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"Queremos que la gente se divierta en nuestra boda, pero dentro de los límites"

Las mascarillas y la distancia social marcaron la boda y las dos comuniones que acogió La Alquería este sábado.

Los salones de bodas, comuniones y demás celebraciones familiares vuelven a tener vida, aunque sea una muy distinta a la que se conocía antes de que el covid entrara en nuestras vidas. La mascarilla se ha convertido en un complemento imprescindible en los banquetes, y la distancia social se convierte en ley en unos eventos cuya esencia era, precisamente, la ausencia total de distancia social. Hasta el ¡viva los novios! se grita con algo de pudor.

Estos fines de semana, las fincas y grandes restaurantes recuperan una mínima parte de la actividad perdida. Es el caso del zaragozano La Alquería, en la carretera de Logroño. Este sábado acogió una boda y dos comuniones, combinando sus espacios interiores y exteriores para cumplir las normas y garantizar la seguridad.

Las mascarillas y la distancia social marcaron la boda y las dos comuniones que acogió La Alquería este sábado.

El feliz enlace unió en matrimonio a Laura García Garrote y a Daniel Lozano Millán. Admitían que el día fue "muy complicado". Tras dos aplazamientos –tuvieron fecha para el 2 de mayo y el 28 de agosto– organizaron "toda una boda en una semana". "Hemos ido cambiando todo hasta que nos ha cuadrado, para poder celebrarlo con seguridad", apuntaban.

La lista de invitados ha ido variando, sobre todo porque había familiares y amigos de riesgo e, incluso, algunos que se quedaron confinados en Andorra y en Ejea de los Caballeros. "Hemos traído mascarillas quirúrgicas de repuesto para que nadie se quede sin protección, pero queremos que la gente se divierta todo lo que pueda dentro de los límites", señalaban. Aunque no fuera la boda que tenían pensada, aseguraban que el día seguía siendo "muy especial".

Sergio Labrador, director general de La Bastilla –propietaria de la finca–, cree que "quizá no sean las bodas con las que soñamos todos", pero anima a que los futuros novios a que sigan adelante con sus enlaces: "Las bodas se pueden celebrar". "Al comienzo la gente no era tan severa, era más flexible, pero hoy todo el mundo respeta mucho las normas", asegura.

En la misma finca, Marta Luna comía con la familia para celebrar la comunión de su hija. Tenía que haberse celebrado el 15 de mayo en Gurrea de Gállego, pero se aplazó hasta este pasado fin de semana. "Lo hemos tenido que recortar y limitar a padres y hermanos. Con los amigos lo aplazamos para cuando todo esto pase", señalaba.

Inés Pastor, una niña que también celebraba su comunión, decía que –pese a todo– se lo estaba pasando "genial". "En la iglesia ha sido un poco raro porque hemos tenido que llevar las mascarillas y no nos hemos juntado con los otros compañeros", apuntaba. En la finca, la protección seguía igualmente colocada para jugar, algo un poco engorroso porque "con el calor, molesta un poco".

Inés Ramos, encargada de los juegos infantiles del recinto, señalaba que estos también se han tenido que adaptar a la pandemia. "Antes eran cooperativos, pero ahora hay que hacerlos más individuales, como el escondite, el pilla-pilla, el pañuelo… y siempre con cosas que se puedan desinfectar". Y, por supuesto, quedan vetados los juegos en los que se juntaban niños de distintas comuniones.

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