Por
  • Esperanza Pamplona

Una estrategia feroz

Una mujer protegida con mascarilla monta en una bicicleta.
Una mujer protegida con mascarilla monta en una bicicleta.
Eduardo Parra / Europa Press

Poco a poco vamos descubriendo en qué consistía la nueva normalidad. La principal premisa de este tiempo es que tenemos que vivir con la espada de Damocles del covid-19 sobre nuestras cabezas. La amenaza está ahí, más o menos tangible pero persiste. El problema es que la gente no se vuelve verde cuando se contagia, ni se desploma por la calle, ni se convierte en zombi. A veces ni ellos saben que están contagiados. Tanto secretismo en el enemigo nos desconcierta, y a veces hasta olvidamos que sigue ahí.

Pero la suya es una estrategia feroz. Basta caminar por las calles para apreciar las heridas. Ausencias que vamos descubriendo, comercios que han desaparecido, bares que ya no han vuelto a levantar la persiana, hoteles que dieron un paso al frente y ahora tiemblan por unos rebrotes que quedan lejos en la geografía pero muy cerca en el imaginario colectivo, teatros y cines cerrados...

Los debates científicos tampoco ayudan. Llueven las noticias de pruebas con vacunas, de fármacos prometedores, de hallazgos sobre el comportamiento de este coronavirus… pero nada tranquilizador, nada definitivo. Y aún así… Siempre hay alguna excepción: un abrazo furtivo, una proximidad por educación, dos besos de improviso, mascarillas que se acumulan en el coche y en los bolsos sin saber cuántos usos acumulan….

Quizá en el fondo lo que hay es cierta resignación. La sospecha de que este solo ha sido el primer asalto de una guerra larga, y mientras el enemigo se rearma…

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión