política

Estrategias y piezas nuevas en el tablero político aragonés

Sin olvidar que combatir la pandemia y sus efectos es la máxima prioridad en estos momentos, los partidos afinan sus tácticas para contentar a la militancia y para promocionar a los candidatos que les permitirán mantener su cuota de poder en próximas elecciones.

Aragón
Tablero de ajedrez
Heraldo

Ni la peor pandemia en cien años eclipsa a la clase política y sus estrategias. Queda claro en el Congreso de los Diputados, donde el ruido ensordecedor que atrona entre una cortina de humo y otra nos impide oír por qué la covid castiga más a España que a otros países (si es que alguien nos lo quisiera aclarar). Más cordura y sensatez demuestran los partidos en Aragón, tierra de pactos, donde son capaces de unir sus fuerzas para vencer al virus. Pero sin dejar de lado la búsqueda de tácticas y nuevas piezas que utilizarán en la partida de ajedrez que está a punto de comenzar.

La victoria es el bálsamo que todos los males cura. Lo sabe el PSOE aragonés que ha pasado, en un solo año, de los puños a las rosas. Desde que Huesca enterró el hacha de guerra, la única fuente de conflictos está en Madrid, y los de Pedro Sánchez son capaces de lanzar un obús a la línea de flotación del cuatripartito sin previo aviso, y sin venir a cuento. La última ha sido la vicepresidenta de Transición Ecológica, Teresa Ribera, que, tras su cuestionable gestión en el cierre de la térmica de Andorra, anunció en el Congreso la paralización de las obras de Yesa, para rectificar minutos después, y tras conversar por teléfono con el presidente Javier Lambán

Pero una vez se abre la caja de los truenos, es difícil volverla a cerrar. Salieron el presidente de CHA, Joaquín Palacín, y el portavoz podemista en las Cortes, Nacho Escartín, a celebrar el parón de Yesa, festejando de forma anticipada una victoria ecologista. Se esforzaban, mientras tanto, la socialista Mayte Pérez y el aragonesista Jesús Guerrero en calmar los ánimos, ensalzando los beneficios de un recrecimiento que Ribera, finalmente, avaló. Y el desaguisado se acabó. Al menos de momento. Yesa y Castanesa figuran entre los puntos de fricción de un cuatripartito trasversal en el que, cuando se enconan las discrepancias, el PSOE pone sus 24 escaños en la mesa y zanja la discusión.

En un Gobierno dispar, con partidos nacionalistas, de izquierda, de extrema izquierda y de centroderecha, los socialistas tienen poco que perder y mucho que ganar. Se pueden permitir el lujo de recuperar viejas amistades, por lo que pueda deparar un futuro que para sus socios actuales no pinta demasiado bien. Si admitió que Cs se arrogara el éxito de la reforma del Impuesto de Sucesiones, ahora les tiende la mano a ellos, y al resto de la oposición, para diseñar un presupuesto de crisis.

Y Daniel Pérez Calvo, coordinador en Aragón, se brinda presto a cogerla, apelando al bien común. Con la salida de Albert Rivera, Cs se sitúa en el centro-centro, gobernando autonomías y ayuntamientos con la derecha, pero abierto a apoyar a Pedro Sánchez en cuestiones de Estado. A pesar del descalabro de las generales, que les dejó con 10 escaños, en Aragón mantienen 12 diputados y gobiernan en Zaragoza capital. Y un puñado de escaños es capaz de decantar la balanza a la izquierda o a la derecha como bien sabe el PAR.

Ni los aragonesistas ni los podemistas quieren que Cs tenga un protagonismo innecesario. Arturo Aliaga quiere preservar su condición de clavico del abanico, y Maru Díaz tendría difícil de justificar guiños a Pérez Calvo, aunque fuera de forma muy puntual. Los dos son conscientes de que poco rédito se puede sacar de un Gobierno que debe enfocar su gestión de forma íntegra en plantar cara a una pandemia, y después en solventar la crisis profunda que provocará.

El son de los tambores de guerra que despertaron de forma abrupta al PAR se ha dejado de escuchar. Por ahora. Un partido es "un organismo vivo", dicen desde la línea oficial, que alertan de que los críticos son solo unos pocos, los que se integraron en la gestora, y no les van a sancionar.

Ni siquiera CHA, que en los últimos años ha ejercido de socio complaciente, se libra de que la militancia cuestione su gestión. El sector crítico quiere impulsar un debate sobre si conviene seguir en un Gobierno que se aleja, a veces demasiado, de su ideario político. Se quejan, incluso, de algunos tuits de Lambán. La elección de Joaquín Palacín como presidente de CHA, que implica la separación de la cabeza del partido y la consejería de José Luis Soro, no les parece suficiente.

En Podemos se respira cierta sensación de inseguridad, con dos diputadas díscolas de las que no sabe qué puede esperar. Y con la presión de IU, que se va adueñando del ideario de la izquierda y el tiempo dirá si también de sus votantes. Aseguró Maru Díaz cuando fue elegida coordinadora de Podemos Aragón que buscará tejer alianzas con la izquierda para las próximas elecciones. Pero, por ahora, debe ceñirse a un presupuesto de emergencia sin subida de impuestos, sin nuevos tributos y con un gasto social condicionado por la pandemia.

Cs, Podemos, Vox (liderado ahora en Zaragoza por Julio Calvo, sin que apenas se haya promocionado), CHA y PP empiezan a situar sus piezas en el tablero. Y los ‘populares’ dan la campanada con la renuncia del presidente del PP-Zaragoza, Javier Campoy, instantes antes de que le señalaran la puerta, y la llegada de Ramón Celma como candidato de consenso. Es del estilo que gusta en Génova: ‘milenials’ con experiencia y con muchos amigos, los que le arroparon en su presentación y hasta los que se ausentaron porque "es lo que se debía hacer".

El que tiene la estabilidad del tablero político aragonés en sus manos es Tomás Guitarte, que con un puñetazo puede hacer que salte por los aires. A medio camino entre Madrid y Teruel agotará los plazos antes de decir si Teruel Existe se presenta a las autonómicas y municipales. Y su decisión condicionará el futuro de todos los demás. 

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