servicios sociales

"Lo que para cualquiera es un resfriado, para los gitanos es una pulmonía"

La crisis del coronavirus ha provocado que la ayuda alimentaria que reparte la Asociación de Promoción Gitana de Zaragoza se dispare un 30%: en tres meses, se han apuntado más de 1.000 personas más.

El local de APG Zaragoza en el barrio Jesús ha disparado su actividad durante esta crisis.
El local de APG Zaragoza en el barrio Jesús ha disparado su actividad durante esta crisis.
Guillermo Mestre

“Lo que para el conjunto de la población ha sido un resfriado, para los gitanos es una pulmonía”. Noé Bautista, portavoz de la Asociación de Promoción Gitana (APG) de Zaragoza, ejemplifica con esta metáfora la “situación devastadora” que está sufriendo este colectivo tras el paso de la pandemia del coronavirus. Durante los tres últimos meses ha aumentado un 30% el número de familias de esta etnia que tienen que recurrir a la ayuda alimentaria.

El colectivo gitano se plantó ante la crisis sanitaria y económica en una situación de vulnerabilidad que ya era avanzada. Los datos nacionales hablan de que en torno al 80% de los gitanos sufre exclusión social y que el 46% atraviesa una situación de pobreza severa. Nueve de cada diez niños gitanos sufren pobreza infantil.

En Zaragoza, la situación para ellos no era diferente allá por el mes de febrero. El rastro es la fuente de ingresos para muchos, y durante los últimos años la caída de ingresos de los puestos ha sido imparable: “Ahora la venta ambulante es un negocio de subsistencia, cuando antes era un trabajo real, con el que se podía tener una vida normalizada”, dice José Luis Rodríguez, secretario de APG.

Después de tres meses sin ingresos, las circunstancias para muchas familias son “muy precarias”. Desde que empezó la crisis sanitaria, la ayuda alimentaria que procura la asociación a través del Banco de Alimentos ha incorporado a 1.026 nuevos beneficiarios. Ya son, en total, 6.131 personas las que reciben algún tipo de lote de comida.

“Sus trabajos se han visto paralizados por completo, no han sido acogidos por los ERTE y se han visto empujados a recibir esta ayuda alimentaria”, señala Agustín López, voluntario del Banco de Alimentos que trabaja con la asociación. El trabajo de reparto de alimentos que se hace tiene su corazón en el barrio Jesús, donde se acumulan los productos en una nave. “No son solo para gitanos, hay gente del barrio que se ha acercado y a la que también hemos ayudado”, señala Noé Bautista. En total, los lotes llegan a 6.131 personas, lo que convierte a APG en uno de los grupos de reparto más grandes de toda la ciudad.

Todos los años se reparten a los gitanos de Zaragoza 300.000 kilos de comida, pero en los tres últimos meses se han distribuido 100.000.

La comida llega por tres vías: el Fondo Español de Garantía Agraria (que los nutre de productos verduras y hortalizas frescas procedentes de excedentes de producción agrícolas), el Fondo Europeo de Ayuda a los Desfavorecidos y el Banco Seco del Banco de Alimentos, nutrido gracias a las donaciones de empresas y particulares. En total, todos los años se reparten a la población gitana de Zaragoza unos 300.000 kilos de comida, pero solo en los tres últimos meses se han distribuido 100.000.

Agustín López, del Banco de Alimentos, destaca el “momento histórico de solidaridad” que vive la sociedad, pero pide “que se mantenga” porque “lo que viene en los próximos meses va a ser muy crudo”. En los cuatro años que lleva este servicio en marcha para la comunidad gitana, nunca se había vivido una situación de necesidad de alimento como esta.

“Para muchos los tres meses de confinamiento ha supuesto estar tres meses en el hogar con pérdidas del cien por cien y sin ningún tipo de ingreso”, alerta Noé Bautista. Por eso, reclaman a las administraciones que no permitan “que nadie se quede atrás” en esta crisis. “Por desgracia, los gitanos siempre somos los que nos quedamos descolgados”, lamenta Bautista.

Una de las peticiones más concretas que realizan es que el rastro recupere algo de normalidad. Actualmente, los días de venta ambulante en el parquin de La Almozara solo pueden acudir la mitad de los puestos, por lo que los ingresos disminuyen considerablemente con respecto a la situación anterior. “Las medidas de seguridad que se están poniendo son mucho más fuertes que en otros lugares”, critican desde la APG.

Esta circunstancia se une a un punto de partida ya duro para los vendedores, por la saturación de zonas comerciales, la venta por internet y el cambio de ubicación al extrarradio de la ciudad, que causó unas pérdidas considerables. “El mercadillo es importantísimo, porque la venta ambulante es la vía de ingresos fundamental para muchas personas de la población gitana de Zaragoza”, rasalta Bautista.

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