agricultura

La fruticultura aragonesa encara el pico de la campaña sin prever flujos de temporeros entre zonas

La recolección se solapa entre las distintas comarcas productoras, que cuentan con sus mismas cuadrillas de trabajadores desde mayo hasta el mes de septiembre.

Trabajadores del campo durante la recolección de la fruta en una explotación de Fraga (Huesca)
Trabajadores del campo durante la recolección de la fruta en una explotación de Fraga (Huesca)
Rafael Gobantes

Los brotes de coronavirus detectados en la comarcas más orientales de Aragón han complicado todavía más una difícil campaña frutícola que encara en estos momentos el pico de la recolección, es decir, el momento en el que se intensifica la actividad y en el que se hace preciso el mayor volumen de mano de obra (puede llegar a haber unos 20.000 trabajadores).

Por eso, el temor a posibles contagios (y las consecuencias económicas que provocan) se extiende por las explotaciones agrarias y se ha escuchado también en las Cortes aragonesas donde se ha manifestado la preocupación por el posible efecto dominó que podrían provocar los desplazamientos que realizan aquellas personas que buscan trabajo en el campo.

Pero los agricultores de las principales zonas productoras (Bajo Cinca, La Litera, Bajo Aragón, Bajo Aragón-Caspe, Valdejalón y Calatayud-Aranda) insisten en que no se prevén grandes flujos migratorios entre comarcas. Y es que en Aragón la campaña de recolección de la fruta se solapa entre las diferentes comarcas y “aunque algunas zonas comienzan antes, en estos momentos, y sobre todo a lo largo del mes de agosto, todas las explotaciones están trabajando al mismo tiempo", señala Vicente López, fruticultor de La Almunia de Doña Godina (Zaragoza) y responsable de Relaciones Laborales de la organización agraria UAGA. Eso significa que los empresarios agrícolas que contratan mano de obra para la recolección tienen cerradas sus plantillas desde el pasado mes de mayo (en las zonas más tempranas, desde finales de abril). Y significa además, reitera el sector, que son las mismas cuadrillas las que trabajan en la recolección de la cereza –en plena primavera– y las que realizan la cosecha de pera y manzana cuando el verano está llegando a su fin.

No descartan los fruticultores que haya desplazamientos aislados de temporeros que intentan encontrar un empleo en las zonas de recolección, "como sucede todas las campañas", recuerda el sector. Pero los agricultores advierten de que no hay necesidad de contratar nueva mano de obra aunque sea ahora el punto álgido de la recogida, porque además "se espera una producción menor que el pasado año y hay zonas que han quedado muy castigadas por el pedrisco", explica López.

Los productores de Calatayud, los de la comarca del Aranda o del Bajo Cinca y La Litera, como los del Bajo Aragón, coinciden en reconocer que al comienzo de la campaña "sí se produjeron flujos migratorios". El representante de UAGA explica que, como en campañas anteriores, cuando los temporeros de Andalucía, Murcia y Valencia finalizan sus contratos en estas comunidades se desplazan hacia Cataluña y Aragón con la esperanza de encontrar trabajo en la zona. Pero la realidad ha sido muy distinta en esta ocasión, porque en la provincia catalana no solo se espera una cosecha menor sino que además el pedrisco se ha llevado por delante la producción de miles de hectáreas. "Como consecuencia de esta merma las explotaciones agrícolas y los almacenes necesitan mucha menos mano de obra", detalla López, para explicar la presencia de inmigrantes sin vivienda ni contrato en las comarcas cercanas de Aragón hacia las que se han desplazado en busca de empleo.

"Hay miedo"

"Los trabajadores que hay en cada zona se van a quedar en esas zonas", señala Alberto Ortego, fruticultor de Calatayud, que reconoce que las plantillas con las que trabajan las pequeñas explotaciones están muy asentadas en los municipios en los que se encuentran las fincas. "Y si necesitamos más mano de obra, la buscamos en el entorno", destaca.

Ortego reconoce que "todos tenemos mucho miedo" a los contagios. Por eso, insiste, "este año en el que la producción es menor se va a trabajar con cuadrillas más reducidas y se va a intentar a hacer la recolección más rápida".

Óscar Moret, productor del Bajo Cinca, también destaca el temor ante la covid-19, pero insiste en que "los agricultores no tenemos la culpa de que haya infectados entre sus trabajadores". Así lo reitera también Vicente López, que denuncia que se está criminalizando a un sector que está cumpliendo las estrictas normas sanitarias que ha dictado el Gobierno para evitar la propagación del virus. "Nosotros sabemos bien lo que hacemos en nuestras explotaciones y almacenes, de lo que no somos responsables es de lo que hacen los trabajadores al terminar la faena", matiza.

Una vendimia muy mecanizada

Será en el mes de septiembre, una vez ya prácticamente terminada la recolección de la fruta dulce, cuando comience la actividad en los viñedos aragoneses. Sin embargo, no es este un sector que emplee un importante volumen de mano de obra que haga necesaria la contratación de contingentes de temporeros como sucede en otras producciones o incluso en otras comunidades con un mayor peso vitivínicola en España.

Hay además otro matiz. La vendimia mecanizada ha ganado terreno en Aragón, en especial en aquellas denominaciones de origen en las que el viñedo se dispone en espaldera. La utilización de máquinas para la recolección de la uva permite que la campaña se realice de forma más rápida y con mayor calidad y además hace posible incluso recoger el fruto por la noche. Y, sobre todo, reduce de forma considerable el trabajo manual que realizan, dice el sector, trabajadores de la zona.

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