perspectivas 2021

Nata Moreno: "La mirada cruda de los artistas aragoneses está llena de belleza y de verdad"

La cineasta aragonesa subraya cómo las películas, las novelas y las series hicieron el 2020 más llevadero. Moreno confía en que el año entrante nadie dude de lo esencial que es la cultura.

Nata Moreno consulta un libro de Madalfa en la librería madrileña Amapolas en Octubre.
Nata Moreno consulta un libro de Madalfa en la librería madrileña Amapolas en Octubre.
Enrique Cidoncha

Cada uno de sus fotogramas destila poesía. Quizá por ello Nata Moreno nos cita en una librería (la madrileña Amapolas en Octubre) para hablar de cómo el lirismo y la autenticidad vertebran sus imágenes. El documental ‘Ara Malikian: una vida entre las cuerdas’ le granjeó este año un Goya y un premio Forqué, y con el corto ‘El espacio vacío’ reflexionó sobre la avidez artística en tiempos de pandemia.

Han sido muchos meses con las carteleras vacías y los teatros cerrados. ¿Es la cultura algo esencial?

Por supuesto.Tras el confinamiento quedó aún más claro lo mucho que necesitamos las películas, las novelas, las series, los poemas... ¿Imaginas el horror que hubiera sido el encierro sin todo esto? La producción artística no es sólo ocio sino que constituye también un espejo de la sociedad. El arte y la cultura nos permiten ser libres y este es un derecho esencial.

Su cortometraje sobre la covid es una carta de amor al teatro.

Vengo del teatro: no estudié audiovisuales sino arte dramático. De todas formas, no es una cuestión curricular, sino de tener algo que contar y buscar una ventana para proclamarlo.

¿Cuál es su primer recuerdo cinematográfico de la infancia?

Vivía en Huesca y mis padres me llevaron al cine Odeón. Se debieron equivocar y nos metimos a ver una película rara y fantástica llamada ‘El tamborilero’. Después seguimos en sesión doble con ‘Cinema Paradiso’ y de aquella tarde recuerdo que el cine me pareció una ventana salvaje para evadirse. Después ya me aficioné al Festival de Cine de Huesca y recuerdo que iba recolectando tapas de yogur y cartones de leche para conseguir un pase.

En los Goya coincidió con Gaizka Urresti y en Málaga, con Pilar Palomero. Mucho talento aragonés...

Y Gómez Lacueva, Castrillo-Ferrer, Carmen Barrantes, Jorge Usón, el extraordinario festival de improvisación... El nivel de los artistas aragoneses es altísimo y, también, es una responsabilidad cuidar de tanto talento y apoyarlo.

¿A qué achaca tanta creatividad?

Hay algo de raza, de entidad... Algo que da la tierra. No sé si será el clima, que ayuda y ‘desayuda’, pero a los aragoneses nos gusta huir de la ñoñería. Tenemos una mirada cruda llena de verdad y de belleza. Goya, Buñuel, la tierra seca, la dureza del aire... Ahí hay algo.

2020 ha sido un año complicado para todos, pero usted no se puede quejar...

Jamás pensé que el documental tendría repercusión y, sin embargo, ha recibido los premios más bonitos que hay. Más allá de galardones, es una suerte que está siendo muy visto y ha llegado a muchos públicos. La pandemia también me ha obligado a renunciar a viajes y participar en festivales internacionales, pero eso precisamente me ha servido para seguir creando porque preciso una siembra a largo plazo.

¿Tiene miedo de haberse puesto el listón muy alto?

Si lo pensara, sentiría vértigo o presión, así que prefiero olvidarme, levantarme y trabajar. Quiero hacer buenos guiones pero no por una meta en concreto. Quiero una obra que, aunque se quede en un cajón, me haga sentir orgullosa.

¿Qué prepara para el año entrante?

Escribía una ficción sobre Raquel Meller que he tenido que aparcar para centrarme en ‘Onna Fly’, una ‘road movie’ urbana que, si todo va bien, comenzaremos a rodar a finales de año.

¿Y qué recomienda para 2021?

Ojalá, ya sin confinamientos, tengamos oportunidad de darnos pequeños lujos como releer las novelas que más disfrutamos o volver a repasar toda la filmografía de Fellini.