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Sacerdotes en primera línea de la pandemia: "La soledad de los pacientes es brutal"

Los capellanes son el único personal no sanitario con acceso casi ilimitado a los hospitales. Los curas del Servet y del Royo cuentan su experiencia.

Javier García Valenzuela, capellán del Royo Villanova, con su traje de protección.
Javier García Valenzuela, capellán del Royo Villanova, con su traje de protección.
Heraldo

Son el único personal no sanitario con acceso casi ilimitado a cualquier rincón del hospital. Todos los grandes centros sanitarios de Zaragoza -y la residencia covid de Casetas- tienen sacerdotes que dan asistencia espiritual a los pacientes y familiares, también en estos tiempos de pandemia. Protegidos de arriba abajo, los capellanes recorren las plantas para dar los sacramentos a los creyentes, pero también para hacer compañía a los que no lo son o a quienes practican otras religiones.

Su labor está amparada por un convenio firmado a nivel nacional con la Conferencia Episcopal Española. La consejería de Sanidad del Gobierno de Aragón aporta al arzobispado de Zaragoza y a los obispados de Tarazona, Huesca y Teruel algo más de 300.000 euros al año para que cerca de 30 sacerdotes ejerzan su labor en los distintos centros sanitarios.

Con el coronavirus golpeando con fuerza y condicionando la vida de los hospitales, son muchos los que agradecen su presencia. Roberto Aguado, capellán del hospital Miguel Servet, señala que su compañía alivia la situación de algunos de los ingresados por la covid. “Los pacientes ‘normales’ tienen a la familia, las enfermeras entran con normalidad, hablan con ellos, pasan las señoras de la limpieza… Se sienten acompañados. Pero un paciente covid es distinto. Solo entran a verle ‘astronautas’ -en referencia a los equipos de protección que llevan los sanitarios-, que entran lo justo para hacer lo que tengan que hacer. La soledad es brutal”, relata.

Por eso, en ocasiones “no tienen un momento para explayarse con nadie”, y la figura del sacerdote les sirve de desahogo. Dentro del hospital van pasando a confesar, a dar la comunión o la extremaunción a quien lo requiera. Pero también están simplemente para hablar o para acompañar. “Hay familiares que, como no pueden ver a sus seres queridos, nos piden que entremos a coger la mano a su padre o a su madre”, señala Aguado.

Javier García, capellán del Royo Villanova, cuenta que “normalmente la reacción de los enfermos es muy positiva”. “Igual te dicen que no son religiosos, pero que en estos momentos cualquier ayuda es bien recibida. También estoy con gente de otras religiones que me acogen muy bien”, añade.

Su libertad de movimientos por las plantas y ucis de covid exige que su protección frente al virus sea total. Para hacerlo adecuadamente, trabajan en contacto directo con el personal del hospital. “Nos visten y asesoran para que nos movamos bien”, señala García. Aguado, por su parte, dice que ahora cuentan “más que nunca” con médicos y enfermeros. “Trabajamos codo con codo”, afirma.

"Constantemente entran pacientes nuevos, lo cual mina un poco porque parece que no se va a acabar nunca", dice el capellán del Servet

El capellán del Servet admite que la intensa rotación de pacientes por las plantas covid “mina un poco”, porque “parece que no va a acabar nunca”. No obstante, también observan que ellos son “los que menos cuenta nos damos de lo mal que está el enfermo”, ya que siempre les reciben “con una sonrisa”. “Nunca había visto a la gente alegrarse tanto por mi presencia”, dice. Su colega del Royo Villanova coincide en que los pacientes “agradecen mucho lo que hacemos”, aunque solo sea para “entrar y decirles feliz domingo o feliz jueves”.

También lo hacen los familiares de los ingresados, que en muchas ocasiones no pueden tener contacto con ellos. “Las familias se encuentran más desorientadas y desprotegidas que nunca, aunque poco a poco se va permitiendo que entren de vez en cuando”, señala Aguado. García, por su parte, cuenta que a veces graba vídeos para ponérselos a los familiares. “Lo agradecen mucho”, señala.

La falta de acompañamiento de los familiares ha sido una constante durante la pandemia, lo que ha causado “frustración”. “En los últimos días de vida, ese acompañamiento final es fundamental para que los familiares vivan lo que viene después con mayor serenidad. Privar a las familias de ese momento no sé qué consecuencias va a tener para las personas”, señala el capellán del Royo.

Aunque creen que su labor es más necesaria que nunca, durante el inicio de la pandemia vieron que apenas se requerían sus servicios, porque han dejado de ser visibles para los familiares y muchos ignoran cómo contactar con ellos. Por eso, se han lanzado a difundir sus teléfonos en las redes sociales, para que les llame quien lo necesite. Los interesados pueden consultarlos en la web del arzobispado, www.iglesiaenaragon.com

Estos dos sacerdotes agradecen y elogian la labor de todo el personal sanitario de los centros en los que trabajan. A juicio de Aguado, “se habla mucho de colapso”, pero la situación en el Servet es “de bastante orden y serenidad”, dentro de la “la saturación que sienten muchos médicos y enfermeras”. García, por su parte, pone “un diez” a los trabajadores, y señala que el Royo “está funcionando bien”, aunque “el volumen de trabajo se acumula bastante”, en parte por “las bajas que sufre el personal”.

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