montañismo

Crónica de un rescate: "Solo quería salir de allí, que el helicóptero viniera a buscarme"

María Ciria, presidenta del club de montaña de Benasque, es una de las 120 personas auxiliadas por la Guardia Civil en agosto. Cayó 10 metros en la Peña Montañesa al desprenderse una piedra.

María Ciria, con los pilotos del helicóptero de Benasque que la evacuaron de la Peña Montañesa.
María Ciria, con los pilotos del helicóptero de Benasque que la evacuaron de la Peña Montañesa.
Heraldo

María Ciria es una de las más de 120 personas rescatadas el mes pasado en Aragón por la Guardia Civil. “El 18 de agosto volví a nacer”, dice esta joven montañera que preside el club de Benasque, el municipio con más cumbres de 3.000 metros de España. La caída de una piedra a la que se agarró cuando iba sola por la Faja de Toro, en la Peña Montañesa (comarca del Sobrarbe), pudo costarle la vida. Tomó una decisión inteligente: dar aviso y no tratar de resolver la situación por sus propios medios.

“Llevaba una hora u hora y media caminando y sobre las 11.20 agarré una roca y se me vino encima. Nos fuimos la roca y yo para abajo, en una caída limpia de 10 metros. Recuerdo estar volando boca abajo pero no el momento del impacto. Recuerdo levantarme, me mareaba pero podía mover los brazos. Estaba viva”, cuenta. Sufrió contusiones y laceraciones en la cabeza y las extremidades.

En su favor jugó que en la zona había cobertura de teléfono móvil, algo poco habitual en muchos valles de alta montaña del Pirineo. Llamó a su pareja, que estaba en Salamanca, desde donde él dio aviso al servicio de emergencias y el 112 a su vez transfirió la llamada a Aragón para activar a los rescatadores.

El tiempo transcurrido hasta la llegada del helicóptero con base en Benasque, junto con un médico y un especialista del Greim de Boltaña, se le hizo eterno. Ese mismo día hubo otro auxilio y en esa semana, los socorristas de la Guardia Civil atendieron 29 intervenciones con 37 personas rescatadas.

“Iba pasando por todos los estados de ánimo, a veces pensé tirar para adelante, otras creía que me iba a desmayar y no iba a aguantar más. No era muy consciente del tiempo. Me ayudó mucho poder estar al teléfono con mi pareja, le contaba lo que iba sintiendo”. Notaba sus manos doloridas y la sangre en la cabeza. “Yo me veía la cara y parte del cuerpo llena de sangre, y eso me agobió, pero sabía que no me había roto nada y nunca pensé que iba a morir. Solo quería salir de allí, llegar a casa y entrar en calor, que el helicóptero viniera a buscarme y me sacara de allí”. María Ciria comprobó en carne propia la importancia de contar con el servicio de rescate en montaña, “que hace una labor excepcional, me trataron con mucho cariño y comprensión”. 

Al hacer balance de lo ocurrido se ha dado cuenta de que la decisión de avisar al 112 fue acertada. “Yo no quería llamar, le dije a mi pareja que esperara a ver cómo me encontraba, pero ahora creo que hay que ser rápidos a la hora de tomar decisiones”. La posibilidad de mandar la ubicación, “a los teléfonos particulares de los guardias civiles”, recalca, también ayudó. Por contra, vestir ropas oscuras dificultó su localización.

Como vecina de un municipio rodeado de las mayores cumbres del Pirineo y como presidenta del club de montaña de Benasque conoce el protocolo de actuación y las medidas recomendadas a la hora de salir a la montaña. Sobre si pudo evitar el accidente, cree que no, “te toca y te toca”, pero es consciente de que ir sola implicó un riesgo añadido “y a lo mejor pude planear mejor la actividad, aunque llevaba un GPS”. Su accidente fue cuestión de “mala suerte, o buena suerte, porque hay gente que por menos de lo que me pasó a mí se ha matado”. Es consciente de que “cuando tú vas a la montaña siempre estás más expuesto que si te quedas en casa a ver la televisión”, pero sobre todo recomienda “pensarlo todo bien antes de salir”.

María Ciria no quería contar públicamente cómo fue su rescate, “pero al final lo he hecho por si mi historia puede servir a otra persona, y para agradecer la labor de los rescatadores, porque ya sé que es su trabajo, pero me trataron con mucho cariño e incluso luego se interesaron por cómo estaba”.

Al vivir en Benasque está habituada al ir y venir del helicóptero con base en la localidad los meses de verano, pero su percepción de lo que supone ha cambiado tras la experiencia vivida en la Peña Montañesa. “Tengo que reconocer que cuando oigo el helicóptero se me siguen poniendo los pelos de punta. Antes decía, ‘otro rescate más’, pero ahora pienso en la persona a la que van a auxiliar y me pongo en su lugar".

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión