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Postales contra la soledad en Utebo: "Hace ilusión que te digan 'Feliz Navidad', como ahora no te pueden dar ni un abrazo"

Scouts y alumnos de terapia ocupacional han escrito felicitaciones navideñas a los mayores que viven solos o en las residencias del municipio zaragozano para animar una Navidad con familias separadas por la covid.

Paz Fuertes tiene 85 años "para hacer 86 en Nochevieja", puntualiza, y estos días ha recibido una postal de Navidad, algo raro en esos tiempos donde todo es virtual.  "Quiero darles las gracias, me ha parecido muy bien", afirma, sobre la iniciativa de varios colectivos en Utebo para poner una nota de calor en este año marcado por las distancias a las que obliga la pandemia de covid.

Confiesa que van a ser unas navidades "muy tristes" porque no puede juntarse con todos sus hijos. "Tengo parte de la familia en Madrid y no pueden venir", lamenta. "Venían todos los años, no han faltado", añade. Ahora los ve por videollamada. Ella no ha pasado el virus, pero tiene una hermana de 94 años viviendo en una residencia que se contagió y ya está bien. "Voy a verla por la ventana, desde la calle".

Familias separadas

Esta Nochebuena muchas familias la pasarán separadas por la necesidad de reducir el número de invitados a las celebraciones navideñas para evitar el riesgo de contagios por coronavirus. Las personas mayores, el principal grupo de riesgo durante la pandemia, serán también unas de las que más sufran estas restricciones, que les han tenido alejados buena parte del año de nietos y demás familia. 

En el municipio zaragozano han querido llevarles un poco de ánimo en forma de postales navideñas, unas 270, que se han entregado en las residencias y algunos domicilios. La asociación de Jubilados y Pensionistas de Santa Ana, el grupo scout L'Almazara y el servicio de terapia ocupacional del Ayuntamiento han protagonizado esta iniciativa.

A la hora de confeccionar las postales han echado una mano algunos mayores del barrio, ya que parte se han hecho en las sesiones de terapia ocupacional. "Hace ilusión que te digan 'Feliz Navidad', como ahora no te pueden dar ni un abrazo", reconocía la semana pasada María Jesús Ciradas, jubilada, mientras metía en un sobre una felicitación, que incluye una serie de retos, además de confeti y purpurina para adornar. Ella iba a ser también una de las destinatarias de las postales.

"Como la gente está más en casa les hemos metido una sopa de letras de Navidad, un dibujo para colorear y un 'kit' navideño"

"Nos hace ilusión hacerlas", confesaba su compañera de mesa, Mercedes Soler, también jubilada. Reconocía que los trabajos que hacen en la clase les ayuda a mantener la memoria, escriben, hacen gimnasia. "Cosas que en casa no se harían".

"Como la gente está más en casa les hemos metido una sopa de letras de Navidad, un dibujo para colorear y un 'kit' navideño de terapia ocupacional", explicaba Adriana Gordo, la terapeuta del grupo.  Este último incluye una serie de propuestas que permiten ejercitar la memoria como: "Piensa en lo que más te gustaba comer de niño en Navidad", "Recuerda la letra de tu villancico favorito" o "Cuelga el sobre de la postal para decorar". 

Felicitaciones personalizadas

En una época en la que casi nadie envía cartas, salvo los bancos y las compañías como las eléctricas, y cada vez, menos, recibir una postal se convierte en algo especial. Jesús Robres, presidente de la asociación de jubilados, ha sido uno de los 'carteros'. La junta ha organizado este proyecto y se ha encargado de entregárselas en mano a algunos asociados del club que viven solos y a las residencias del entorno, tanto a las de Santa Ana y Ariño de Utebo como a la Entre Álamos de Garrapinillos. Cada felicitación va con su nombre de pila, para dar un toque más personal.

"En los domicilios las entregamos en mano para que dentro de la soledad de estos días tengan la entrega", explica, respetando siempre las medidas de prevención de contagios. En el caso de las residencias se han llevado las cajas con todos los sobres. El grupo de 'patchwork' que da clases en el Ayuntamiento ha preparado un regalo sorpresa para la treintena que se entregará casa por casa. Un ambientador casero de lavanda. 

"Puede parecer una tontería una simple postal, pero les llega y sienten que alguien se acuerda de ellos"

Unas 240 postales se han entregado en las citadas residencias. Junto al modelo del grupo de terapia ocupacional hay otras de varios colores que han hecho en sus casas o en pequeños grupos los scouts L'Almazara, que colaboran en actividades en los municipios del entorno. Iris Carmona, jefa del grupo, y Mariano Hernández  han organizado la logística. Mariano considera que es importante que los mayores reciban estas felicitaciones personalizadas porque sienten "que alguien se acuerda de ellos", en un año muy duro por la pandemia. Chicos y chicas de entre 6 y 18 años se han encargado de su confección artesanal. "Puede parecer una tontería una simple postal, pero les llega".

Las postales se tienen en cuarentena hasta que se entregan. Sus destinatarios agradecen el gesto, especialmente las que vienen de los niños. "Hace gracia porque las hacen los chicos, se cogen a gusto", afirma Juliana Anchelergues, de 87 años, otra vecina del municipio a la que le ha llegado una felicitación. "Es una postal con dos botones", cuenta. Pasará las Navidades con sus dos hijas que viven también en Utebo, pero le faltará el hijo que tiene en Madrid.  "Al no estar todos no se está tan bien porque no nos juntamos", lamenta, pero con resignación añade que esta noche "como nos dejen pasarla la pasaremos".

Utebo en red sin virus

Las postales han sido una de las actividades del voluntariado en el municipio. Desde el inicio de la pandemia se generó un movimiento con asociaciones ya existentes y particulares dirigido a cubrir necesidades surgidas tras la covid. A comienzos de este mes se hizo balance de la labor hasta ahora de Utebo en red sin virus, que ha sido reconocido por el Ministerio de Sanidad como ejemplo de Acción social. Como en muchos otros municipios, los vecinos se pusieron en marcha para colaborar ante las primeras carencias tras la pandemia en marzo. Los grupos de vecinos elaboraron 8.000 mascarillas de adultos, 3.500 infantiles, 250 adaptadas para familiares de personas sordas, 900 batas para residencias y hospitales y 1.400 gorros para sanitarios, entre otras acciones. 

Con la colaboración de establecimientos del barrio se hicieron donaciones y se arreglaron 19 ordenadores para que niños sin recursos pudieran seguir las clases por internet. Más de 30 familias a la semana pasaban por el banco de alimentos. Voluntarios ayudaban a hacer recados a los mayores cuando no podía salir y 15 personas atienden el teléfono del mayor. Ocho tractores estuvieron durante dos meses limpiando las calles tres veces por semana. Y todo ello tejió una red que sigue funcionando en el municipio para trabajar codo a codo.

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