora me gusta ‘El Ministerio del tiempo’. Los karaokes con mi hermana fueron la clave para salir viva del confinamiento. Mis aficiones además de leer son tocar la flauta travesera y el piano, patinar y estar con mis amigos. También siento debilidad por los paseos en zonas verdes, y más si hay estanques con patos o parques con niños.

Toque de queda, calles vacías, persianas bajadas... ¿La pandemia tiene atractivo literario?

Creo que muchísima gente se ha lanzado a escribir a raíz de la pandemia porque –al fin y al cabo– estamos viviendo momentos inestables y la literatura se nutre de estas crisis. En mi caso no creo que haya habido una gran efervescencia temática pandémica, pero me parece que sí que será un tema que otras personas tratarán bastante en sus obras futuras.

Y la nieve que ahora se nos viene encima de la mano de Filomena, ¿es sugerente para los poemas?

Sí, creo que la nieve también es muy literaria, evoca la infancia, sugiere mucha delicadeza y se espera con emoción. ‘Nieve’, de Maxence Fermine, es un libro que recuerdo con cariño: combina la poesía con el amor, el silencio, la muerte y la vida en una novela muy breve con un lenguaje muy puro y una forma límpida.

Las ferias del libro de 2020 también fueron singulares. ¿Qué tal la experiencia?

Parecía que no iba a poder hacerse nada y de repente debuté en todas las ferias casi al mismo tiempo. La de Teruel la hicimos ‘online’ y lo pasamos de maravilla, la de Zaragoza funcionó muy bien y me permitió conocer a gente increíble y en la de Monzón tuve muy buena compañía también.

¿Cuándo y cómo supo que quería ser escritora?

Creo que «ser escritora» es una expresión demasiado grande, aunque a Rilke le gustaría. Supe que quería experimentar con la escritura a los 15 años, cuando empecé a hacerlo y se convirtió en rutina. Desde entonces he tenido una relación bastante íntima con la poesía. Más que saber que quería «ser escritora» de lo que tuve certeza es de que me había enamorado de la literatura. Me sedujo y el sentimiento va en aumento cada día.

¿Teme avergonzarse en un futuro de estos poemas de juventud o adolescencia?

Esa era mi mayor duda antes de decidir publicar, porque al fin y al cabo había pasado tiempo desde que los había escrito. Pero no. No temo avergonzarme de ellos porque considero que la poesía es un aprendizaje continuo en el que el proceso también tiene mucho sentido y se recuerda con cariño.

¿Qué autores le interesan? ¿Qué nos recomienda leer?

Últimamente tengo de cabecera a dos poetas hispanoamericanos, Roberto Juarroz y Vicente Huidobro; a Ángel Guinda y Alfredo Saldaña por aquí por Aragón; y a Rosa Berbel y Antonio Díaz Mola en la poesía joven contemporánea.

Cuida mucho el lenguaje pero... ¿En los whatsapp pone todas las tildes y todas las letras?

Las tildes sí suelo ponerlas, pero tiendo a abreviar cuando voy con prisa. Son contextos diferentes.

Nació en Tudela y está afincada en Zaragoza. ¿Hay rivalidad o hermandad entre las dos ciudades?

Yo diría que lo segundo, porque somos muchos los estudiantes de Tudela que vamos a Zaragoza, el tren siempre está llenísimo. Y a nivel literario también está la familia de Olifante a ambos lados del Moncayo. Así que hermandad y cariño sin duda.

¿Qué le han traído los Reyes?

Me conocen bien y han renovado mi biblioteca con mucho gusto. Lo mejor ha sido una edición maravillosa de la obra completa de Miguel Hernández. Había pedido salud y amor, y eso de momento también me lo han traído.

¿Cuál es su recuerdo de infancia de esta semana mágica?

Recuerdo cuando monté con familia un ‘scalextric’ en el salón por debajo de los sofás haciendo el símbolo del infinito.

¿Y su buen propósito para el año recién iniciado?

Desearía que la pandemia acabara pronto y que se contagiara la salud por las esquinas.

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