Refugiado venezolano en Aragón: "Salí de mi país porque me iban a detener e intento empezar otra vida"

Ricardo Ordóñez, abogado y político en la oposición, lleva dos años en España y uno en la Comunidad residiendo con su mujer y sus dos hijas.

Ricardo Ordóñez llegó solo a España hace dos años y desde hace uno reside en Aragón con su mujer y sus dos hijas.
Ricardo Ordóñez llegó solo a España hace dos años y desde hace uno reside en Aragón con su mujer y sus dos hijas.
Rafael Gobantes

En los primeros tres meses de 2020, llegaron a Aragón 215 personas solicitantes de protección internacional que huyeron de sus países por motivos de seguridad, persecución política, religiosa o guerras. La crisis provocada por la covid-19 y el cierre de fronteras ha frenado el acceso de estos refugiados y la suspensión de los plazos administrativos durante la pandemia dificulta la tramitación de solicitudes y expedientes de protección internacional. Entre 2015 y 2019 la Comunidad acogió a 2.594 solicitantes de asilo de hasta 67 nacionalidades. Venezuela, Siria y Colombia son las procedencias más comunes.

"Salí de Venezuela porque sabía que me iban a detener. Fui candidato a alcalde por un partido de la oposición y de un día para otro dejé a mi familia. Llegué a Madrid con el deseo de regresar, pero lo veo imposible e intento empezar otra vida como refugiado", resume Ricardo Ordóñez, exconcejal del partido Primero Justicia, de 41 años.

El 4 de julio de 2018 este abogado aterrizó en Madrid con 200 dólares en el bolsillo tras huir de Venezuela a Colombia por una de las trochas, pasos fronterizos por los que cruzan los que no tienen pasaporte o carné de migración. Pagó 1.500 dólares. Fue una decisión "muy dolorosa". Justo un año después lo lograron su mujer y sus dos hijas. En agosto hará un año que reside en Aragón.

"A mi familia la tuve que sacar del país porque recibían amenazas. Enfrente de la casa había siempre un carro extraño vigilando. Es la forma de amedrentar de los partidarios del Gobierno de Maduro. Llegué a temer por sus vidas", cuenta. Allá quedó su hogar y el laboratorio clínico que poseía junto a otros socios, aunque cada vez resultaba más difícil "conseguir los reactivos" para que la empresa funcionara.

A él ya le han concedido el asilo, hace unas tres semanas recibió la notificación de la resolución favorable, y ahora su batalla es lograr que se incluya como anexo familiar a su esposa y a sus hijas de 10 y 3 años. "Estoy muy agradecido por la acogida que he tenido en España. No hay un libro que te enseñe cómo ser emigrante o refugiado y organizaciones como Cruz Roja me han ayudado mucho", asegura.

En estos momentos, ya en la fase 2 del programa de acogida e integración para solicitantes y beneficiarios de protección internacional que gestiona Cruz Roja, viven en un piso de alquiler y Ricardo trabaja como repartidor de pizzas, además de hacer todos los cursos que puede para intentar encontrar un empleo mejor.

Una de sus prioridades es poder lograr las terapias que necesita su hija mayor de 10 años, que padece epasticidad muscular (rigidez causa por la inmovilidad) desde que nació, para seguir avanzando.

Camarero, 'rider' y lo que haga falta

Antes de recalar en Aragón, Ricardo asegura que tuvo "mucha suerte" y encontró trabajo para ganar algo de dinero que también enviaba a los suyos. El mismo día que aterrizó en la capital de España llegó a casa de un amigo en Jávea y en plena temporada de verano enganchó «unas horas» de mantenimiento en un restaurante. "Mi primer contacto fue con un rumano que me acogió muy bien, hice de todo y acabé en la cocina", recuerda.

Cuando el turismo decayó regresó a Madrid y algunos compatriotas lo animaron a sumarse a una flota de ‘riders’ para una empresa de reparto. "Fue una de esas experiencias que te marcan. A través de las historias de compañeros vives situaciones muy trágicas", apunta. Trabajó durante siete meses con un horario de 20.00 a 7.00. "Fue muy duro, pero me movía la esperanza de poder traer a mi familia conmigo y tener todos juntos otra oportunidad", concluye.

Comisión de Inmigración

El próximo septiembre, el Gobierno aragonés va a reactivar la Comisión Interdepartamental de Inmigración, un órgano de decisión que coordina a todas las Consejerías del Ejecutivo autonómico en torno a la creación y mejora de las políticas migratorias. En el marco de la misma, se impulsará un plan específico de reconstrucción socioeconómica para las personas migrantes residentes en la Comunidad tras la pandemia.

Los solicitantes de asilo aumentaron un 27% el año pasado

Un total de 1.054 solicitantes de asilo recibió el año pasado Aragón, un 26,8% más que en 2018, cuando esta cifra fue de 837. En los primeros tres meses de 2020, llegaron a la Comunidad 215, según los datos dados a conocer por la DGA con motivo del Día Mundial de las Personas Refugiadas que se celebró el 20 de junio. En Aragón, se acogió a 2.594 personas entre 2015 y 2019 de hasta 67 nacionalidades distintas. Del total, Huesca ha acogido a 485, Teruel a 387 y Zaragoza a 1.497. En los dispositivos de La Almunia de Doña Godina y de Jaca se han acogido a 124 y 131 personas, respectivamente. Además, de todos los llegados, hasta 630 eran menores de edad y 159 tenían menos de 3 años. En ese mismo periodo, 717 personas se incorporaron al programa gestionado desde la Casa de las Culturas del Ayuntamiento de Zaragoza.

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