Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Entrevista

Adrián Franco Rubio: "Un investigador es el empleado de todos los seres humanos"

Doctor en Física y graduado en Matemáticas, Adrián Franco Rubio (Zaragoza, 1994) acaba de conseguir el Premio Nacional Fin de Carrera. Investiga en el Instituto Max Planck de Óptica Cuántica.

Adrián Franco hace su posdoc dirigido por Ignacio Cirac.
Adrián Franco hace su posdoc dirigido por Ignacio Cirac.
Christine Wolf

Acaba de quedar primero en los Premios Nacionales Fin de Carrera 2015-2016. Es la fecha en que acabó el grado de Matemáticas, pero esta no es la primera carrera que termina ni el primer premio nacional que gana.

Empecé estudiando Física y, después de primero, me matriculé en Matemáticas y fui simultaneando ambas carreras. Acabé Física en 2015 y se me concedió el tercer premio Fin de Carrera, que se entregó en junio de 2019 en una ceremonia a la que no pude acudir porque estaba en una escuela de verano de matemáticas en Colombia. Todo son incentivos para seguir superando retos.

Ahora, por obligación, la ciencia es menos viajera y más ‘online’.

Las limitaciones de movilidad son un elemento disruptor en la forma de hacer ciencia; con las conferencias ‘online’ se pierde esa parte social de hacer contactos y ‘networking’ que es complicado replicar en una pantalla, aunque se gana inclusividad, porque participa gente de cualquier parte del mundo, y se causa menos impacto ambiental. Yo me libré por los pelos y el año pasado, cuando tenía que moverme para encontrar plaza para el posdoc, tuve la fortuna de poder viajar un montón; es muy enriquecedor y siempre es mejor hablar en persona que mandar un curriculum.

Cuando dice viajar mucho ¿cuánto es eso?

De febrero de 2019 a febrero de 2020, estuve tres veces en Estados Unidos, fui a Japón, a Colombia, al Centro de Ciencias de Benasque, a Bilbao, visité Múnich, Ámsterdam, Gante (Bélgica), Hannover, di una charla en Austria y Estocolmo fue el último viaje. Pero fue un año excepcional, acabas el doctorado y tienes que ponerte en escena para buscar trabajo.

Y lo consiguió, un contrato posdoctoral de dos años en el Instituto Max Planck de Óptica Cuántica, en Garching (Alemania). ¿Trabaja con Juan Ignacio Cirac?

Es mi supervisor, estamos empezando un proyecto juntos sobre redes de tensores, para desarrollar herramientas matemáticas, computacionales, que permitan estudiar, en el plano teórico, sistemas cuánticos que involucran muchas partículas, muchos átomos, muchas interacciones. Trabajar con él son palabras mayores: en el área, este grupo es una de las dos catedrales europeas. Además, como ahora no viaja tanto debido a la pandemia, es un privilegio porque nos anima a ir a hablar con él aunque no tengamos un resultado entre las manos. Recortar viajes le está dando un respiro y él se esfuerza por sacudirse su halo de inaccesibilidad, intentando bajar a la tierra y mostrarse cercano.

"La física te da emoción y las matemáticas, confort y seguridad. Me gusta la combinación de las dos"

¿Qué tienen la física y las matemáticas para que una sola le supiera a poco?

Más bien qué tengo yo: mi indecisión. Con las matemáticas te sientes muy cómodo, entiendes cómo van las cosas porque los razonamientos son claros, los enunciados, precisos, pero les falta algo que tiene la física, que describe la naturaleza, que existe más allá de una entelequia y resulta más excitante. La física te da emoción y las matemáticas, confort y seguridad. Me gusta la combinación de las dos que, además, tienen una interacción muy fuerte sobre la física teórica.

Estudiando ambas carreras a la vez ¿tenía vida?

Tenía el horario muy lleno; justamente para desconectar de la universidad, hacía violín en el Conservatorio y estudiaba alemán, que me ha venido muy bien. Porque llega un momento en que meter más horas no significa obtener mejores resultados; hay que saber equilibrar la balanza.

Toca el violín, como Einstein, ¿se lo ha llevado a Alemania?

Todavía no porque el de septiembre era el primer viaje, con todas las maletas y en plena pandemia, pero en el próximo lo traeré, aunque ahora tendrá que ser una afición de disfrute unipersonal, no como en Canadá, donde estuve hasta junio y formábamos una miniorquesta, ya que hay mucha inclinación hacia la música entre los físicos teóricos.

¿Cómo fue el regreso desde Canadá?

Fue duro salir con mis cajitas de cartón de un instituto tan vacío que parecía un escenario apocalíptico; tras cinco años, había pensado otra cosa para despedirme de mis compañeros, una fiesta, y no salir por la puerta trasera y con el miedo a contagiarte por el camino. Y tuve suerte porque ya se habían reanudado los vuelos.

"No tengo prisa por volver a España. Hay que ir partido a partido, como los futbolistas. La investigación es dura pero tiene sus satisfacciones, como cierta libertad para dejarte llevar por tu curiosidad"

¿Cómo ve su futuro?

Indefinido. De momento, me doy con un cantico en los dientes porque tengo una posición asegurada de dos años. No tengo prisa por volver a España. Si la pandemia lo permite, quisiera conocer el mundo y contactar con gente. Hay que ir partido a partido, como los futbolistas. La investigación es dura pero tiene sus satisfacciones, como cierta libertad para dejarte llevar por tu curiosidad, algo que no todas las carreras profesionales ofrecen. Tú tienes un recurso: tu tiempo; y una responsabilidad: la sociedad te paga para que avances en el conocimiento. Como investigador, eres el empleado de todos los seres humanos.

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