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Una dura pero fructífera transición

La empresa frutícola Plaibo ha emprendido una intensa reconversión en la que apuestan por
la venta directa y por el cultivo ecológico.

Carlos Cabós, agricultor y director técnico de Plaibo.
Carlos Cabós, agricultor y director técnico de Plaibo.
Toni Flix Comunicación

La difícil situación que atraviesa desde hace años el sector agrario, marcada, entre otros factores, por los bajos precios y la competencia de productos de países terceros, llevó, después de ocho generaciones, a los responsables de la empresa frutícola Plaibo a tomar la decisión, hace algo más de un lustro, de dar un giro a su actividad.

Para ello decidieron apostar por la venta directa al cliente final, así como por la oferta de unos productos de mayor calidad, algo que, a su juicio, pasaba por transformar toda la producción de sus 17 hectáreas de cultivo en agricultura ecológica, un objetivo que lograrán alcanzar este año con la obtención del certificado de agricultura ecológica para su producción frutícola.

Un proceso en el que "lo más duro es lo económico, puesto que durante los tres años que dura la reconversión vendes tus productos en el mercado convencional, a precios de mercado convencional, lo que supone miles de euros de pérdidas cada año. Y no hay ayudas", lamenta Carlos Cabós, director técnico de Plaibo.

"Para lograr esto, sin embargo, nosotros optamos por una transición intermedia por vía de la agricultura regenerativa -explica Cabós-, porque consideramos que era la mejor manera de obtener de forma natural la mineralización que los árboles y los frutos necesitan y, al mismo tiempo, evitar o minimizar las enfermedades causadas tanto por el consumo de sustancias químicas durante el cultivo y por el déficit de minerales que tienen muchos alimentos", añade.

Fumigar con canela

Así, en Plaibo llevan a cabo acciones como el cultivo de trébol entre las hileras de árboles. "Es una leguminosa y favorece la retención de nitrógeno en el suelo, por lo que no hay que aportarlo de manera artificial", detalla el director técnico de Plaibo. "También sembramos caléndula autóctona. Al principio, salió de forma espontánea, pero posteriormente la cultivamos. A muchos insectos les atrae esta planta como alimento y estos nos sirven como depredadores de plagas", añade.

Además, aplican diversos métodos como el uso de canela o de tierra de diatomeas, un tipo de algas marinas, para fumigar, "algo que puede sustituir a todos los químicos que hay en el mercado", asegura Cabós.

Todo esto contribuye no solo a una producción de alimentos mucho más saludables, sino a hacer de las fincas de Plaibo lugares muy especiales "tanto por su colorido, como por la biodiversidad que se ha recuperado. Estamos viendo animales como zorros u oropéndolas, que hacía décadas que no se veían por aquí", destaca Toni Flix, director de comunicación de la empresa.

Escuchar al consumidor

"Los consumidores se empezaban a dar cuenta, y esto se ha acentuado durante la pandemia, de que es necesario cuidarse cada día más y esto pasa por la alimentación", apunta Flix, quien destaca que durante este período se han incrementado el número de clientes que han adquirido sus productos. "Además, cuando reciben sus productos, siempre nos dan sus impresiones, que para nosotros es una información muy valiosa, hasta el punto de que, puesto que lo han pedido ellos, vamos a empezar a producir hortalizas en temporada de invierno", concluye.

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