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Los forenses dicen que el homicida de Fuentes no fue consciente del crimen

Explicaron al jurado que el agresor pudo usar un atizador para golpear a su madre en la nuca cuando estaba en las escaleras

El acusado en la sala de la Audiencia de Zaragoza durante la primera sesión del juicio del Jurado del crimen de Fuentes de Ebro.
El acusado en la sala de la Audiencia de Zaragoza durante la primera sesión del juicio del Jurado del crimen de Fuentes de Ebro.
Efe/ Javier Cebollada (Pool)

La prueba pericial de los forenses Eduardo Cantón e Isabel Moreno, que duró una hora y cuarto, concluyó que la muerte de Teresa Lapeña en Fuentes de Ebro el 9 de enero de 2019 «fue violenta y no accidental», frente a la versión que sostiene la defensa del acusado Julio Pérez Lapeña. Un informe de la Guardia Civil entregado al jurado lo confirmó.

La autopsia que realizaron determinó que la mujer de 73 años falleció de un golpe en la nuca y los forenses explicaron que pudo realizarse con un atizador, como el que se halló en el salón donde estaba la fallecida en el sofá.

Como no hallaron restos del ADN de la víctima en el objeto, los peritos justificaron que pasaron siete horas desde que se produjo la muerte (desde las 9 a las 11) hasta que entró la Guardia Civil a las 18.00 en el domicilio. En ese tiempo, los forenses apuntaron que el atizador pudo utilizarse en la estufa encendida o limpiarlo mientras el acusado impidió la entrada de la Guardia Civil.

De hecho, Cantón y Moreno mostraron dos imágenes superpuestas al jurado sobre la lesión en la nuca y el objeto con el que supuestamente la golpearon. Agregaron que en el occipital sale poca sangre para justificar que el acusado no tuviera restos.

Brote psicótico

Los peritos detallaron que la causa del fallecimiento fue por la conmoción cerebral debida al golpe que recibió la mujer en el hueso occipital, situado en la parte posterior e inferior del cráneo.

Consideran que la agresión fue al final de las escaleras, por lo que el cuerpo fue trasladado después al sillón del salón, donde quedó boca abajo. Los forenses dijeron que «era imposible» que la víctima se moviera tras recibir el golpe.

El contundente informe de los médicos reconoció que el acusado sufrió un brote psicótico en la agresión a la madre, quien recibía un tratamiento psiquiátrico por el problema del hijo. Consideran que el acusado sufre esquizofrenia y al matarla «no era consciente de lo que hacía».

El fiscal Fernando García Vicente pidió la absolución del homicida y habló de un «caso inédito» en su profesión, pero solicitó 15 años de ingreso en un centro psiquiátrico. «La esquizofrenia no tiene cura y podría volver a hacerlo otra vez», arguyó para «proteger a la sociedad» con esta medida.

El letrado de la acusación particular, Ángel Jiménez, reiteró la petición del fiscal y recordó que el acusado no ha querido ser internado en un centro en su historial de quince años y lo necesita.

Por su parte, el defensor Carlos Giménez mantuvo que no hubo homicidio y Julio «no es un homicida» porque no hay huellas que lo prueben. Reiteró que no tenía una denuncia por malos tratos previa. Aun así, asumió su ingreso en un centro psiquiátrico. El acusado concluyó: «No hice nada. No sé por qué se ha montado este pollo». Hoy le entregan el objeto de veredicto al jurado.

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