Heraldo del Campo

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En casa, en el súper y con el ordenador

La pandemia nos ha obligado a cambiar de hábitos y ha tenido un impacto en unos patrones de consumo a los que, dicen los expertos, nos estamos acostumbrando.

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La pandemia nos ha llevado a convertir la casa en una fortaleza, a comprar por internet y a llevar el terraceo a nuestra mesa.
EFE

Datagri, el foro para la transformación digital en el sector agroalimentario, habla de ‘big data’, de drones, de sensores, de ‘blockchain’... Y no es futuro. Es el presente en muchas de las explotaciones agrícolas y ganaderas de todo el país, cuyos titulares han explicado durante esta semana -de forma telemática, eso sí, por las restricciones impuestas por la crisis sanitaria- cómo la tecnología es una herramienta más en su proceso productivo que añade rentabilidad y eficiencia.

Pero, como no podía ser de otra manera, este foro ha llevado el impacto que están teniendo en la cesta de la compra la covid y las medidas restrictivas y de distancia social a las que obliga la lucha para frenar su expansión hasta el escenario virtual, realizado con tecnología 3D, con la que comenzó la presentación de este encuentro que ha reunido (tras sus ordenadores) a más de 1.000 participantes.

Porque Datagri abrió el telón presentando cinco megatendencias -ese concepto cada vez más utilizado con el que se hace referencia al conjunto de aspectos de la sociedad y del entorno que se dirigen inexorablemente hacia una dirección, transformando los comportamientos, los valores y los hábitos de consumo y cuyo impacto es global y de largo plazo-, que se han acelerado o han emergido en este atípico año.

El confinamiento y la imposibilidad de salir de casa, el miedo al contagio y las posibilidades de la tecnología han cambiado los hábitos de los ciudadanos tanto en qué compran, por qué lo adquieren, dónde llenan la cesta de la compra o cuándo lo hacen. Y es ahí donde ha ganado terreno el consumo en casa -y unos nuevos hábitos que ofrecen oportunidades a determinados sectores-. Es ahí donde el supermercado ha ido arañando cuota de mercado -un canal de venta a tener en cuenta por parte de la producción-. Es ahí, también, donde determinados productos -y sus beneficios para la salud- se han ganado la confianza del consumidor y donde aparece un nuevo mostrador, el que ofrece un comercio electrónico que ya manejan con cierta soltura hasta los consumidores sénior.

De todo ello habló Patricia Daimiel, directora general para España y Portugal de Nielsen, empresa líder mundial de medición de los consumidores y una de las pioneras en la investigación de mercados modernos. Con su ponencia ‘Digitalización, consumo y sector agroalimentario’, Daimiel detalló las "cinco megatendencias" que diseñan el futuro postcovid y para las que la tecnología será una pieza clave.

Porque aunque la transformación digital ha llegado ya a una parte del sector, ahora lo que hace falta "es que llegue a todos", señaló la presidenta del comité organizador del foro, Rosa Gallardo, que advirtió que "este reto no va solo de tecnología, también de cambios formativos, sociales, instituciones y actitucionales".

Puede que no haya oído hablar demasiado del ‘cocooning’, pero a buen seguro que lo ha practicado mucho más de lo que hubiera deseado durante la pandemia. Este término inglés (procede de ‘cocoon’, que significa cápsula) se usa para denominar esa tendencia en la que el individuo socializa cada vez menos y se va retirando a su hogar, que convierte en su fortaleza.

No se trata de una práctica que defina el carácter mediterráneo y nos ha llegado sin pedirla y, con toda probabilidad, sin quererla. Pero entró en nuestras vidas durante el confinamiento, ganó terreno entre nuestros hábitos de consumo y parece que ha encontrado un hueco del que, de momento, no quiere desaparecer. "Nos han puesto muy fácil ser más nórdicos", señalaba la directora de Nielsen para España y Portugal durante la intervención con la que daba comienzo Datagri.

Sin poder salir a la calle, quedar con los amigos, visitar a las familias..., durante los más de dos meses de encierro total para frenar la expansión de la covid, "nos hemos llevado el terraceo a casa", donde, además, disfrutamos del cine (o las series) a la carta, donde tomamos esa copa de vino y ese aperitivo que antes consumíamos en el bar y lo compartimos con los nuestros aunque sea a través de una pantalla de ordenador.

Este ‘cocoonig’ forzado por el estado de alarma inicial se ha convertido en una tendencia que, según Daimiel, parece haber llegado para quedarse y que se deja notar en la cesta de la compra, por lo que es una tendencia que no deberían perder de vista los productores e industriales agroalimentarios. Han aumentado las ventas de ‘snack’ -palomitas (36%) o aceitunas (16%)-, de cerveza y de vino. También "están despegando" las compras de vermut (38%) y de sidra (24%). Y, además, "la necesidad de protegerse contra el virus y evitar los contactos" ha provocado un interés mayor por la charcutería de libre servicio o por el pescado congelado, "tal vez porque nos daba miedo estar en la cola del mostrador esperando para que nos lo limpiaran", señala Daimiel. La experta asegura que esta tendencia no se perdió con la desescalada y la ‘nueva normalidad’, sino que "nos hemos acostumbrado a este tipo de compras".

Con el ‘cocoonig’ se ha recuperado además el gusto por la cocina y la vuelta a los fogones, lo que se ha traducido en un incremento de las ventas de productos como harinas (48%), especias (29%), legumbres secas (22%) y azúcar (16%).

Sanos y cercanos

Lo dicen todos los estudios realizados desde que comenzó la crisis sanitaria: la salud se ha convertido en una de las máximas preocupaciones de los españoles. Y eso se nota en las compras. Según los datos expuestos por la representante de Nielsen en el escenario virtual de Datagri, seis de cada diez consumidores aseguran que gastan ahora más dinero en la alimentación saludable. Lo demuestra los crecimientos en las ventas de los productos bio, "y eso que su precio suele ser más alto", señala. Destaca, además, que este incremento se percibe en todas las categorías, desde harinas a legumbres, pasando por los espumosos, leches, frutas, pastas, arroz, vegetales o aceite, cuyas ventas han crecido entre un 5% y un 1,1%.

"Se demanda autenticidad", explica la experta en mercados, que asegura que los consumidores buscan ahora "más información que nunca", no solo en el etiquetado sino especialmente en la red. Y aunque la calidad y el precio continúan siendo los factores claves que determinan buena parte de nuestras compras, cada vez se tiene más en cuenta otros valores como la transparencia o la implicación del productor en la elaboración de los alimentos. "Todo ello es un poderoso caldo de cultivo para potenciar nuevos nichos de mercado", asegura.

La sostenibilidad también ha subido peldaños durante la pandemia y se presenta como una de las cinco megatendencias en alimentación postcovid. Pero han cambiado algunos conceptos. Si antes lo que se apoyaba eran aquellos productos con envases respetuosos con el medio ambiente, ahora de lo se habla es de proximidad, de kilómetro cero, de apoyo a la economía local. "Y estamos dispuestos a pagar un poco más por ello", dice Daimiel.

Vigilando los gastos

Cuidamos más la salud, pero también el bolsillo. La covid ha provocado una crisis económica que ha mermado la confianza del consumidor (cayó de los 90 puntos en el primer trimestre del año a los 62 en el segundo) y lo ha hecho más precavido. "Los hogares vigilan ahora más su gasto", explica Daimiel. Y es que la covid ha creado cuatro perfiles de consumidores. Los hay que han visto cómo la pandemia impactaba en su nivel de ingresos. Representan el 37% de los hogares y se muestran mucho más cautelosos en el gasto. Están los vigilantes (31%) que cuidan no gastar más que antes a pesar de no haber sufrido el golpe de la crisis en los ingresos del hogar. Hay un grupo al que Nielsen denomina "sin mayor cautela", que a pesar de tener cierto impacto económico no miran más los gastos desde el comienzo de alerta sanitaria. Son el 13% de los hogares. Y un cuarto perfil lo componen los consumidores "burbuja", un 20% de los hogares que ni han sentido la huella de la crisis en sus ingresos ni vigila sus gastos más de lo que hacía antes de la pandemia. "Esto significa que la mitad del país tiene impacto económico y dos tercios están ajustando su gasto, aunque es cierto que en la alimentación no se ha notado tanto, pero ese es el tipo de consumidor al que nos enfrentamos", insiste Daimiel, que reconoce que son los consumidores burbuja "donde están las oportunidades para los alimentos prémium".

La pandemia nos ha obligado a estar más en casa y a socializar menos. Pero el temor a los contagios también nos hizo acostumbrarnos a comprar menos a menudo y a llenar más la cesta de la compra. Ese comportamiento hizo que los supermercados e hipermercados tomarán notable ventaja en el aumento de las ventas, espectacular durante los momentos de acopio anteriores a la primera declaración del estado de alarma y significativo también durante el confinamiento. Su crecimiento es ahora más suave, pero el avance acumulado se sitúa en el 11%.

A través de una pantalla

Pero, sin duda, si hay una tendencia que los productores no deben descuidar, esa es la digitalización. Cuando comenzó la pandemia la compra de alimentos ‘online’ tenía apenas una penetración del 1,8% en los hogares. Con la crisis sanitaria se llegó a un 6% "y eso que la experiencia era muy poca y nos pilló poco preparados", explica la directora general para España y Portugal de Nielsen. Había una razón para ello. La capilaridad de las tiendas es notable, por lo que el consumidor no tenía necesidad de dar el paso de comprar a través de un ordenador o dispositivo móvil. Y había también tres barreras que el miedo a la covid ya ha hecho superar. La primera, la penetración, ya que el 26% de los hogares han probado el comercio electrónico y 1,5 millones de clientes se han sumado al canal digital. La segunda, la pérdida del miedo a probar todo tipo de productos (incluso en fresco), con lo que el sector agroalimentario ya factura 424 millones de euros en venta ‘online’. Y una tercera prueba superada ha sido la generacional. La compra electrónica no es solo cosa de jóvenes. "Para evitar que tuvieran que salir a la calle y arriesgarse al contagio hemos enseñado a nuestros mayores a comprar ‘online’ y esta es una gran oportunidad que ha llegado para quedarse", señala Daimel para que tome note el sector de la agroalimentación.

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