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Asiento para los más madrugadores en las salas de estudio al 50%, sin ser exámenes

Los estudiantes sugieren más espacios para estudiar, sobre todo de cara a la época de exámenes, pero consideran que están "bastante bien organizado".

Fachada de la Biblioteca María Moliner de la Universidad de Zaragoza, donde el aforo es del 50%.
Entrada de la Biblioteca María Moliner de la Universidad de Zaragoza este martes, donde el aforo es del 50%.
Oliver Duch

Una veintena de jóvenes se resguardaban este martes de la lluvia bajo el porche de la Biblioteca María Moliner de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza. Los estudiantes, todos provistos de mascarillas, hacían un descanso de sus temarios. Ahora han dejado de compartir mesa con sus compañeros para ser vecinos de estudio de cintas rojas y blancas, esas que cubren los asientos en los que nadie se puede sentar. El mismo número de utilizables que no. De esta forma se cumple el decreto de ley que se publicó este lunes en el Boletín Oficial de Aragón (BOA) y donde se indicaba que la ocupación de bibliotecas "no podrá superar el 50% de su aforo máximo permitido y se garantizará la distancia de 1,5 metros entre personas".

Laura Carrera y Rosana Alconchel, ambas opositoras para Gestión Procesal han sido de las más madrugadoras en cruzar el umbral de la puerta de la María Moliner. "Hemos llegado a las 9.00 y en la parte de arriba ya no había sitio, de hecho, me he tenido que bajar a buscar uno en la planta baja", determina Carrera. Las dos jóvenes aseguran que esos 'balcones' se suelen llenar siempre y más ahora que se puede ocupar uno de cada tres, dejando dos libres entre uno y otro. Consideran que "está bastante bien organizado", a pesar del frío que se pasa al ventilar, y aplauden que haya "una serie de productos para desinfectar las mesas".

En la parte inferior es más habitual dar con un asiento libre, no obstante, "se llena entre las 10.00 y las 11.00", comentan las dos opositoras que prevén estudiar todo el curso allí al no tener todavía fecha de examen. "Antes han venido cuatro personas y se han tenido que ir", explican ambas para las que estas instalaciones, al igual que otras salas de estudio, es un "espacio fundamental".

Las opositoras Laura Carrera y Rosana Alconchel a las puertas de la biblioteca.
Las opositoras Laura Carrera y Rosana Alconchel a las puertas de la biblioteca.
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Si se madruga, en la biblioteca de la Facultad de Ciencias tampoco hay problema. "Cuando he llegado esta mañana había tres personas solo, pero conforme ha pasado el rato se ha ocupando", cuenta Tomás Lanzas, estudiante de último curso de Química. "A las 16.30 o 17.00 es más complicado encontrar sitio", añade este joven.

En este lugar las restricciones se han dejado notar en cuanto al número de espacios que quedan libres, tal y como repiten los alumnos universitarios. "Si antes aquí teníamos en las mesas grandes con ocho sillas y en las pequeñas había cuatro, ahora tenemos dos por mesa grande y una por mesa pequeñas", detalla Lanzas. "Entonces faltan seis sitios. Ahora se está bien, pero cuando haya exámenes no va a caber nadie. Ni aunque vengas a las 6.00", lamenta María Gómez, de Óptica y Optometría, a las puertas de la facultad.

"Entendemos que es necesario, pero creo que podría haber algún sitio más porque si no, entre clases no podemos hacer nada porque las mesas de los pasillos también están clausuradas", se queja su compañera Oihana Labiano. "Yo creo que se podrían habilitar otras salas en las que se pudiera poner más gente a estudiar porque, al fin y al cabo, todos tenemos que estudiar", le apoya Alberto Aguado a su lado. Volver a casa es la opción que más barajan los jóvenes.

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