aragón

"El sentimiento de pertenencia era grande, era un orgullo ser de Endesa"

Francisco Molina es extrabajador de la central y restaurador de suelos. 

Francisco Molina, junto a su familia.
Francisco Molina, junto a su familia.
Antonio García/Bykofoto

Francisco Molina (Escatrón, 1963) trabajó en la central hasta que en 2012 tuvo que acogerse a los planes de prejubilación. Ahí terminó la tercera generación de su familia vinculada al complejo mineroeléctrico que iniciaron sus dos abuelos. Ambos emigraron desde Andalucía para trabajar en la térmica de Escatrón perteneciente a la Empresa Nacional Calvo Sotelo y siguió su padre, que entró en la escuela de aprendices con 14 años. El cierre de la planta llevó a su familia, y a 300 más, a trasladarse a Andorra. La Villa, tenía 4.500 habitantes en los años 50 que se convirtieron en 7.800 en los 60 por el trabajo en las minas. La central sumaba casi mil más. Él, Ingeniero Técnico Agrícola y diplomado en Gestión Ambiental, comenzó su actividad en el centro minero de Endesa en Andorra en 1990. «Creo que en cierto modo teníamos una idiosincrasia propia y un sentimiento de pertenencia. En ese sentido te invitaba en aquella época a querer entrar, era orgullo», dice. La empresa era motor económico y social. De hecho, otro hito era pertenecer a su equipo de fútbol, «toda una institución».

La entrada de Molina en la empresa coincidió con la creación de un departamento propio para trabajar en exclusiva en el área medioambiental. Se había pasado de un sistema de minería subterránea a uno de cielo abierto donde las afecciones paisajísticas se convirtieron en las más graves por lo que se trabajaba en restauración. «Mientras fue pública, no escatimó en invertir en innovación y adaptabilidad, había que dar ejemplo y te miraban con lupa», apunta y recuerda que fue el primer centro minero de España que alcanzó la certificación ambiental de Aenor. «Han sido muchos años disfrutando del trabajo, con retos, innovaciones y compañeros estupendos», añade.

Espera a esa transición justa que, de momento, «sólo lleva promesas y falsas expectativas». «Siempre nos quedamos fuera del área de negocio, los grandes proyectos que crean 4.000 empleos en Aragón van fuera de esta provincia», concluye.

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