Tercer Milenio

En colaboración con ITA

astroturismo

Una Ciudad de las Estrellas en Aragón

La baja densidad de población de algunas zonas abre las puertas del cielo. Su valiosa oscuridad impulsa proyectos de astroturismo y el sueño de una Ciudad de las Estrellas.

Las cabinas de observación y los pequeños apartamentos de la Ciudad de las Estrellas de Laguarta se acomodarán sobre unas terrazas de cultivo en abandono
Las cabinas de observación y los pequeños apartamentos de la Ciudad de las Estrellas de Laguarta se acomodarán sobre unas terrazas de cultivo en abandono
Ignacio Lacarte

Quién no ha mirado al cielo y pedido un deseo al ver una estrella fugaz. Como cada año, estas noches de agosto podemos contemplar las Perseidas o Lágrimas de San Lorenzo. Con o sin pandemia, la Tierra atraviesa la nube de polvo y rocas que el cometa Swift-Tuttle deja a su paso, en cada una de sus órbitas alrededor del Sol. Los trazos luminosos que pinta en el cielo y que nos invitan a desear son pequeñas partículas de polvo desprendidas del cometa que se desintegran al entrar, veloces, en la atmósfera terrestre. Lo que para nosotros son estrellas fugaces son, para los científicos, meteoros.

El pico fue hace tres o cuatro noches, pero hasta el día 24 podemos hilar nuestros buenos deseos con el brillo de un meteoro. Además, "este año la Luna no será un problema para la observación de la lluvia de estrellas más famosa del año", comenta Miquel Serra-Ricart, astrónomo del Instituto de Astrofísica de Canarias. Y añade un consejo: "Como siempre, debemos ser pacientes, en quince minutos seguro que las contamos por decenas si fijamos la mirada en un punto fijo del cielo".

Hay deseos que lleva tiempo ver hechos realidad pero que, poco a poco, con el objetivo bien fijado, van tomando forma. Como el proyecto de construir una Ciudad de las Estrellas en Aragón. Concretamente en Laguarta, capital del desconocido valle de la Guarguera, donde la despoblación preserva la calidad del cielo nocturno, a salvo de la contaminación lumínica que en otros lugares lo anula. Promovida por la Agrupación Astronómica de Huesca, la Ciudad de las Estrellas prevé ubicarse en unos terrenos cedidos por el Ayuntamiento de Sabiñánigo, a cuyo término municipal pertenece Laguarta. Sobre el papel del proyecto constructivo se dibujan 51 cabinas de observación astronómica, de uso presencial o remoto, 17 de ellas con alojamiento adosado.

"Es una zona alta, a unos 1.200 metros, por encima de la zona de nubes, en un bosque seco, con Guara al fondo pero un horizonte amplio para observar", enumera Alberto Solanes, presidente de la Agrupación Astronómica de Huesca (AAHU). Pero hay más: "El cielo es estupendo, por encima de 21,7 en la escala que mide la calidad y oscuridad de los cielos, que llega hasta 22, a lo que se suma algo esencial: más de 200 noches despejadas al año".

Por eso puede resultar tan atractivo para aficionados o profesionales de la astronomía, interesados en ubicar sus equipos de observación en una de las cabinas robotizadas, con cubierta deslizante, que se tiene previsto ofrecer en régimen de alquiler. Es lo que se denomina ‘hosting’ de telescopios. El usuario alquila su cabina-observatorio y controla a distancia su telescopio desde cualquier lugar del planeta. "Aunque también puede que montemos algunos telescopios propios, pensando en familias que demanden actividades de divulgación astronómica con observación in situ incluida", señala Solanes.

Chapa de acero en fachadas y cubiertas de la Ciudad de las Estrellas
Chapa de acero en fachadas y cubiertas de la Ciudad de las Estrellas
Ignacio Lacarte

Pero la Ciudad de las Estrellas de Laguarta quiere ofrecer también la posibilidad de alojarse en pequeños bungalós, de no más de 30 m2 los más grandes, con salón-dormitorio, cocina americana y baño y acceso directo a su propio observatorio. Un pequeño lugar en el mundo desde donde observar el cielo, tan a medida que Solanes está convencido de que, de haber estado construido, "este verano lo hubiéramos tenido lleno".

La agrupación astronómica oscense tiene bien estudiado un proyecto "de envergadura pero realizable", que despierta interés entre universidades españolas y de otros países, así como aficionados a la astronomía que se pueden llegar a gastar 20.000 euros o más en un aparato. Seguridad y un permanente servicio de mantenimiento son fundamentales.

El plan de negocio que han trazado contempla una construcción por fases, con el fin de ir autofinanciando un proyecto que se irá adaptando a la demanda y cuyo presupuesto final asciende a 1.400.000 euros. El Ayuntamiento de Sabiñánigo, además de ceder los terrenos, ha pagado el proyecto constructivo, concluido a finales del año pasado y que firma el arquitecto Ignacio Lacarte. Ahora, la AAHU -una asociación con 600 miembros que ya impulsó y es patrono del Planetario de Aragón, en Walqa (Huesca)-  se pone a la tarea de captar fondos para iniciar los primeros movimientos de tierras y estudia optar a las ayudas de incentivos regionales del Gobierno de Aragón para acometer la primera fase.

Un proyecto ilusionante

En la zona ilusiona una iniciativa que pondría a Sabiñánigo –donde ya existe el activo grupo astronómico Sirio, ‘spin-off de la AAHU– en el mapa del astroturismo. "Por su carácter diferenciador, hacer realidad un proyecto como la Ciudad de las Estrellas, que nos ilusiona tanto, sería muy importante, pues podría atraer turismo y contribuir a fijar población en La Guarguera, una de las zonas más despobladas: no llega a un habitante por kilómetro cuadrado", valora Berta Fernández, alcaldesa de Sabiñánigo. Precisamente el estar tan poco habitado "garantiza la naturalidad de unos cielos estrellados libres de contaminación lumínica".

Laguarta se ubica en el valle de La Guarguera.
Laguarta se ubica en el valle de La Guarguera.
Pedro Marín

La Guarguera "es un valle muy desconocido, con gran riqueza natural y paisajística;se despobló en los años sesenta y por eso se mantiene tan virgen –describe la alcaldesa–. Las actividades de astroturismo podrían combinarse a la perfección con rutas en bici o caminando". El propio enclave de Laguarta va resurgiendo y cuenta con un albergue en funcionamiento que también sirve comidas. En cuanto a conectividad, algo importante para una instrumentación astronómica que envía los datos que recoge y se maneja a distancia, Fernández indica que "La Guarguera no es zona blanca y hay operadores que han mostrado interés por hacer llegar la banda ancha hasta allí". Solanes apunta que, aunque "lo deseable es contar con fibra óptica, y un proyecto así podría hacer atractiva su instalación, también es posible la conexión vía radio dada la cercanía de las antenas del pico del Águila".

Todas las partes impulsoras de esta iniciativa son conscientes de que la pandemia no ayuda a hacer realidad proyectos que demandan una importante inyección económica, pero, por otro lado, esta propuesta de turismo interior especializado, sostenible y respetuoso con el medio ambiente, encaja bien con los modelos turísticos al alza en la ‘nueva normalidad’, "ahora que tanto valoramos los espacios abiertos y el disfrute de la naturaleza", apunta Fernández, quien cree que, "de haber estado ya construido, más de uno se habría confinado aquí".

Pero ¿quién demanda una plaza en estos hoteles de telescopios? En España se encuentra el ‘hosting’ más grande de Europa. Es una iniciativa privada, de la empresa Entre Encinas y Estrellas, en Fregenal de la Sierra (Badajoz); con una inversión algo superior al medio millón de euros, da empleo fijo a cuatro personas. Se trata de un complejo astronómico-turístico puesto en marcha en 2014 que aúna alojamiento, restauración y 67 observatorios modulares que están al cien por cien de ocupación. El usuario de ‘hosting’ alquila su cabina "por un año mínimo, a un precio de entre 300 y 500 euros al mes, según las condiciones y el tipo de servicio", cuenta José Luis Quiñones, promotor de esta iniciativa junto a Cristina Fago. 

Sus clientes, dueños de los telescopios que allí se alojan, proceden de 16 países diferentes, principalmente europeos pero también alguno de América, Japón o Dubai. De momento, no captan demanda desde el Hemisferio Sur, "parece que cada uno está más cómodo en su jardín, en el cielo de su casa, que es el que conoce", piensa. Entre los perfiles, encontramos "desde consorcios académicos, universidades o astrónomos que trabajan para científicos aportando datos hasta aficionados que observan o sacan fotos bonitas".

Cúpulas de observación para alojar telescopios en Galáctica.
Cúpulas de observación para alojar telescopios en Galáctica.
Jorge Escudero

En Arcos de las Salinas (Teruel), seis de las nueve pequeñas cúpulas con que cuenta ya Galáctica, el Centro de Difusión y Práctica de la Astronomía promovido por el Centro de Estudios de Física del Cosmos de Aragón, prestarán este servicio de ‘hosting’ de telescopios. Universidades internacionales, por ejemplo de China y Hong Kong, particulares de Finlandia o Suecia y asociaciones de aficionados de Francia se han interesado por las instalaciones tanto para ‘hosting’ como para el uso de los telescopios propios de Galáctica que comenzarán a instalarse en septiembre en las otras tres cúpulas. Está previsto alquilar tiempo de observación de estos tres telescopios semiprofesionales de uso general –uno solar y otros dos para observaciones nocturnas– a universidades, centros de investigación, usuarios privados y asociaciones. El régimen de funcionamiento del servicio de ‘hosting’ será de larga estancia, con una duración mínima de seis meses, y se ofrecerá una guía ‘online’ para aprender a usar las instalaciones en remoto.

Disponer de tu propio observatorio, bajo un cielo limpio, desde el que estudiar el cielo sin moverte de casa "es vital para quienes habitan en grandes ciudades o en países con climatología adversa; ¿cuántas horas de uso real pueden darse desde Bélgica a un equipo que haya costado entre 50.000 y 200.000 euros?", se pregunta Quiñones. Realmente, para observar "igual te da que tu telescopio esté a 20 metros de casa o a mil kilómetros". Porque "aunque sigue habiendo una conexión emocional con el telescopio, los astrónomos ya no trabajan mirando por el ocular, son ceros y unos en un ordenador y los equipos se manejan a distancia".

La Vía Láctea, sobre la Sierra de Albarracín.
La Vía Láctea, sobre la Sierra de Albarracín.
Luis Frontera

Turismo de estrellas

La comarca turolense de la Sierra de Albarracín está descubriendo el valor de la oscuridad de sus noches. Hace unos meses obtuvo la certificación como Destino Turístico y Reserva Starlight, que no solo avalan una calidad de cielo excepcional, sino también que todos en el territorio –empresarios, comunidades locales, actores turísticos...– entienden que un cielo oscuro y limpio es también dinamizador del desarrollo sostenible local. Y es que en el proyecto de de desarrollo socioeconómico que apuesta por dar valor, aprovechar y proteger el cielo nocturno participan la Comarca Sierra de Albarracín, la Comunidad de Albarracín, la Fundación de Desarrollo de dicha Comunidad y la Asociación de Empresarios Turísticos.

De alguna manera, han empezado a "dejar de mirar tanto al suelo, buscando setas o admirando orquídeas, para descubrir los cielos tan maravillosos que tenemos", señala Begoña Sierra, gerente de la asociación turística. Aunque realmente, "astroturismo y naturaleza –ya sea micología o flora– casan a la perfección". Así lo demuestra la experiencia ‘Berrea bajo la estrellas’, programada, de momento, los días 18 y 19 y 25 y 26 de septiembre. "La escucha de los bramidos del celo se complementa con una observación del cielo que, con la berrea de fondo, es muy atractiva", destaca. Próximamente se tiene previsto instalar miradores astronómicos en parajes singulares y la comarca ya cuenta con cinco personas formadas como monitores Starlight para dar vida a una futura programación continuada que consiga que el turista pernocte en la comarca. Porque, señala Sierra, "este es a la vez un proyecto turístico y de desarrollo rural, que puede ofrecer salidas profesionales a la gente a la zona".

Participantes en un taller de fotografía nocturna en Rubielos de Mora.
Participantes en un taller de fotografía nocturna en Rubielos de Mora.
Juan Carlos Leguey

La Sierra de Albarracín se suma a Gúdar Javalambre y Cuencas Mineras, las otras dos comarcas aragonesas que cuentan con los distintivos Reserva y Destino Turístico Starlight. Antonia Varela, directora de la Fundación Starlight, amparada por la Unesco, la Organización Mundial del Turismo y la Unión Astronómica Internacional, resalta que "Teruel reúne la mayor concentración de territorio con doble certificación de España, lo que indica su alto compromiso con la preservación de sus cielos".

Desde hace unos años, observa Maribel Aguilar, responsable de la empresa Tierras y Cielos Privilegiados, "vemos cada vez más gente que organiza su viaje en función de las actividades de turismo de estrellas organizadas en cada municipio". En este verano atípico de pandemia, además de adaptarse a todos los protocolos marcados desde las Administraciones, "nos estamos reinventando". Con actividades como el ‘Autocine bajo estrellas’ de Javalambre y Valdelinares. Aunque "la covid nos ha condicionado, las actividades de divulgación astronómica ya eran sostenibles, reducidas y muy personalizadas, cambia la interacción con la gente, pero las observaciones siempre han buscado espacios abiertos, amplios y despejados, donde es sencillo colocar a los núcleos familiares a varios metros de distancia. La gente está muy tranquila y repite".

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