Tercer Milenio

En colaboración con ITA

300 aniversario de María Andresa Casamayor

Marta Macho: "Hay que enseñar a niños y a niñas a tropezar sin traumas. Solo se aprende fallando"

La investigadora y divulgadora ofrece hoy una conferencia sobre 'Matemáticas en la sombra', como María Andresa Casamayor, cuyo aniversario celebramos.

La matemática y divulgadora Marta Macho
La matemática y divulgadora Marta Macho
Heraldo

La profesora y divulgadora de la Universidad del País Vasco Marta Macho no conocía la figura de la matemática aragonesa María Andresa Casamayor, autora del primer libro de ciencias escrito por una mujer en España que conocemos. Fue "a través de los investigadores de la Universidad de Zaragoza Pedro J. Miana y Julio Bernués como me enteré de su existencia -recuerda-. El entusiasmo con el que contaban lo que había descubierto era realmente contagioso". Hoy viernes, cerrará la semana en la que se ha celebrado el 300 aniversario del nacimiento en Zaragoza de Casamayor su charla sobre 'Matemáticas en la sombra', dedicada a mujeres que brillaron desde el anonimato, matemáticas que tuvieron que trabajar siempre en un segundo plano por la idiosincrasia de la sociedad donde crecieron.

Macho, experta y divulgadora de las mujeres en la historia de la ciencia, asegura que "ha habido muchas María Andresas en la historia, muchísimas. Conocemos a un puñado de ellas, ¿cuántas habrá habido y no llegaremos a descubrir nunca? Eran mujeres brillantes que querían saber, compartir su conocimiento, expresar su punto de vista, su manera de entender las matemáticas. Algunas de ellas, autodidactas, habrían llegado a logros extraordinarios con un mínimo de formación".

En su charla, que podrá seguirse desde las 17.00 a través de Zoom y de Youtube, hablará "de mujeres más cercanas en el tiempo, mujeres que estudiaron matemáticas pero que estuvieron a la sombra de sus maridos o que las circunstancias de sus vidas las condenaron a trabajos precarios en los que apenas pudieron brillar. Y eran realmente brillantes. Aunque, como suele pasar en tantas ocasiones, se conformaban con trabajar en sus teoremas sin necesidad de recibir demasiado crédito".

Estas mujeres, "curiosas por naturaleza, tenían acceso a textos, a veces acudían 'de incógnito' a lecciones no destinadas a ellas… y 'sin hacer ruido' podían intentar resolver aquellos problemas de los que hablaban los 'sabios' de la época". En matemáticas, no se precisan laboratorios y nadie podía prohibirles pensar, "solo hace falta papel y pluma para transcribir esos pensamientos, esas reflexiones surgidas de su creatividad, de su especial mirada. Aunque allí donde ha habido laboratorios (sobre todo en el caso de los primeros, muchas veces caseros) también ha habido mujeres que han estado haciendo ciencia. ¿Cuántos descubrimientos asignados a varones no habrán surgido de las ideas y el trabajo de mujeres?", se pregunta.

Matemáticas, hoy

Sobre la presencia actual de mujeres en esta disciplina, considera que "las matemáticas siempre han sido bastante paritarias, al menos en la presencia en las aulas. Hace no tanto tiempo la salida casi exclusiva de estos estudios era la docencia, y el mundo docente está altamente feminizado. Los últimos datos muestran (página 100 del 'Libro Blanco de las Matemáticas') que el porcentaje de mujeres matriculadas ha ido descendiendo en los últimos años. En un momento en el que las matemáticas tienen prestigio y son un ejemplo de carrera con importantes salidas laborales, ellas y ellos se comportan de manera diferente. ¿Por qué?", se interroga Macho.

Raquel Villacampa, subdirectora del del Instituto Universitario de Matemáticas y Aplicaciones (IUMA) de la Universidad de Zaragoza y otra de las personas que ha contribuido a rescatar del olvido a María Andresa Casamayor, recuerda que, cuando hizo la licenciatura, la proporción de hombres y mujeres estaba bastante equilibrada. Sin embargo, más adelante, en los estudios de doctorado, todo se dio la vuelta y ella pasó a ser la única mujer: "Éramos Raquel y los siete, como la famosa serie de 'Ana y los siete'". Villacampa cree que la mayor parte de sus compañeras de carrera se dedicaron a la educación, y lo comprende porque "puedes preparar oposiciones y conseguir un trabajo estable, con unas condiciones mucho más favorables para conciliar con la vida familiar que la investigación, que es un carrera a largo plazo, con más incertidumbre y muchos viajes al extranjero". Por eso piensa que el hecho de que las mujeres no suelan decantarse por la investigación "no es cuestión de capacidad, sino que puede deberse a que no se le ve estabilidad ni un fin rápido y sencillo". 

La falta de autoconfianza y el considerarse menos brillantes que sus compañeros desde muy temprana edad pesan a la hora de que las mujeres se relacionen con las matemáticas, las conozcan y las disfruten. Marta Macho cree que, "de hecho, las mujeres que cursan carreras de matemáticas suelen descantarse por áreas más 'aplicadas', abandonando las más teóricas (esto pasa en otras disciplinas, por ejemplo, en física)". En su opinión, "esto se debe precisamente a la creencia de que se necesita tener un 'genio' especial para resolver problemas teóricos. Es una lástima que tanto talento se pierda debido a sesgos adquiridos por unas y otros".

Es un problema de difícil solución "porque viene de muy abajo ya que tiene que ver con la manera en la que se educa a las niñas y los niños. Tiene que ver con lo que pasa en casa, en el cole, en los grupos de amigas y amigos, con la publicidad… Habría que tratar a las niñas como a los niños, animándolas, sin paternalismo. Hay que enseñar a tropezar sin traumas. Solo se aprende fallando, de las equivocaciones se descifran matices no entendidos previamente". La investigadora ve claramente que "ellas y ellos no eligen, como se empeñan algunas personas, 'por gusto'. Eligen con 'aparente' libertad pero con unos sesgos tan arraigados que les empujan a preferir ciertos estudios frente a otros. Las diferencias en nuestras elecciones no tienen nada que ver con la biología…". 

Raquel Villacampa, profesora en el Centro Universitario de la Defensa de Zaragoza, coincide con Marta Macho: "La falta de autoconfianza debe de ser algo educacional, a las mujeres nos han educado en valores como: no hagas el ridículo, no hables si no estás segura de saber la respuesta. Por eso el miedo al fracaso es mayor en las mujeres que en los hombres, de ahí la menor confianza en una misma en este tipo de estudios y situaciones". Y aporta un dato: "En los últimos años, no hay chicas entre los ganadores de las Olimpiadas Matemáticas nacionales e internacionales, hace años que no consiguen un oro". Y la clave puede estar en estas diferencias al educar a unos y otras. 

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