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"Cero eventos desde marzo": el DJ José Carlos Andrés vive sus peores momentos

También es socio de un pub en Teruel y solía trabajar en iluminación y sonido de espectáculos. Con el paro gastado y sin ingresos ha tenido que pedir ayuda a sus padres.

José Carlos Andrés, de Eventos DiscoGaser
José Carlos Andrés (DJ Chati), en una actuación cuando estaban permitidas
Heraldo.es

De descansar apenas diez días en todo el verano a no tener ni un solo evento desde marzo, José Carlos Andrés, que desarrolla su labor profesional en el sector ocio nocturno, atraviesa su peor momento. A sus 42 años, es DJ profesional, socio de un pub en Teruel y empleado eventual de una empresa de sonido e iluminación.

Aunque su formación es de electricista y durante un tiempo vivió de ello, desde hace seis años los eventos relacionados con el ocio nocturno son su principal fuente de ingresos. Unos ingresos que, con la crisis del coronavirus, han desaparecido por completo.

“El 13 de marzo estábamos preparados para viajar a Valencia, donde nos encargamos de varios eventos para las fallas, cuando nos confinaron”, narra José Carlos. Las fiestas valencianas marcan el arranque de su temporada alta, que se prolonga casi hasta noviembre. Pero este año, DJ Chati, su nombre artístico, no ha vuelto a trabajar desde aquel fallido viaje a Valencia.

Esta situación dista mucho de lo que José Carlos está acostumbrado a vivir desde los 14 años, cuando se inició en este mundo. En los últimos tiempos, sus veranos son un no parar de bolos, sesiones, montajes para orquestas, gestión de festivales… “Ha habido meses de agosto que hemos descansado dos días y todos los fines de semana teníamos varias contrataciones”, asegura.

Nada que ver con la actual situación de la empresa para la que suele trabajar, DiscoGaser, cuya plantilla está compuesta por unas doce personas durante los meses de alta actividad. Ahora, solo los dos socios que la fundaron aguantan el tirón, viendo cómo los cuatro camiones con los que trabajan para llevar iluminación y sonido a distintos espectáculos, así como todo el material necesario para ello, están cogiendo polvo en una nave en desuso.

Junto con el trabajo con el equipo de DiscoGaser, José Carlos recorre cada verano cientos de pueblos, no solo de Teruel, sino también de Zaragoza, Valencia o Guadalajara, con sus sesiones de DJ, cuya tarifa para una noche de sábado ronda los 500 euros. Esta apretada agenda, incluidas las visitas a las fiestas de la Vaquilla y a las de Fallas, se quedó vacía de un plumazo.

Conforme pasaba el tiempo y viendo que la situación en cuanto a celebración de grandes eventos no mejoraba, José Carlos se asoció con Gabi y Sergio, los dueños de DiscoGaser, para coger un pub en la zona de fiesta de Teruel. “Pensamos que sería una buena alternativa para poder tener algo de ingresos”, explica José Carlos. Pero lo de hacer previsiones y acertar se antoja complicado este año y sus planes duraron un mes. “Acondicionamos el local con mesas, pusimos separaciones, controlamos el aforo y aplicamos todas las medidas de seguridad que se exigieron pero nos obligaron de nuevo a cerrar”, lamenta.

Con la salud tocada, y no por la covid

Con la alternativa de negocio del bar truncada y la prestación por desempleo agotada, José Carlos ha tenido que pedir ayuda económica a sus padres, cuya situación tampoco es boyante. “Tienen una zapatería en el Puerto de Sagunto y este año han vendido un 20% de lo habitual”, asegura.

Reconoce que, aunque el coronavirus no le ha tocado directamente ni a él ni a su familia, la situación que atraviesa está afectando a su salud. “Cada mes, cuando llegan los últimos días, es un sufrimiento pensar cómo voy a hacer para pagarlo todo”, dice. “Me gustaría levantarme un día y que esto solo fuera una pesadilla”, añade.

Pero lo cierto es que es una realidad que probablemente siga siendo cruda para el ocio nocturno durante una larga temporada. “Hay quien dice que el verano próximo será mejor que éste pero yo no me fío”, reconoce José Carlos. Como sus compañeros de sector, considera que se ha culpabilizado sin motivo a los eventos, bares, discotecas y fiestas. “Somos los grandes olvidados y estamos totalmente desamparados”, dice, en referencia a toda una serie de profesionales, “unos 700.000”, matiza, que se están viendo afectados directamente por la cancelación total del ocio nocturno.

“No se está fomentando una cultura segura y las campañas publicitarias del Gobierno solo han contribuido a empeorar las cosas”, asegura, en relación a la polémica imagen lanzada con el eslogan ‘Pim, pam, pum. Fuera’. “No nos dejan trabajar pero tampoco nos proponen ayudas de ningún tipo”, dice José Carlos, desesperado por una situación de la que no ve una salida a corto plazo.  

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