Agricultura

Los silos que nadie quiere, de nuevo a subasta y con precios de saldo

El FEGA insiste en la venta de siete silos aragoneses con tasaciones de salida que rebajan en un 60% el montante con el que se ofertaron la primera vez.

Silo de Cariñena, uno de los que vuelve a las subastas del FEGA.
Silo de Cariñena, uno de los que vuelve a las subastas del FEGA.
Heraldo.es

Los silos no encuentran quien los quiera, pero el Fondo Español de Garantía Agraria (FEGA) no desiste en su empeño de que estas inmensas construcciones dejen de ser propiedad del Estado. En septiembre, este organismo dependiente del Ministerio de Agricultura volverá a intentar encontrarles otros dueños, con una nueva subasta entre cuyos lotes se encuentran siete unidades de almacenamiento aragonesas, una de ellas situada en el localidad turolense de Alcañiz y las otras seis en la provincia de Zaragoza, uno en Belchite, otra en Cariñena, dos en Ejea de los Caballeros, una en Gallur y la última en Épila.

No es la primera subasta que realiza el FEGA, que comenzó a poner en práctica esta fórmula de venta hace ya seis años. Desde entonces, ha vendido 33 silos repartidos por todo el país. Y de ellos, 27, esto es, el 81%, han sido adquiridos "por sociedades ligadas a la agricultura, lo que ha contribuido a la reactivación de estas instalaciones para su propósito de construcción original, como el almacenamiento de productos agrícolas, lo que ha contribuido al sostenimiento de la actividad agraria de estos territorios", asegura el Ministerio.

Pero lo cierto es que hay algunas edificaciones que no despiertan el mismo interés. De hecho, de los siete silos aragoneses que vuelven a la subasta, solo uno lo hace por primera vez. Se trata de una finca urbana situada en Ejea de los Caballeros sobre la que se levanta un silo de 1.225,12 metros cuadrados construido en 1965. Las otras seis instalaciones ahora a la venta ya probaron suerte, sin éxito, en anteriores procedimientos.

Pese a todo, el Ministerio insiste en su empeño, pero lo hace poniendo un precio más atractivo para el comprador. De hecho, estas instalaciones, que llegaron a ser conocidas como las ‘catedrales del campo’, se ofertan ahora a precios de saldo, si se compara con las cantidades que lucían la primera vez que salieron a subasta. Sucede así con el silo de Alcañiz, que parte con un precio de salida de 190.000 euros. La cifra es un 60% inferior a los 509.000 euros en los que se tasó allá en 2017 cuando fue sacado a la venta. Entonces, nadie pujó por él y tampoco lo hizo cuando el Ministerio lo puso a ‘venta directa’ por 313.116,04 euros "innegociables". Una opción que quedo desierta. Es la misma suerte que ha corrido también el silo de Cariñena, aunque a pesar de la rebaja continúa siendo con diferencia la infraestructura más cara de las que buscan comprador en Aragón. La finca cariñenense ocupa una superficie 14.775 metros cuadrados, sobre la que se levanta el silo, una edificación destinada a báscula, oficinas y laboratorio y una nave taller. Su precio de salida es ahora de casi 991.000 euros, pero llegó a estar tasado por más de 1,9 millones de euros, un precio por el que nadie quiso pujar hace años. La situación se repite con el resto de silos a la venta en Aragón, unos edificios mucho más pequeños y de menor precio, pero que también vuelven a la subasta con una tasación de salida hasta un 50% inferior.

"Están obsoletas"

La subasta de esas instalaciones, que comparten cartel de ‘se vende’ con otros silos (hasta un total de 28) situados en las provincias de Ávila, Burgos, León, Palencia, Soria y Valladolid, se realizará el 29 de septiembre en la sede del FEGA. Los interesados deberán presentar la oferta en sobre cerrado y el resguardo de haber constituido un depósito por importe del 5% del valor de tasación antes de las 14.00 del 4 de septiembre.

Pero, el sector agrario no parece, sin embargo, estar muy interesado en la adquisición de estos gigantescos edificios, que comenzaron a levantarse en plena Guerra Civil para solucionar los problemas que generaban unas cosechas de cereal tremendamente variables y una desorganización total en el mercado del trigo. Dejaron de ser necesarios para el Estado cuando en 1986 España se incorporó a la Comunidad Económica Europea, con lo que la intervención de los mercados viajó de los despachos de España a los de Bruselas.

"Las instalaciones que estaban junto a las cooperativas o los macrosilos despertaron más intereses en el sector, pero ahora es complicado que se vuelva a pujar por los que quedan", señala el presidente de Cooperativas Agroalimentarias de España, José Victor Nogués. Y es que, según Nogués, la mayoría de estas instalaciones están "muy obsoletas, no son competitivas y hay que gastar mucho dinero para adecuarlas".

Nogués reconoce que en años como el actual, en el que el volumen de cosecha es tan elevado, "vendrían bien", pero asegura que las cooperativas cuentan ya con naves modernas, ventiladas y con cargas automatizadas que dan solución a esta necesidad.

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