Vicente Jiménez: "Cumpliendo las normas se puede celebrar con dignidad la gran fiesta del Pilar"

El hasta ahora arzobispo de Zaragoza y nuevo administrador apostólico presidirá mañana una insólita celebración en la basílica marcada por las restricciones de aforo.

El hasta ahora arzobispo y nuevo administrador apostólico, Vicente Jiménez, en la plaza de la Seo.
El hasta ahora arzobispo y nuevo administrador apostólico, Vicente Jiménez, en la plaza de la Seo.
José Miguel Marco

Mañana va a ser un día histórico en muchos sentidos...

Así es. A lo largo de la historia de devoción y culto a la Virgen, nunca se había celebrado este día en un contexto de pandemia como este. Pero aunque se hayan suprimido actos populares como la Ofrenda de Flores, la procesión del Rosario de Cristal o la Ofrenda de Frutos, los actos litúrgicos de la Iglesia siguen celebrándose. Empezamos el día 3 con la Novena y mañana habrá eucaristías desde las 4.30 –la misa de los infantes–, hasta las 21.00. Hemos querido escalonarlas para que no haya aglomeraciones. Aunque la misa solemne, presidida por un servidor, será a las 12.00. Habrá presencia, aunque restringida, de autoridades, y será retransmitida por radio y televisión para toda España. Con lo cual, ese día, la Virgen entrará en nuestros hogares aunque nosotros no podamos entrar del todo en su casa y su capilla.

Pidió que el Pilar pudiese abrir con un aforo del 75% como los espectáculos con butacas preasignadas, pero el Gobierno de Aragón lo ha mantenido en el 50%. ¿A qué achaca esta decisión?

Siempre he dicho que, durante toda la pandemia, la Iglesia, y concretamente la Diócesis de Zaragoza, ha respetado las normas sanitarias de cada momento. Cuando hubo que cerrar los templos al público se cerraron y cuando se dijo 75% de aforo, se cumplió. Si ahora es del 50% se va respetar. La Iglesia no quiere ningún privilegio, pero tampoco ninguna discriminación y, por tanto, acataremos. Queremos celebrar la fiesta en paz, no entrar en polémicas, y pedirle a la Virgen que nos cuide, a ver si pasa pronto esta pandemia. Cumpliendo escalonadamente con la distancia física, la seguridad y las medidas higiénicas se puede celebrar con dignidad la gran fiesta del Pilar.

La consejera de Sanidad, Sira Repollés, ha pedido espaciar las visitas a la Virgen, y la vicealcaldesa, Sara Fernández, ha dicho que no se cansarán de decir que estos días no toca ir al Pilar...

Precisamente, al espaciar las misas ya espaciamos las visitas. En cada eucaristía pueden entrar ahora, con el 50% de aforo, 366 personas delante del Altar Mayor y 166 en la Santa Capilla. La gente está cumpliendo con una ejemplaridad admirable. Entran, se sientan debidamente en los bancos, rezan y se marchan. No ha habido ningún problema, ni en las iglesias de Aragón ni concretamente en el Pilar en estos siete meses de pandemia.

¿Tiene constancia de que haya habido más visitas esta semana? ¿Se han espaciado?

Sí, estos días se nota que las filas llegan hasta la calle de Alfonso I y sus aledaños, pero siempre guardando la distancia de seguridad. La gente que va al Pilar va a rezar y eso se nota, están disciplinados.

¿Habrá refuerzos de seguridad en el interior de la basílica?

Sí, el Cabildo ha estado en contacto con el Gobierno y la Policía para garantizar las medidas de seguridad. Por nosotros no será que no se cumplan las normas.

Será una celebración diferente...

Otros años, el Pilar estaba abarrotado, pero la solemnidad litúrgica va a ser la misma. La gente que no pueda ir físicamente podrá seguir la misa desde sus casas.

¿Qué ha supuesto para la Archidiócesis la crisis del coronavirus? ¿Cómo ha ayudado la Iglesia y qué podrá hacer en adelante?

La Iglesia ha vivido estos tiempos entre la preocupación y la esperanza. Siente el dolor de la muerte de nuestros seres queridos. Muchos han tenido que morir en soledad, pero el sacerdote, el capellán siempre ha estado allí, también en los hospitales para atenderles en los últimos momentos. La Iglesia ha estado siempre cerca de sus hijos. También ha celebrado la liturgia muy reducida, con los templos cerrados, pero se han utilizado los medios modernos, como Youtube, para llegar a los fieles. Ha sido muy grande la creatividad pastoral de los sacerdotes, y por eso les doy las gracias y les felicito.

¿Qué necesidades perciben en la sociedad tras la pandemia de la covid-19?

Va a haber una gran crisis. Al haber menos ingresos, los presupuestos de las administraciones y las instituciones se van a ver resentidos. En cambio, he notado una solidaridad mayor del pueblo fiel. La Ofrenda de Frutos recogió el año pasado unos 8.500 kilos y este 2020 va ya por más de 10.500. Noto que hay una solidaridad grande en el pueblo aragonés. La Iglesia también ha estado con el corazón abierto a las necesidades materiales, a través de Cáritas, Manos Unidas, comunidades religiosas y parroquias. De hecho, se ha agotado todo el presupuesto que había del año en Cáritas, y ha habido que incrementar otra vez los donativos. Nosotros mismos hicimos una campaña especial de emergencia covid para que fuéramos primero los sacerdotes y religiosos los que diéramos. Se han repartido más de 100.000 euros a distintas casas y necesidades.

La Iglesia también lo habrá notado en lo económico...

Por supuesto. La Iglesia se nutre de las colectas y las aportaciones de los fieles. Al participar menos gente en la eucaristía, menos gente puede depositar su limosna en la colecta. Por eso, hemos hecho una llamada a que, por otros medios, por suscripciones o por Bizum, colaboren para poder sostenerla y que la propia Iglesia pueda ayudar a los necesitados. Porque ordinariamente, lo que la Iglesia recibe con una mano lo entrega con otra. De hecho, todo lo que recibimos en esa campaña extraordinaria que se hizo se ha distribuido. Y ahora se ha lanzado otra para ayudar a las parroquias, porque muchas están necesitadas de luz, calefacción, limpieza... Eso se sostiene con las limosnas de los fieles. Los ingresos se resienten, y los gastos son iguales o más. Por eso, vamos a hacer una campaña para concienciar a los fieles. La Iglesia tiene que llevar adelante su misión, pero necesita la ayuda económica y el sostenimiento del pueblo de Dios.

En estos meses se ha podido ver a la Virgen del Pilar las 24 horas, y el templo ha quedado dividido en dos partes. ¿Se mantendrá, por ejemplo, esa división?¿Podría dar lugar a más cambios?

Eso, de momento, es ahora. Cuando desaparezca la pandemia, y ojalá sea pronto, se volverá al estado anterior. No habrá necesidad de poner verjas, sino que se podrá circular por las naves debidamente. Esta situación ha agudizado la creatividad de sacerdotes y catequistas para realizar la misión de otra forma.

¿Saldrá la sociedad más solidaria de esta crisis o no aprenderá la lección?

La pandemia nos hará distintos. No sé si mejores o peores, pero distintos. Es una cosa nueva, y ante esa cosa nueva hay que plantearse respuestas nuevas. Habrá que crecer en solidaridad y relativizar muchas cosas. La covid nos ha hecho caer en la cuenta de la fragilidad del ser humano, de que no lo puede todo, ni con la ciencia ni con la técnica. El hombre no es Dios, es hombre, es limitado.

El próximo mes se hará efectivo su relevo al frente del Arzobispado tras más de un lustro. ¿Qué balance hace de sus años como arzobispo de Zaragoza?

No me gusta hacer el balance, prefiero que lo hagan otros al acabar. Hace falta guardar una distancia en el tiempo para situar los acontecimientos y las personas, pero sí puedo decir que me he entregado en cuerpo y alma a la misión que la Iglesia me ha confiado como arzobispo de Zaragoza y que no he parado de trabajar. Soy un hombre de trabajo constante y de fiel servicio a la Iglesia. Estoy con el corazón en paz y la conciencia tranquila por la misión cumplida.

Le sucederá el hasta ahora obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño, Carlos Manuel Escribano... ¿Ya ha hablado con él?

Cuando un servidor vino como arzobispo a Zaragoza en 2014, él estaba en Teruel y teníamos reuniones como con el resto de obispos de Aragón. Por tanto, ya le conocía y él me conocía. Desde que se confirmó su nombramiento hemos estado en contacto para preparar su llegada, que será, si Dios quiere, el 21 de noviembre.

Llegó en un momento especialmente polémico, con un supuesto caso de abuso sexual en Épila cuya denuncia no llegó a confirmarse. Además, la Audiencia Provincial confirmó este año penas de cárcel a una exnotaria y un exjuez del Arzobispado. ¿Cómo vivió esos momentos?

Los viví con preocupación, pero a la vez con paz y tomando las decisiones que creía en conciencia en cada momento que había que tomar. Eso ha tenido su recorrido y ya es una página pasada.

Han sido años marcados por las polémicas por las horas de Religión y la concertada...

La Iglesia defiende los derechos de padres e hijos, que están recogidos en la Constitución, donde se dice que el Estado tiene que respetar el derecho legítimo a la educación religiosa y moral de los hijos. Y por otra parte, hay acuerdos internacionales Iglesia-Estado que obligan a ambos y dicen que las clases de Religión se desarrollarán en condiciones equiparables a las asignaturas fundamentales. Entendíamos que con 45 minutos a la semana no da tiempo a desarrollar todo el programa de una clase de Religión, que es importante como la Física o la Química. Llegamos a donde llegamos y ahí está el tema, en los tribunales.

¿Cómo están entonces las relaciones con la DGA?

Las relaciones están bien, pero hay que hablar desde la verdad. Podemos dialogar, pero el diálogo no es una claudicación, es poner en la mesa las razones que cada uno tiene y el cumplimiento de la ley. Repito: la Iglesia nunca quiere privilegios, pero tampoco discriminaciones.

¿Qué retos tiene la Iglesia?

Ir creciendo en la fe. Si somos débiles no podremos dar respuesta a los retos de la sociedad de hoy, que está bastante secularizada y en gran parte alejada de la Iglesia y la práctica sacramental.

"Si la situación no cambia, la Semana Santa será como este año"

Aunque quedan aún varios meses, el hasta ahora arzobispo de Zaragoza, Vicente Jiménez, adelanta que, si la situación epidemiológica no cambia, la Semana Santa de 2021 tendrá que celebrarse como este año: sin procesiones en las calles y con un aforo muy reducido en los templos. A corto plazo, la Iglesia se prepara para recuperar las catequesis. «Tendremos que seguir unos protocolos muy parecidos a los de los colegios para poder hacer grupos según la capacidad de cada sala. Todo esto se va a hacer, la misión de la Iglesia no se paraliza. Hemos preparado ya todo un protocolo y orientaciones para que catequistas, sacerdotes, padres y niños cumplan esas normas», expone. A la hora de hablar de los jóvenes, asegura que no se puede generalizar. «Hay un sector de la juventud que está alejado, no solo de la Iglesia, sino de la política y otras instituciones, pero también hay jóvenes que tratan de ser fieles a Jesucristo, con las limitaciones propias de su edad, y participan en jornadas o trabajan como voluntarios o catequistas», dice. Pese a no haber nacido en Aragón, el nuevo administrador apostólico seguirá viviendo en Zaragoza. «Los aragoneses son gente noble y brava como la tierra. Aquí ha prendido la fe desde el primer momento, hay una solera religiosa y un humus vital para poder sembrar bien la semilla del Evangelio en las nuevas generaciones», señala.

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