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La enfermera de las primeras vacunas de Aragón: "Nos dicen que duele menos que la de la gripe"

Ana Blasco, enfermera del centro de salud Seminario de Zaragoza, ve a los vacunados "encantados" y confía en que el proceso acabe con "esta guerra del siglo XXI".

Ana Blasco, con una de las vacunas de Pfizer que ha administrado en la residencia Romareda.
Ana Blasco, con una de las vacunas de Pfizer que ha administrado en la residencia Romareda.
Heraldo

Las primeras vacunas contra el coronavirus que llegaron a Aragón, lo hicieron a nombre de Ana Blasco. A las puertas de la residencia Romareda de Zaragoza, esta enfermera tuvo que firmar el recibí de las dosis de Pfizer que, minutos después, comenzó a administrar entre los ancianos y trabajadores del centro. “Ha sido un momento emocionante, histórico”, apunta esta profesional del centro de salud Seminario de la capital aragonesa.

Entre el domingo y el lunes, han puesto algo más de 200 vacunas, que han recibido todos los residentes y algunos empleados de diferentes áreas del centro. Una vez pasada la expectación mediática de la mañana del domingo, el proceso continuó con normalidad: “Les vamos preguntando qué tal están y todos dicen que bien. Algunos cuentan que les ha dolido menos que la de la gripe. 'Como si no me la hubiera puesto', dicen”.

El proceso empezó mucho antes. Casi una semana antes del momento histórico de la primera vacuna, Ana Blasco participó en una reunión con los responsables de la residencia y la dirección de Enfermería del Salud, en la que les entregaron la ficha técnica de la vacuna, la explicación del procedimiento, la conservación de los viales, las precauciones que había que tomar… “Cuando llegaron las vacunas el domingo, firmamos la recepción y las metimos en la nevera de la residencia”, explica.

Se trata de un frigorífico estándar, que mantiene los productos a entre 4 y 8 grados, pese a que el transporte tiene que hacerse a unos -70 grados. "Luego, cuando empezamos a vacunar, vamos sacando los viales poco a poco en función de los que vamos a ir consumiendo para que el resto se mantengan en frío", apunta Blasco. El domingo pusieron algo más de 40, y este lunes, unas 160 más. Salvo las precauciones que hay que tomar con la temperatura, la técnica de la vacuna contra la covid-19 es la misma que, por ejemplo, la de la gripe, "intramuscular en deltoides”, especifica esta enfermera.

Tras la vacunación, deben rellenar un registro informático en una aplicación del Salud. Mediante un código QR, queda registrado en su historial que esa persona se ha puesto la vacuna, de tal manera que quede constancia para posteriores consultas médicas en cualquier centro hospitalario.

"Las abuelas te dicen que a ver si se iba este virus de una vez por todas. Hay que pensar que en las residencias lo han pasado muy mal, por lo que tienen una ilusión muy grande"

Ana Blasco ha visto a todos los vacunados "encantados de vivir este momento". “Las abuelas te dicen que a ver si se iba este virus de una vez por todas. Hay que pensar que en las residencias lo han pasado muy mal, por lo que tienen una ilusión muy grande puesta en la vacuna”.

Como personal sanitario que trabaja en primera línea la pandemia, Blasco también vive el proceso de inmunización de la población “con esperanza”. "Esta pandemia está dejando muertos y enfermos, aislamiento, crisis económica... Ha sido la guerra del siglo XXI, ha hecho un destrozo tremendo", reflexiona.

Por eso, aunque la vacunación supone "una carga de trabajo añadida" a una agenda ya de por sí saturada, afronta el proceso “con ganas”. Eso sí, de momento permanece a la expectativa de por dónde continuará la vacunación. En la residencia Romareda aún les quedan por vacunar más de un centenar de trabajadores, y además tienen otros dos centros asignados a su centro de salud. “Cada lunes iremos haciendo una petición semanal y se irán poniendo, aunque depende de la disponibilidad de dosis que vayan llegando", explica Ana Blasco. 

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