Gürtel, Malaya y Guateque… ¿Quién bautiza las operaciones policiales?

Con sutiles juegos de palabras o ingeniosas expresiones relacionadas con la trama, son los propios agentes que inician una investigación quienes ponen nombre a los casos para sortear la numeración de los sumario.

La Policía Nacional, momentos antes de hacer un registro.
La Policía Nacional, momentos antes de hacer un registro.
EFE

Son singulares y, en ocasiones, divertidos. Los grandes despliegues de la Guardia Civil y la Policía Nacional suelen bautizarse con nombres que no dejan indiferentes. ¿A quién se le ocurren? ¿Cómo se deciden? La semana pasada la Policía Nacional intervino cinco toneladas y media de marihuana en Monzón, en una operación que se llevaba preparando desde abril y que se dio en llamar ‘Templón-Osbale’. El nombre no es casual y hace referencia a que Monzón, uno de los enclaves de la trama, que como es sabido es ciudad templaria y se combina con un pueblo de la Noguera ribagorzana donde también actuaban los delincuentes, y que se llama Os de Balaguer. Es habitual que se utilicen juegos de palabras o neologismos que se refieran a las actividades de los investigados de una forma un tanto sutil. Así, la operación Abanico fue aquella en la que se implicó en un trama de tráfico de estupefacientes a un componente del grupo Locomía.

Cuentan en la Delegación del Gobierno que la moda de bautizar ciertas operaciones comenzó a principios de los años 90. Policías ya jubilados explican que todas estas acciones tienen un número de diligencia (varios dígitos, una barra y más dígitos) pero los agentes no memorizaban el número de sumario sino que acababan usando el de la víctima o del detenido para referirse al caso en concreto. Para preservar intimidades y para ser más rápido y eficiente a la hora de citar una misión determinada se pasó a hacer esta suerte de bautismos en comisaría, que los medios de comunicación celebraron con avidez.

Generalmente son los propios agentes que se ocupan de la investigación los que rivalizan en ingenio para poner un nombre. El que más consenso reúne se llega el gato al agua. Alguna que otra vez también han intervenido los responsables de prensa de la Policía o la Guardia Civil para llamar la atención sobre términos que pueden resultar confusos o cacofónicos.

En la denominación no se puede aludir a la raza, religión o nacionalidad de los sospechosos

De hecho, hay que tener más precauciones de las que se pensarían en un principio para que los nombres sean seductores y misteriosos pero no inciten al error. Existen por ello límites que nunca se traspasan y hay líneas rojas, por ejemplo, en la alusión a la raza, la religión o la nacionalidad de los encausados.

Y, ¿de qué ámbitos es de los que más mano se echa? Son útiles los nombres de poblaciones, las mascotas de los sospechosos o incluso el modelo del móvil del cabecilla de la banda. La fauna marina y los términos náuticos suelen triunfar en la lucha contra la droga (Nécora, Camarote o Grumete, en la que fue detenido Sito Miñanco) y para los rastreos de pederastas es común utilizar algunos de sus ‘nicks’ o contraseñas.

La operación Emperador se conoció así porque luchaba contra las mafias chinas, mientras que Gürtel es la palabra alemana para decir “correa”, y recordemos que el cabecilla de la trama era Francisco Correa. Más curioso es el caso de la operación ‘Manolos’, que acabó con varios traficantes de cocaína en prisión, quienes usaban una curiosa treta: esconder la droga en un cargamento de zapatos Manolo Blahnik. Pocos conocen también que la tan traída y tan llevada operación Malaya surge de la unión de los nombres Málaga y Marbella, que es donde se llevó a cabo la investigación que salpicó a los muy catódicos Isabel Pantoja, Julián Muñoz o Mayte Zaldívar. La Policía nunca ha llegado a desvelar el porqué del nombre de la operación Oikos para la trama de partidos de fútbol amañados. Hay quienes dicen que es porque muchos de aquellos encuentros se jugaban a domicilio y ‘oikos’ significa ‘casa’ en griego y otras opiniones más conspiranoicas sospechan que había jugadores helenos involucrados.

En Aragón los agentes no andan cortos de ingenio en lo que a bautismos se refiere y en la hemeroteca se pueden consultar operaciones con los nombres de Panoramix (un laboratorio clandestino de anfetaminas en Anento), Zig-Zag (por el recorrido que seguían los ladrones en sus robos en la provincia de Teruel) o Ibice (contra la caza furtiva y cuyo nombre se refiere a una cabra salvaje).

Tanto gustan algunos de estos nombres de operaciones policiales que en Twitter son protagonistas de no pocos hilos e, incluso, existen grupos de Facebook que celebran estas denominaciones de origen. Operación Garrafón, Matarratas, Anubis, Polvorón, Pitufo, Guateque (por acelerar las licencias de los bares) o Musaraña (por cavar túneles para esconder el botín) son algunos de los nombres más conseguidos teniendo en cuenta la actividad delictiva que perseguían. Los agentes confían en poder seguir echando a volar su inventiva en los cursos venideros y que no suceda como en Gran Bretaña, donde la Policía ha creado un programa informático que fija las denominaciones al azar.

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