aragón es extraordinario

Pues sí, Aragón pide su redescubrimiento

El avance en la desescalada del estado de alarma y la incertidumbre acerca de la movilidad en el extranjero hace que muchos aragoneses se planteen vacaciones locales.

Pasarelas de Valloré, en Montoro de Mezquita, Teruel
Pasarelas de Valloré, en Montoro de Mezquita (Teruel)
Laura Uranga

Cuando HERALDO comenzó la serie de reportajes unidos por el paraguas conceptual ‘Aragón es Extraordinario’, a principios de 2020, la intención era bucear en el concepto de lo extraordinario y asociarlo a realidades de la tierra, ya fuesen paisajes, iniciativas, personas o circunstancias. Esta idea, como casi todas las ideas que estaban en marcha allá por la segunda semana del pasado mes de marzo, se vio obligada a un cambio de rumbo, que ha durado once semanas; es el tiempo que lleva España en estado de alarma por la pandemia de la covid-19. Ya no tenía sentido animar a los aragoneses a recorrer su tierra cuando era materialmente imposible.

Desde hace tres semanas, la movilidad está permitida por la provincia de residencia; los establecimientos hosteleros han ido abriendo con cuentagotas, debido a las restricciones derivadas del plan de desescalada y sus fases. Si Aragón pasa a la fase 3 el próximo lunes 8 de junio, es muy probable que se restaure la movilidad por todo el territorio de esta Comunidad para sus residentes habituales. Por ello, y aun manteniendo todas las precauciones que sugieren las autoridades sanitarias (y el sentido común) es momento de recordar las opciones turísticas locales y reforzar una idea que, a tenor de lo inciertos que se antojan los próximos meses en el plano socioeconómico, puede marcar el ocio de muchos aragoneses: descubrir (o redescubrir) su tierra.

Será un verano atípico, con la mayoría de las fiestas patronales suspendidas. Al mismo tiempo, se ha apreciado ya un repunte del interés por los alojamientos rurales de corta y larga duración, así como de una alternativa en boga; las caravanas, vehículos para los que muchos pueblos aragoneses han habilitado espacios equipados con los servicios básicos en las afueras de sus cascos urbanos.

Un juego de pistas

Y sí, es bonito improvisar planes, seguir impulsos e ir donde nos lleve el viento (sobre todo uno que baja del Moncayo) pero también conviene tener referencias del qué, cuándo, cómo y por qué, todo desde la subjetividad más objetiva y apelando a los criterios universales de belleza, singularidad y disfrute. Desde la cumbre del Aneto en la altísima Ribagorza a los estrechos de Ebrón, mordiendo el valenciano Rincón de Ademuz, hay 440 kilómetros de afinadísimo recorrido por Aragón, un ‘punta a cabo’ en toda la regla; menos kilómetros (360) pero similar andada hay entre la bella Ansó, junto a la línea que separa los Pirineos para Navarra y Aragón, hasta Albentosa, en el sureste turolense, lindante con Valencia. También se puede sellar el pasaporte aragonés de ‘Los pueblos más bonitos de España’, con siete paradas turolenses, cuatro oscenses y dos zaragozanas.

Aragón, tierra diversa, insiste en proteger y potenciar sus atractivos tradicionales y, al mismo tiempo, dejar espacio a las novedades; cada vez es más habitual el turismo ecológico, idóneo para la actual contingencia por tener la distancia social como algo connatural, y el deportivo ha ganado igualmente en variedad y oferta. Tiempo perfecto, pues, para una frase en boca de muchos que no siempre suena justa, y que ahora viene que ni pintada: ¡Qué buscas en la otra punta del mundo, si no conoces tu tierra!     

Reportaje de la serie 'Aragón es extraordinario'.

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