Transición del carbón

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La central térmica de Andorra.
Javier Escriche / Europa Press

Andorra no quiere convertirse en un cementerio del carbón y sus trabajadores tampoco desean revivir el entierro de las minas en Asturias, que acabó en 2018 y supuso una pérdida del 20 por ciento de la población. El adelanto en la aplicación de la Ley del Cambio Climático ha cerrado la térmica de Andorra –abierta hace 40 años– sin que aún hayan llegado las medidas previstas para una transición justa de la descarbonización que asuma el coste social.

El proyecto del parque fotovoltaico previsto por Endesa como alternativa al cierre no es suficiente para asumir todo el empleo verde necesario en la zona de Andorra, una iniciativa que la Unión Europea defiende como una de las posibilidades al definitivo final del carbón.

Hace un mes, con motivo del día del Medio Ambiente, el catedrático de Derecho Administrativo Javier Sanz relató en una entrevista con HERALDO que la transición del carbón debe ser «justa y dinámica» para no repetir la experiencia de Asturias. De hecho, anunció que «la crisis sanitaria de la covid va a ser un ensayo para la crisis ambiental» y que la necesaria ley del Cambio Climático llega en un momento coincidente con la crisis económica generada por el virus y no fomentará los deseados empleos verdes en el sector renovable. «Van a llegar muchos recursos (europeos) para otros fines sociales, con prioridades como el ingreso mínimo vital. Son más urgentes», reconoció Sanz.

Como respuesta inmediata se propuso convertir la zona en un laboratorio de coches eléctricos y crear 300 empleos, pero este innovador proyecto se detuvo. El carbón no tiene esa transición.

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