Heraldo del Campo

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"Si empiezas a trabajar con el ovino, no quieres hacer otra cosa"

La veterinaria Delia Lacasta es la primera mujer que ocupa la presidencia del Colegio Europeo de Pequeños Rumiantes

Delia Lacasta disfruta con su trabajo y eso es algo que transmite a sus compañeros, alumnos y ganaderos.
Delia Lacasta disfruta con su trabajo y eso es algo que transmite a sus compañeros, alumnos y ganaderos.
L.M.F.

Cuando Delia Lacasta era tan solo una niña, veraneaba en el pueblo de unos familiares, Caniás, en la comarca de La Jacetania. Allí, le encantaba ejercer de pastora con sus tíos, a los que ayudaba a cuidar sus vacas sin saber que, en un futuro, se iba a convertir en la primera mujer que ocupa, desde hace unos días, la presidencia del Colegio Europeo de Pequeños Rumiantes, que cuenta con miembros de todo el mundo.

Es un paso más en una larga y fructífera trayectoria profesional que ha desarrollado en tierras aragonesas, siempre con la vista puesta en reivindicar el importante papel que juega el ganado ovino desde un punto de vista económico, social y medioambiental. "Es un ganado 100% sostenible que favorece la vida de los pueblos como yo siempre los había conocido y produce carne de alta calidad porque son animales que viven la mayor parte del tiempo en el campo", indica esta veterinaria vocacional, que asegura que no cambiaría su trabajo por nada del mundo. « Es algo que hago tan a gusto que no me supone ningún esfuerzo dedicarle tantas horas al día».

Aunque su pasión por los animales siempre ha estado presente en su vida, en sus años más jóvenes, Delia quería hacer turismo, animada por sus padres, que tenían una empresa de autobuses. Pero eso no era lo suyo y se cambió a biológicas hasta que conoció a unos jóvenes que le animaron a hacer veterinaria.

Y el cambio la trajo desde Valencia a la Facultad de Zaragoza, donde ingresó en 1989 y donde años después obtuvo el doctorado con calificación Cum Laude centrado en su gran pasión, la enfermedades respiratorias de los corderos.

Antes, en tercero de carrera, arrancó una interesante tesina sobre el Alzhéimer, guiada por el investigador Manolo Sarasa, pero unas prácticas con rumiantes, dirigidas por su mentor, Luis Miguel Ferrer, y Luis Miguel Cebrián, le hicieron darse cuenta de que lo suyo era el mundo ovino. "Parece que la lanolina de los corderos es adictiva. Una vez que empiezas a trabajar en el sector ovino no quieres hacer otra cosa. Es un mundo muy especial, que apuesta por la vida sostenible y hay que valorarlo y conservarlo", apunta.

Mundo laboral

Su trayectoria profesional arrancó en un granja de Leciñena, propiedad de Jesús Montesa, en aquellos momentos presidente de Angra, quien ha formado a generaciones de veterinarios en ovino. "Después estuve trabajando con Julio Sopena en una explotación donde tenía que hacerme cargo de 2.500 cabezas. Fue una etapa dura, en la que trabajaba los 365 días del año, pero me di cuenta de que había elegido el camino adecuado. En ese tiempo me encargaba de mejorar la productividad del ganado, asesorada por Luis Miguel Ferrer", señala.

Y de la granja pasó a una ADS en Tardienta donde, poco a poco, se hizo cargo del asesoramiento de más de 20.000 animales. Fueron 13 intensos años que compaginó, a partir de 2005, con su tarea como profesora en la Facultad de Veterinaria de Zaragoza.

"En la universidad tuve la suerte de encontrarme con unos compañeros magníficos, como son Ferrer y Juan José Ramos y juntos decidimos poner en marcha, en 2015, el Servicio Clínico de Rumiantes (SCRUM), un centro pionero en España cuyo objetivo es trabajar para los veterinarios de ovino, ayudándoles a solucionar sus problemas de una forma totalmente altruista. Además, enseñamos a los nuevos veterinarios conocimientos y métodos de trabajo que les serán de gran utilidad en el futuro. Y, todo ello, sin olvidarnos de que nuestro fin son los ganaderos, a los que les debemos mucho, porque si ellos no confiaran en nosotros y no nos mandaran a sus animales enfermos nosotros no podríamos avanzar", explica. Y gracias a estas sinergías, el SCRUM se ha convertido en un referente internacional, donde se forman residentes de todo el mundo.

Ahora, en su nuevo cargo dentro del colegio europeo, Delia Lacasta quiere seguir trabajando para convertirse en "el altavoz de los ganaderos de ovino y poner en valor su trabajo", asegura, mientras insiste en que el nombramiento actual es fruto «de un trabajo en equipo. Sin el apoyo de mis compañeros y el trabajo que desarrollamos gracias a los ganaderos, todo esto no hubiera sido posible".

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