fruticultura

Buena cosecha y mejor precio

Los productores de la D. O. Melocotón de Calanda encaran la campaña con optimismo. El inicio de campaña ofrece unas altas cotizaciones.

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El Melocotón de Calanda no solo se diferencia por su tamaño, su color y su calidad, sino también por su etiqueta negra numerada con el sello de la denominación.
M. C.

Comienza a llegar al mercado el Melocotón de Calanda. Así, con mayúsculas, no solo por su calibre y su calidad, sino porque ese el nombre de la denominación de origen que certifica las bondades de la producción que tanto miman los agricultores y empresas que la integran. Porque cuando el verano comienza a dar sus últimos coletazos y la campaña de fruta dulce está prácticamente finalizada, la actividad se hace frenética en los campos y en los almacenes de los 45 municipios de la provincia de Zaragoza y Teruel que forman parte de este sello de calidad.

Pero esta no es una campaña cualquiera. Está marcada, como en todas las producciones, por la excepcional situación sanitaria que vive el país, que ha obligado a tomar exigentes medidas para evitar la expansión de la covid, que ha cambiado -aunque no tanto como se esperaba al principio- el perfil de los temporeros y que continúa generando incertidumbre y cierto temor ante la posibilidad de que se produzcan contagios.

Sin embargo, en lo puramente agronómico, la cosecha se encara con buenas expectativas. El clima ha sido benévolo. Es cierto que algunas zonas, como Mazaléon, sufrieron el azote del pedrisco, pero en el conjunto de la D. O. apenas se han registrado daños por heladas o por tormentas de granizo. Las cooperativas hablan de previsiones "estupendas", porque la producción certificada con el sello de esta denominación -la única de melocotón que existe en España-, no solo mantendrá las cifras del pasado año sino que incluso podría superarlas.

Los productores miran también con optimismo al mercado, ya que en estas primeras semanas de recolección, que se prolongará durante el mes de octubre, los precios están mostrando su mejor cara. Pese a todo, los responsables de la D. O. se muestran cautos y señalan que habrá que esperar a que avance la campaña para saber cómo se comportan las cotizaciones.

Eso sí, no todo el melocotón que se comercializa en septiembre es D. O., por lo que desde el consejo regulador, preocupado siempre por el fraude, recuerda que solo el logo de este sello garantiza la calidad del producto.

Otoño

Aunque ya ha llegado el otoño, todavía se puede degustar una de las frutas más características del verano. Septiembre y octubre es tiempo de melocotón tardío, y es entonces cuando llega a los mercados el fruto más apreciado de las comarcas zaragozanas y turolenses del Bajo Aragón.

La Denominación de Origen Melocotón de Calanda ya ha comenzado la recolección, el momento con el que culmina una intensa labor en el campo, que comenzó a dar sus primeros pasos entre los meses de junio y agosto, cuando los productores ‘esconden’ en una bolsa de papel los frutos en el propio árbol para protegerlos de plagas -como la mosca de la fruta- o de productos fitosanitarios. Una labor que se realiza totalmente a mano y que demuestra el mimo con el que se trata a estos cultivos a lo largo de todo el proceso productivo.

"Se espera una buena cosecha", señala Ana Omedes, directora de certificación de la D. O., que explica que las condiciones climáticas han sido benévolas y apenas ha habido afecciones. "El tiempo nos ha acompañado durante todo el año y aunque es cierto que hubo algunas daños por pedrisco, como en Mazaleón, son muy pocas las zonas de la denominación afectadas por el granizo", explica.

Omedes habla de buena cosecha, aunque los datos de esta campaña serán similares a las del pasado año. "Siempre nos movemos en las mismas cifras. La previsión es certificar unos 3,5 millones de kilos, aunque este año incluso podríamos superarlos y alcanzar los 4 millones", detalla la directora, que deja claro que la producción certificada -y que cumple unos elevados estándares de calidad- solo supone entre un 10% y un 15% de la producción total de los municipios que integran la denominación.

Se presenta una buena campaña, pero no una campaña fácil, marcada por las exigencias sanitarias y la incertidumbre que ha añadido la complicada situación sanitaria que vive el país por la pandemia del coronavirus. Las primeras preocupaciones comenzaron a surgir en pleno confinamiento cuando el cierre de fronteras hizo temer la posibilidad de disponer de mano de obra suficiente para realizar el aclareo, el embolsado y la recogida de la fruta en el campo bajoaragonés, donde el 90% de los cerca de 2.700 trabajadores contratados (en origen) proceden mayoritariamente de Rumania y, en menor volumen, del norte de África.

El levantamiento del estado de alarma y la desescalada supuso un respiro porque una parte del contingente que llega desde hace años de ese país europeo pudo unirse a las cuadrillas que ya habían comenzado el trabajo en los frutales a finales de mayo. "Todos los que venían a España no han podido hacerlo, pero se ha conseguido finalmente que no haya problemas de disponibilidad de mano de obra y que esta sea suficiente para la recolección", señala Omedes, que destaca que ha habido más contrataciones de trabajadores de la zona e incluso de jóvenes estudiantes, aunque asegura que "estos no son especialmente significativos en número".

Máxima precaución

La operativa de la recogida del melocotón también se ha visto fuertemente afectada por la pandemia. "Se han tenido que reforzar muchísimo las medidas de seguridad para evitar los contagios", destaca la directora de la denominación. Omedes reconoce que en el campo resulta más fácil mantener las distancias de seguridad exigidas, colocando a los trabajadores de uno en uno por línea o separándolos por árboles. Es en los almacenes donde las exigencias sanitarias resultan más complicadas. "No se pueden mantener tantas distancias porque hay unos quitando las bolsas, otros embolsando... y la distancia es la que hay", señala. Pero se ha hecho un gran esfuerzo para colocar mamparas en aquellas zonas en las que era necesario y se podía; se ha extremado la limpieza y la higiene; se han establecido turnos diferenciados, y son muchas las cooperativas que han restringido la venta a particulares y la entrada de personal externo. "Y por supuesto se controla la temperatura de los trabajadores y está generalizado el uso de la mascarilla y los hidrogeles", explica la representante de Melocotón de Calanda.

Todas estas medidas no impiden que la campaña esté marcada también por la incertidumbre y el temor constante a que se produzca un brote entre los trabajadores -como sucedió en verano en algunas de las comarcas frutícolas de Aragón y Cataluña-, que supondría, además de la primera y más importante preocupación por la salud de las personas, un mazazo económico para las empresas. "La inquietud es tremenda, hay agricultores que incluso están pensando salir de sus casas, porque tienen niños que ya han comenzado el colegio y eso supone un riesgo adicional", insiste Omedes, que señala que las cuadrillas de temporeros extranjeros que se alojan en viviendas (proporcionadas por los contratadores o alquiladas por ellos mismos) actúan como grupos burbujas para que "en caso de un contagio todos el grupo pueda estar controlado", detalla.

Precios altos

Aún con todas estas circunstancias, hay optimismo entre los productores de Melocotón de Calanda, no solo por el volumen y la calidad de las producciones, sino también por el comportamiento que está mostrando el mercado y que ha impulsado los precios al alza, al menos en estas primeras semanas de campaña.

"Se está dando una circunstancia en el mercado: hay mucha demanda de producto y poca oferta, por eso las cotizaciones están muy altas", señala Omedes. Y eso beneficia todavía más al Melocotón de Calanda, ya que el precio del producto certificado suele ser entre 30 y los 50 céntimos más que el del convencional.

No cree la directora de esta D. O. que este escenario esté relacionado con la pandemia, aunque matiza que "eso habrá se valorará mejor al final de la campaña". Considera que tiene más que ver con la merma de cosecha provocanda por las intensas lluvias y el granizo en las plantaciones frutícolas de Lérida, una de las principales zonas productores del país.

Por eso, si bien la denominación de origen exporta alrededor del 15% de su producción -principalmente a la Unión Europa, con Francia, Alemania e Italia como principales destinos-, "lo cierto es que las empresas se están mostrando más interesadas en la venta en el mercado nacional, ya que, además, supone menos riesgos", explica Omedes, que se muestra, sin embargo, cauta con la buena marcha de los precios, porque "estamos al principio de la campaña y pueden cambiar mucho".

Un auténtico etiqueta negra con demasiados imitadores

Si hay algo que se repite cada campaña entre los productores y responsables de la Denominación de Origen Melocotón de Calanda es la preocupación por el fraude, ese que realizan aquellos que comercializan esta fruta como si fuera con denominación cuando no lo es. Sus melocotones son únicos y diferenciados, su calidad irrepetible y solamente se pueden encontrar en el mercado entre los meses de septiembre y octubre. Pero entonces, e incluso en los meses anteriores, tienen que lidiar con los muchos (demasiados) imitadores que inundan el mercado con una fruta similar que, por mucho que se parezca, no es ni de cerca Melocotón de Calanda.

"El fraude sigue siendo una preocupación constante", señala Ana Omedes, directora de certificación de la D. O., que insisten en que "todos los años, sin excepción, a partir de junio empezamos a tener esos problemas, a ver cómo se oferta en los puntos de venta el melocotón de Calanda aunque no haya comenzado ni siquiera la recolección". Omedes, que asume que si tanto los imitan será porque lo están haciendo bien, reconoce que es muy complicada la lucha contra este fraude. "Para empezar, aunque no lo parezca, hay un gran desconocimiento sobre lo que es una denominación de origen, a pesar de todos los esfuerzo que se están haciendo con campaña realizadas a nivel europeo", destaca.

Explica además que el propio nombre de la denominación añade una dificultad, porque "parece que todo el melocotón de Calanda es de denominación y nada más lejos, porque apenas se certifica el 15% de la producción total".

Omedes reconoce que es cierto que el consumidor parece estar cada vez más interesado en saber si lo que compra es lo que quería comprar, pero reconoce que todas las actuaciones realizadas para diferenciar esta fruta con sello de calidad "nos las han copiado". Y eso confunde nuevamente.

"Pusimos primero una bolsa y ya hay muchas empresas que la ponen y ofertan el producto como melocotón embolsado", explica. "Utilizamos después una etiqueta negra (numerada y con el sello de la denominación). Entonces no había etiquetados de este color y ahora hay montones de empresas que lo utilizan", explica. "Y cada año insistimos a los consumidores, que este producto no puede encontrarse en el mercado salvo en los meses de septiembre y octubre". 

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