Un voto digital y confidencial para designar al rector de la Universidad

La empresa Scytl, con una década de experiencia en elecciones ‘online’, ha diseñado el sufragio telemático que se utiliza mañana en los comicios al Rectorado de Zaragoza.

Entrada a la Ciudad Universitaria de Zaragoza
Entrada a la Ciudad Universitaria de Zaragoza
Gloria Morella / HERALDO

Comienza la jornada de reflexión. La última para un campus universitario que lleva dos meses inmerso en las elecciones al Rectorado –casi diez si se tiene en cuenta la suspensión del proceso a consecuencia de la covid–. Un tiempo que ha dado para muchas anécdotas, roces y críticas entre los candidatos y que ha puesto encima de la mesa la votación electrónica, hasta ahora nunca utilizada por la Universidad de Zaragoza.

La primera prueba de fuego de este voto telemático, que se cifra y descifra con un par de claves criptográficas que aseguran su "confidencialidad", fue el 24 de noviembre y mañana será otra vez el protagonista, ya que permitirá designar al rector o rectora del campus público. El sistema ha sido diseñado por la empresa Scytl, que lleva cerca de 20 años dedicándose al negocio electoral y alrededor de una década al de las universidades. "Normalmente se empieza con elecciones del ámbito de toda la comunidad universitaria, como son las de rector o claustro", señala Alicia Ramón, directora de la Consultoría Electoral de Scytl y también exalumna de la Universidad de Zaragoza.

En el caso de Aragón, el impulso no lo ha dado tanto el interés por la herramienta como el hecho de que una pandemia volviera a amenazar el proceso tras haberse tenido que suspender durante el curso pasado. "Estamos muy satisfechos por cómo se desarrolló la primera vuelta", destaca Ramón, al tiempo que detalla que las cinco semanas que han tenido para preparar el proceso han sido suficientes.

La base sobre la que trabajan ya está "madura", por lo que solo es necesario llevar a cabo pequeñas adaptaciones, tanto por el número de electores que participan como por el diseño de la página web de la votación. Para ello, hicieron varias pruebas internas y una en la que se involucró a toda la comunidad universitaria. La base de este sistema es "replicar el modelo utilizado en el correo postal".

Dos claves de confidencialidad

El sistema se centra en un cifrado asimétrico, es decir, basado en dos claves criptográficas relacionadas. "Una es pública y es la que se da a todos los electores –tras identificarse– para que cifren su voto. La privada solo la tiene la mesa electoral y es la que permite descifrar lo votado", explica Ramón. Con este proceso, asegura, se garantiza la «confidencialidad».

El proceso electoral tendrá este miércoles su primer acto, con una reunión de la mesa electoral. "El día de antes de la elección, se crean estas claves y la privada se trocea en tantos miembros como hay en la mesa electoral –en este caso, cinco–", puntualiza. Para garantizar que nadie conoce los resultados según evoluciona el proceso, "solo se puede descifrar y abrir la urna con el beneplácito de la mayoría de los miembros de la mesa, además de los miembros que coordinan el programa informático". "La reconstrucción solo se produce en el momento en el que se cierra la elección", recalca.

El día de la votación, tras reconstruir la clave y antes de descifrar los sufragios, el programa revisará las firmas electrónicas para garantizar que provienen de los miembros del censo. Después de descargar todos los datos, los servicios informáticos de la Universidad ponderarán los votos emitidos. Todo queda pendiente de la evolución de la avería en la cabina de almacenamiento detectada durante este puente, que ha provocado problemas en varios servicios ‘online’ del campus. No obstante, desde el Vicerrectorado de Tecnologías de la información y de la Comunicación señalaron que desde el lunes la situación se está "normalizando".

¿Cuánto vale cada voto?

No todos tienen el mismo valor. Según los estatutos, el del profesorado se divide en tres sectores y cada uno tiene un peso en el cómputo global del escrutinio. El A, formado por profesores doctores con vinculación permanente en la Universidad, supone el 53% de los votos; el C, que incluye al Personal Docente Investigador (PDI) contratado a tiempo parcial, el 2% y el B, con el resto del PDI, el 14%. Por su parte, las papeletas del personal de administración suponen el 10% y las del alumnado, el 21%.

Con esta premisa, no es de extrañar que los candidatos condensen sus fuerzas en conseguir el apoyo de determinados colectivos. José Antonio Mayoral contó en la primera vuelta con el beneplácito de los profesores con vinculación permanente, lo que le permitió situarse el primero ante esta nueva ronda. Por su parte, Ana Elduque movilizó al alumnado y logró tener un mayor respaldo del total de sufragios. Habrá que ver si mañana se mantienen estas alianzas o si se logran nuevas, fruto de los candidatos que ya no concurren: Jesús Santamaría –que apoya explícitamente a Mayoral– y Carmen Marcuello.

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