Used abre las compuertas de la Parada para inundar la laguna de La Zaida

Este año no se han repartido chocolate y dobladillos y todos los presentes han acudido con mascarilla.

Apertura de la compuerta de La Zaida en Used
Apertura de la compuerta de La Zaida en Used
MACIPE

La Parada, una pequeña presa de contención, fue ayer, y como todos los 15 de agosto desde hace cinco siglos, la protagonista en Used. Por estas fechas, los vecinos que forman parte de la junta reguladora proceden a su apertura o cierre como medio para inundar o desecar y hacer cultivable la cercana laguna de la Zaida. Este humedal, con una extensión que ronda las 100 hectáreas, está dividida en parcelas, que se ceden a las parejas que han contraído matrimonio y residen en la localidad.

En esta ocasión, se han subido las compuertas y se ha dado paso para que el agua recogida del entorno de la sierra de Santa Cruz se adueñe de las tierras de ese estanque. "El año pasado empezamos a repartir chocolate y dobladillos para animar a que viniera la gente, pero hoy, con todo lo que está pasando con la pandemia, preferimos curarnos en salud", remarca Fernando Sánchez, miembro de la junta y alcalde de la localidad.

A él lo acompañaron para subirse a una pala y encaramarse a las compuertas, Víctor Campillo, Carlos García, Rafael Pardos y Atasio Medina. Sánchez y los tres primeros fueron los encargados de hacer girar mediante dos grandes palancas de más de 7 kilos de peso los grandes husillos con los que se accionan las grandes planchas. Es una acción que en pleno mes de agosto, a 19 grados y bajo un sol contundente implica un gran esfuerzo: "Cuesta mucho más subirlas que bajarlas, lógicamente. Pero es un acto bonito y con mucha tradición", apuntaba García, presidente del grupo gestor de este espacio.

La labor la arrancaron, ante la presencia de más de una treintena de espectadores, en torno a las 9.33, cinco minutos después el sonido del agua hacía acto de presencia hasta coger la acequia que se encamina a la Zaida. Cerca de un cuarto de hora después habían subido un metro y a la media hora de empezar ya habían concluido todo el proceso, que empezaron con engrasar las espirales y favorecer el giro de las llaves.

"Antes de que hubiera compuertas, toda la presa era un muro que derribaban para dejar salir el agua o lo levantaban para guardar el agua", explica Miguel Gómez, de 75 años. También recuerda como la acequia que deriva el excedente de agua de la Parada a la Zaida la construyeron "todos los vecinos del pueblo durante 4 o 5 años".

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