Las restricciones amenazan al 40% del ocio nocturno y fuerza los primeros cierres

Los empresarios auguran un invierno "negro" por la covid y piden más ayudas.

Daniel Hervías y Eduardo Meneses, en el Manolo La Nuit, que sobrevive a pesar de la crisis.
Daniel Hervías y Eduardo Meneses, en el Manolo La Nuit, que sobrevive a pesar de la crisis.
Toni Galán

Los locales de ocio nocturno "agonizan" en Aragón con más de medio centenar de cierres definitivos y traspasos "a precio de saldo" por la crisis sanitaria y las fuertes restricciones decretadas tanto por el Gobierno de España como por el de Aragón para frenar los contagios por covid.

En Zaragoza han desaparecido el Juan Sebastian Bar, el Bar Bacharach, el Crápula, el Buda Bar, El Cafetal, La Viejoteca o La Nueva Época, entre otros. La Asociación Provincial de Empresarios de Salas de Fiesta, Baile y Discotecas estima que solo en la capital han sucumbido una veintena de negocios, y que muchos otros han solicitado el cese de actividad.

Si la situación no mejora, hasta un 40% de los establecimientos podría desaparecer, según los empresarios consultados. "En Huesca hay media docena que cerraron en marzo y que, por el momento, no han vuelto a abrir", apostilló Miguel Ollés, responsable del ocio nocturno en la provincia, al tiempo que reclamó la "hibernación" del sector. Es decir, que se supriman o se minimicen los gastos corrientes hasta la primavera para evitar más cierres.

El ocio nocturno suma más de 220 días de parálisis. El problema es que el plan de rescate anunciado por la DGA, en el que muchos empresarios habían depositado sus esperanzas, ha resultado ser "ridículo" a juicio de los propios afectados, ya que, como recordó el portavoz de la Asociación Provincial, Alberto Campuzano, apenas permite cubrir una mínima parte del daño provocado.

El colectivo se manifestó recientemente frente a la sede del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) para denunciar su delicada situación y los retrasos para cobrar los ERTE, y no descarta nuevas movilizaciones.

Quienes resisten reconocen que el escenario actual es "crítico". La emblemática sala Oasis solo ha abierto dos fines de semana desde que se decretó el primer estado de alarma. "Podremos aguantar hasta marzo. Después es una incógnita, nos dedicaremos a la beneficencia", afirmó su propietario, Alfonso Cabeza.

La sala ha estado a punto de convertirse en un ‘scape room’. La intención, apuntó su dueño, era abrir el pasado día 14, una opción que ha quedado descartada con el nivel 3 de alerta agravado, que obliga a toda la actividad no esencial a cerrar a las 20.00, y la prórroga del toque de queda. "Íbamos a hacerlo simplemente por estar un poco ocupados y mantener viva la imagen, pero no ha podido ser", dijo.

En marzo, la Oasis daba trabajo a casi 40 personas, pero ahora no quedan más de 13. "Se han despedido bastante. Solo con el ERTE no podían vivir", comentó Cabeza, que aseguró estar llevando "fatal" estas últimas semanas. "El edificio es mío y tengo que seguir pagando la hipoteca, la luz, el agua, los seguros... Actualmente me quedo en casa, no sé ni qué hacer. Por las tardes me ataca bastante", reconoció. El futuro también se está poniendo "muy negro" para La Cucaracha, el Manolo La Nuit y el Licenciado Vidriera. Daniel Hervías, uno de los cuatro socios de estos tres locales -que dan trabajo a más de 20 personas-, criticó la incertidumbre que vienen viviendo en las últimas semanas, marcadas por los continuos cambios de fase y el endurecimiento de las restricciones. "Es a lo que nos dedicamos en exclusiva, de lo que comemos, no un negocio complementario", recalcó.

En Teruel, William Pérez, del disco pub La Clave, se plantea bajar la persiana para siempre. "Si no llego a un acuerdo con el dueño del local probablemente tenga que hacerlo en diciembre. No tenemos ningún tipo de ingreso y no sabemos qué va a ocurrir en las próximas semanas. Estamos a la espera", aseveró.

Aperturas paralizadas

Las restricciones también han frenado la apertura de nuevos negocios. El Grupo Canterbury tiene paralizada la inauguración del Gabana, una cafetería-restaurante de dos plantas y 800 metros cuadrados. "Está todo listo desde hace más de un mes, pero en las condiciones actuales resulta imposible abrir", aseguró su gerente, Miguel Ángel Salinas.

El grupo también ha tenido que cerrar temporalmente la discoteca Hïde y el Canterbury de la plaza de Salamero. "Ya no encontramos calificativos a la situación actual", manifestó. El problema, dijo, es que "los jóvenes han seguido y seguirán reuniéndose dónde y como sea". "Se ha visto con las ‘no fiestas’ del Pilar. Los contagios se han disparado", añadió.

Salinas cree que muchos negocios de ocio nocturno siguen abiertos gracias al bajo precio de los alquileres, los ERTE y la renegociación con los propietarios. "En los restaurantes hay muchos más gastos, y la rentabilidad es de un máximo del 8% o el 10%, mientras que en los bares de copas, el porcentaje suele ser mayor. Si esto sigue así, el número de cierres podría ser incluso mayor en los negocios diurnos", indicó.

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