heraldo escolar

Mª Jesús Buey "Mis niños eran vulnerables antes y durante la pandemia. Y, después del confinamiento, lo son más"

Dedicada, desde hace 25 años, en cuerpo y alma a la Educación Infantil, María Jesús Buey ejerce como maestra en el CEIP Andrés Manjón de Zaragoza.

María Jesús Buey, que siempre se refiere a sus alumnos como «mis niños», en una clase de infantil del CEIP Andrés Manjón de Zaragoza.
María Jesús Buey, que siempre se refiere a sus alumnos como «mis niños», en una clase de infantil del CEIP Andrés Manjón de Zaragoza
Francisco Jiménez

Cuando una maestra se refiere a sus alumnos como «mis niños», tengo la certeza de que ya ha hecho lo más importante: aprender a quererlos. Si las maestras quieren a sus alumnos, como los quiere María Jesús Buey (Uncastillo, 1962), lo normal es que ellos también las quieran y así aprenderán mucho porque solo se aprende de aquel a quien se quiere.

¿Dónde estudiaste?

Siempre en Zaragoza, de la antigua Escuela Aneja a la Normal, llamada Andresa Recarte, en el instituto Miguel Servet y en la Escuela Universitaria de Formación de Profesorado de EGB.

¿Por qué decidiste ser maestra?

Desde muy pequeña quise ser maestra. Fui feliz en la escuela. Tuve la suerte de tener maestras y profesores de los que dejan huella, de los que transmiten el gusto por la docencia. Para mí era la profesión más hermosa del mundo. Nunca me planteé ser otra cosa. Además, siempre he tenido una conexión especial con los niños. Me encantan.

"Solo cuatro de mis veintidós niños disponían de ordenador o tablet"

¿Por qué continúas siéndolo?

Porque, pese a las dificultades, amo esta profesión. Todos los días aprendo algo nuevo y disfruto mucho en clase. Después de tantos años, sigo pensando que es una profesión maravillosa. Poner un granito de arena en la educación de los niños, ver como van creciendo, como se van formando, me sigue pareciendo fascinante.

María Jesús Buey con sus alumnos de infantil, en el CEIP Andrés Manjón de Zaragoza
María Jesús Buey con sus alumnos de infantil, en el CEIP Andrés Manjón de Zaragoza
Francisco Jiménez

Principales destinos…

Comencé en 1985 en Guadalaviar, mi primera escuela, de la que tengo un recuerdo entrañable. Durante varios años cambiaba mi destino curso tras curso: Uncastillo –donde nací y pasé los mejores veranos de mi vida–, Sástago, La Zaida, Fabara, Morata de Jalón… Mi primer destino definitivo fue Gotor. Allí permanecí cinco cursos. Después trabajé durante seis en Fuentes de Ebro. Y desde el año 2006, soy maestra en el CEIP Andrés Manjón de Zaragoza. De todos los centros tengo recuerdos maravillosos y experiencias inolvidables.

¿Siempre has trabajado en Educación Infantil?

Estudié Magisterio por la especialidad de Matemáticas y Ciencias de la Naturaleza. Los primeros años impartí esta especialidad en 6º, 7º y 8º, pero como trabajé en la escuela rural, en varios casos en escuelas incompletas, el contacto directo con los más pequeños me gustó y me habilité en Preescolar. Así se llamaba entonces. Llevo trabajando en esta etapa 25 años y no me he planteado nunca cambiarme a Primaria.

" Han perdido hábitos y han olvidado conocimientos trabajados"

¿Cuáles son las principales cualidades de una maestra de Infantil?

Ha de tener paciencia y empatía. Ha de saber escuchar, adaptarse a los cambios y transmitir emociones. Tiene que ser muy observadora, buena comunicadora, creativa y respetuosa con los niños. Es conveniente que trasmita alegría y calma y, sobre todo, ha de hacer las cosas con el corazón.

¿Qué fue lo más difícil durante el confinamiento?

La pandemia nos sorprendió. No estábamos preparados para trabajar ‘online’. En mi centro la brecha digital de nuestros niños ha sido enorme. La mayoría de las familias atravesaba una situación socio-económica muy difícil antes de la pandemia. Yo sabía que el confinamiento los iba a poner en una situación crítica. Me entristecía pensar en las condiciones de sus viviendas –pisos patera, habitaciones compartidas, pisos pequeños en mal estado–, en la posible necesidad de alimentos, de medicamentos…, en la situación emocional de los padres y cómo repercutiría esto en los niños, en los problemas de convivencia que ya tenían muchos de ellos antes de la pandemia…

La maestra, en el aula de infantil
La maestra, en el aula de infantil
Francisco Jiménez
"Me entristecía pensar en las condiciones de sus viviendas, en la posible necesidad de alimentos, de medicamentos..."

¿Qué puede hacer la escuela en estas situaciones tan complicadas?

La escuela ejerce de protección de la infancia. Es un lugar dónde los niños están tranquilos, seguros y se sienten bien. Durante el confinamiento esa protección desapareció y pensé mucho en ellos, en cómo estarían. Al menos una vez a la semana, todos los compañeros del colegio nos pusimos en contacto con nuestros alumnos.

¿Qué era lo más importante?

Yo quería saber cómo se encontraban anímicamente, si tenían cubiertas sus necesidades básicas... Les di información de las Redes de ayuda del barrio, de las fases en las que nos íbamos encontrando y lo que se podía hacer en cada una… Cuando hablaba con mis niños, lo único que me decían es que tenían muchas ganas de volver al colegio.

¿Y las tareas escolares?

No les podía exigir que entraran en el blog del colegio para hacer las actividades que cada día yo proponía. Solo cuatro de mis veintidós niños disponían de ordenador o tablet. El resto, aunque tenían móvil, apenas disponían de datos. Mis niños, eran niños vulnerables antes y durante la pandemia. Después del confinamiento son más vulnerables. Esa es la triste realidad. Han perdido hábitos, normas, días de juegos entre amigos y también, por supuesto, han olvidado conocimientos trabajados.

¿Qué dificultades plantea esta nueva normalidad en Educación Infantil?

Cada aula de Infantil somos un ‘grupo burbuja’. Esto hace que desaparezcan las actividades en las que se interacciona con otros grupos o personas, actividades que tenían unos resultados excelentes: talleres interciclos, talleres con familias, apadrinamiento lector, celebraciones de ciclo… Hemos tenido que revisar la metodología y adecuarla a esta nueva situación, intentando mantener actividades de grupo, pero con precaución.

"Yo sabía que el confinamiento durante la pandemia iba a poner a mis niños en una situación muy crítica"

¿Habéis tenido que afrontar nuevas tareas?

Sí, estamos haciendo cosas que no habíamos hecho nunca: reorganizar los espacios de las aulas, baños, recreos y comedores; desinfección y limpieza de los materiales; ajustarlo todo al protocolo establecido en el plan de contingencia… Los docentes hemos hecho un esfuerzo enorme. Nos reinventamos cada día y buscamos soluciones ante las dificultades que encontramos.

Hemos pasado por momentos muy complicados…

En junio, en una tutoría con el padre de una de mis alumnas, me emocioné mucho cuando me agradeció las llamadas semanales que yo había hecho. Me dijo que habían sido momentos muy especiales para ellos y que les había hecho mucho bien, que les había dado esperanza. Esto me hizo pensar en la soledad por la que habían pasado, alejados de sus familias, tan lejos de sus países. Es importante mantener una comunicación estrecha con las familias, para que sientan que alguien las escucha, las apoya y las comprende.

"En estos tiempos tan inciertos no hay que dejar que nadie pierda la esperanza"

¿Qué podemos hacer con los niños y con las familias para transmitirles esperanza?

Darles tranquilidad y seguridad, sin negar la realidad. Quitar el miedo. Darles información clara, respondiendo a sus inquietudes, tratando de reducir su nivel de ansiedad. Que los niños vuelvan a estar con sus compañeros, que vuelvan a jugar y a reír hará que se rebajen tensiones en las familias y que poco apoco nos vayamos adaptando a esta nueva situación. En estos tiempos tan inciertos no hay que dejar que nadie pierda la esperanza.

María Jesús Buey, en el CEIP Andrés Manjón de Zaragoza
María Jesús Buey, en el CEIP Andrés Manjón de Zaragoza
Francisco Jiménez

Tiempos altamente humanos

En junio de 1931, recién inaugurada la II República, ese tiempo que el historiador Manuel Tuñón de Lara llamó de la gran ilusión, Ramón Acín mostró en el Ateneo de Madrid algunas de sus obras. En el folleto de presentación de la exposición, Acín –militante anarcosindicalista y profesor de Dibujo de la Escuela de Magisterio de Huesca–, escribió: "En estos tiempos altamente humanos importa ser grano de arena…".

Durante los últimos meses no he dejado de repetirme que vivimos tiempos altamente humanos que exigen nuevas respuestas porque los problemas que tenemos ante nosotros también son nuevos. Como maestros, nos preguntamos qué es lo que cada uno puede hacer en la escuela para que los niños y las familias estén lo mejor posible. En la mente y en el corazón de todos nosotros está la máxima de Freinet: ‘D’abord les enfants’. Primero los niños. Tenemos la responsabilidad de acompañarlos, de decirles que haremos cuanto esté en nuestra mano para que todo termine bien, que nunca van a estar solos. No es necesario ocultar la evidencia que nos devuelve la realidad. Vivimos días extraordinariamente complicados, pero juntos podemos levantar una muralla que impida que el miedo y la desesperanza invadan nuestras vidas. Para esta tarea, todas las manos son necesarias. No será fácil, pero nos sostendremos unos a otros. Dosificaremos los esfuerzos, mantendremos la calma y administraremos las dosis de ilusión. Estamos atravesando un desierto por el que nadie había transitado nunca. No hay mapas ni hojas de ruta. Tenemos, eso sí, la luz de las estrellas y aunque es imposible saber a ciencia cierta si nos encontramos al principio, al final o a mitad de la travesía, una palabra, una mirada cálida, una sonrisa cómplice o un pequeño gesto de cariño son un oasis en el que detenerse para recuperar el aliento.

En estos tiempos altamente humanos nos necesitamos para aprender a vivir en la incertidumbre. Buscaremos una luz para orientarnos en esta tormenta, aunque sea tan tenue como la que alumbra, en las noches de verano, el camino a las luciérnagas.

Por: Víctor Juan. Director del Museo Pedagógico de Aragón y profesor de la Facultad de Ciencias Humanas y de la Educación de la Universidad de Zaragoza.

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