Colonias urbanas en Zaragoza entre algunas mascarillas, al aire libre y en 'equipo'

El Colegio de Educación Especial Jean Piaget de la capital aragonesa organiza su Abierto por Vacaciones con la mitad de alumnos, entre estrictas medidas higiénico-sanitarias y con la mitad de sus actividades en las zonas verdes.

El programa Abierto por Vacaciones, que este julio se lleva a cabo en 54 colegios aragoneses (31 menos que el año pasado) para favorecer la conciliación familiar, siempre es muy peculiar en el centro de educación especial Jean Piaget de Zaragoza. Más en este verano atípico postcovid. Cerca de las dos entradas a las instalaciones hay puntos verdes pintados en el suelo para que los padres mantengan entre ellos una distancia de dos metros cuando traen y recogen a sus hijos. A partir de aquí, como en otras colonias y campus, las medidas de higiene se extreman.

"El miedo es libre, pero el que está en una institución pública tiene que dar servicio. Nunca nos hemos planteado no abrir, aunque todas las posturas son respetables", asegura el director, Jesús Fredes, consciente de la controversia que suscita este tema.

Además, el modelo de aula y el tipo de trabajo que llevan a cabo, que continuará en agosto con el programa Zaragalla del Ayuntamiento, les sirve para "testar" cómo puede ser el próximo curso. Fredes se pone en el peor escenario y explica que si hay que volver a un confinamiento planteará a la DGA poder prestar una atención domiciliaria para que los chicos no se resientan de la falta de terapias.

Cristian, uno de los 40 chavales (la mitad que otros años) que participa, se encarga cada mañana en uno de los accesos de fumigar las suelas de los zapatos a todos sus compañeros y monitores, les mide la temperatura y les recuerda el gel hidroalcohólico. Lleva con normalidad la mascarilla, como los monitores y el personal, pero aquí su uso no se puede generalizar. "Hay chicos que la soportan, otros se la quitan y algunos ni siquiera nos planteamos que la lleven", explica Pablo Tainta, coordinador del programa.

Ni piscina ni transporte

En el interior, los grupos de entre 5 y 7 chavales, cada uno con tres monitores, ocupan su sala y se convierten en un ‘equipo’ estable de convivencia en el que son libres para interactuar entre ellos. Salen a su parcela de zona verde en el rato de recreo, a almorzar e incluso a comer (el caterin les llega en un carro para cada clase). Tienen suerte porque todas las estancias en las que están, menos una, cuentan con acceso directo al exterior. "Nos preocupaba que no respetaran los límites, pero se han adaptado muy bien", dice Tainta.

El coronavirus ha obligado a sacrificar el transporte y la piscina, donde hacían terapias. Reciben tres o cuatro sesiones semanales de fisioterapia. La decoración y muchos materiales se han retirado de pasillos y estancias, además de casi todas las telas. Otros años los chavales con distintas patologías convivían más, pero ahora se han tenido que agrupar, como los que tienen más problemas motóricos, para poder atenderlos mejor. Las actividades "lo más normalizadas posible", cuenta Tainta, se enfocan a los hábitos de convivencia y la rutina diaria.

Los alumnos del colegio han llenado las plazas y alguno viene desde Paniza. Este pasado viernes una de las sensaciones de la jornada eran las casitas de madera para pájaros que habían construido en un taller y colgado en un árbol del jardín.

Ayuntamientos que también impulsan el Abierto por Vacaciones

Algunos ayuntamientos también se han lanzado este año a organizar el programa Abierto por Vacaciones en las propias instalaciones escolares en poblaciones en las que los colegios han decidido no solicitarlo. Es el caso de María de Huerva y Villamayor de Gállego, que han tenido que pedir permiso a Educación para utilizar el patio, los gimnasios y varios espacios de los centros educativos, asumiendo los consistorios la responsabilidad en el caso de que se produzca algún contagio.

"Las familias nos trasladaron la necesidad de contar con un servicio que les permitiera conciliar y, aunque no ha sido sencillo, creemos que en estos momentos hay que favorecer que los vecinos puedan trabajar y atender a sus hijos", explica Olga Martín, concejala de María.

El consistorio impulsa estas colonias en los dos colegios públicos, el Val de Atalaya y el San Roque, desde el próximo lunes y hasta finales de agosto, con madrugadores y comedor, que llevarán a cabo dos empresas especializadas. "Esperamos que tengan una buena aceptación, estamos pendientes de la inscripción final", dice Martín. La ratio exigida por educación de 15 niños por monitor la han rebajado a 12. El coste semanal sin comedor oscila entre los 45 y 49 euros.

Mientras, en Villamayor ya hay 23 niños que acuden a la colonia promovida por el Ayuntamiento en el colegio Mariano Castillo durante este julio, que no presta servicio de comedor y que es gratuita. Nuria Martínez, técnico cultural, comenta que solo utilizan el recreo y el gimnasio del centro y los monitores (tres y un cuarto en prácticas) son personal propio del Consistorio.

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