"En los pueblos de montaña los curanderos siempre han sido imprescindibles"

Júlia Carreras es investigadora especialista en etnobotánica y prepara un libro sobre la brujería en el Pirineo. En paralelo, ha puesto en marcha la empresa Occvlta, a través de la que ofrece talleres sobre plantas autóctonas, aceites, inciensos y tradiciones de hechicería.

Júlia Carreras, junto a una de las cardinchas tan comunes en las puertas y ventanas de los valles pirineaicos.
Júlia Carreras, junto a una de las cardinchas tan comunes en las puertas y ventanas de los valles pirineaicos.
Héctor P. Varela

El Valle de Tena, la Ribagorza, la Vall Fosca en el Pirineo catalán, y la zona de Lannemezan en Francia. Y, por supuesto, Zugarramurdi, en Navarra. Son lugares que Júlia Carreras Tort conoce a la perfección y ha recorrido una y otra vez. "Tengo la suerte de vivir en Esterri d'Aneu, un pueblo del Pirineo leridano, donde se escribió la primera ley contra la brujería en toda Europa en 1424. Intento aprender lo que puedo allí donde me encuentro y, cuando no puedo viajar, hablo con gente mayor e investigo lo que puedo con libros y archivos", comenta esta filóloga e investigadora, que prepara un libro sobre la tradición hechiceril pirenaica. "Cuando se trata de folclore, intento hacer trabajo de campo y hablar con gente mayor de la zona, que son receptáculos de conocimiento que algún día, si no nos apresuramos, vamos a perder", advierte. Carreras bebe además de muchas otras fuentes (archivos, leyes y crónicas de juicios tardo-medievales) y disfruta releyendo libros de autores como María Tausiet, Pau Castell, Gustav Henningsen, Carlo Ginzburg o el antropólogo aragonés Ángel Gari.

"En las comunidades pirenaicas, la bruja se origina como una entidad no humana, un ser sobrenatural que puebla el imaginario nocturno. La bruja, como apunta el historiador Pau Castell, toma su nombre del catalán antiguo ‘bruxar’, que significa chafar el pecho de los durmientes", explica Carreras. "Con la persecución en los siglos XV y XVI, esa bruja sobrenatural se humaniza y se fusiona con roles de la comunidad ya existentes como hechiceros, adivinos, o conocedores de remedios: individuos que pasarían a ser el chivo expiatorio perfecto para un momento de crisis social", comenta sobre un fenómeno que se percibe de forma notable, creo, en los Pirineos catalanes y oscenses.

Plantas y folclore

Carreras es especialista en etnobotánica, esto es, "el estudio del uso de las plantas en una etnia o cultura". "Estudio la forma en la cual nos hemos relacionado con el mundo vegetal a muchos niveles, desde la comida hasta el arte, pasando por la medicina, la magia, las celebraciones, la artesanía... Es una disciplina fascinante que nos ayuda a conocer más sobre nuestra cultura, sobre todo, en el entorno rural". En este sentido, entiende que mucha gente relacione el conocimiento de las plantas con la brujería, pero "esa confusión es conclusión directa de la llamada caza de brujas de finales de la Edad Media e inicios de la Edad Moderna. Hasta ese momento, el conocimiento de las plantas era algo aceptado y necesario en una comunidad. A partir de la persecución de ciertos oficios populares relacionados con la hechicería o el curanderismo, se pasó a ver todo como un mismo fenómeno, pero en los pueblos de montaña, antes y después de la caza de brujas, los curanderos eran algo imprescindible. ¡Y pobre de ti si les llamabas brujos, la que se habría armado!", bromea.

Su experiencia con la etnobotánica, ha llevado a Carreras a montar junto a su pareja una empresa ‘online’, Occvlta (@occvltacrafts), a través de la que explora lo aprendido en el folclore y la tradición. "Damos cursos centrados en la recuperación de las tradiciones de hechicería y ponzoñería populares para un público que ya está un poco familiarizado con el tema –explica–. Con Occvlta hacemos inciensos y aceites perfumados usando, siempre que es posible, plantas autóctonas, y recuperando antiguas recetas y composiciones. El tema de los ungüentos merecería un libro en sí mismo...".

Serpiente de fuego

Por otro lado, su trabajo también tiene una parte divulgativa, que es la que suele desplegar cuando acude a museos y centros culturales para hacer talleres de etnobotánica. "Esa cara la dedico a las rutas guiadas y charlas que realizamos en espacios como el ecomuseo de les Valls d’Àneu, en Esterri d’Àneu. A esas actividades puede asistir cualquiera que esté interesado en la etnobotánica, el folclore brujeril de montaña, y en ver cómo la gente usaba las plantas hasta hace poco tiempo", explica.

Carreras considera que "la tradición de brujería pirenaica representa la vertiente más primitiva del fenómeno" y confiesa que desde pequeña se sintió fascinada por algunas costumbres ancestrales de esta tierra. Sobre todo, por las fallas solsticiales: "Las grandes celebraciones del inicio del verano, en las que los vecinos descienden montañas con antorchas ardiendo, dibujando una gran serpiente de fuego, y que culminan con un haro, o hoguera, en la plaza del pueblo. Cuando vi las fallas de Isil, supe que los valles del Pirineo eran el lugar en el que quería quedarme".

Cuatro plantas mágicas del Pirineo
hisopo

Hisopo, una planta contra el mal tiempo

Planta protectora y medicinal, destinada a curar trastornos de los bronquios y del aparato reproductor femenino. Usada para espantar brujas contenidas en las nubes cuando se creía que estas traían consigo una tormenta potencialmente dañina para las cosechas. A menudo se mojaba en agua bendita.

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verbena

La verbena afrodisíaca

La verbena es una planta afrodisíaca y medicinal, destinada a trastornos del sistema nervioso y la ansiedad. Su nombre, que ha pasado a denominar nuestras fiestas de San Juan, viene del latín verberare, ‘dar latigazos’, pues en el antiguo Imperio Romano se hacían hatillos de verbena en ceremonias de la fertilidad.

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cardincha

La protección de la cardincha

Amuleto vegetal protector por antonomasia, presente en todo el Pirineo. Se clava en los lindares de las puertas para alejar los malos espíritus, las pesadillas y las pestilencias. Se dice que las brujas, antes de entrar a un hogar, tenían que contar todas las espinas de la cardincha, por lo que se les hacía de día y tenían que marchar. También se llama carlina porque dicen que la usaba Carlomagno contra las enfermedades de sus legiones.

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beleño

Beleño, una planta venenosa

Medicinal, psicoactiva y generalmente relacionada con los vuelos de las brujas. A menudo se le ha llamado yerba falaguera, por su capacidad para ‘falagar’ o ‘alegrar’ a quienes la toman. Se dice que cinco granos de beleño se podían transformar en pequeños demonios que ayudaban a cumplir tareas imposibles. Su virtud narcótica está atestiguada por el dicho: "A quien come beleño, no le faltará el sueño".

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