carta de recuerdo

"Papá, sé que estás conmigo, que no vas a dejar sola a tu chiquilla"

HERALDO publica doce cartas manuscritas de otros tantos aragoneses que perdieron a sus seres queridos o que han trabajado de forma directa con aquellos que nos dejaron para siempre. La hija de Eloy Pérez Aguarón, limpiador del hospital Miguel Servet fallecido con coronavirus, escribe una carta de recuerdo a su padre.

Carta manuscrita por Rosa Pilar Pérez Zarzoso a su padre.
Carta manuscrita por Rosa Pilar Pérez Zarzoso a su padre.
Heraldo

Hola papá. 

Te digo hola porque me niego a decirte adiós. Tuviste la mala suerte de no presentar los síntomas comunes que este maldito virus provocaba. Estuviste en casa, atendido por una de las personas que más te ha querido en esta vida, tu esposa, mi madre; mujer incansable y luchadora que seguía a rajatabla las pautas telefónicas de los médicos. Ella también se infectó, pero ha conseguido superarlo. Conseguimos, por fin, que te trasladasen al hospital. Estuviste luchando durante 26 largos días.

Esperaba la llamada diaria de la UCI, con la esperanza de que ese día comenzases a mejorar. El 27 de abril te marchaste para no volver. No te pude dar la mano, no te pude dar un último beso… Sé que estás conmigo, no vas a dejar sola a tu chiquilla. Han sido miles las llamadas recibidas, amigos, vecinos, familiares, compañeros de trabajo; a los que agradezco su apoyo, sus halagos hacia ti. Te describían a la perfección. 

Tuvieron la suerte de conocerte y sabían cómo eras. Me decían que eras una de las mejores personas que habían conocido nunca, trabajador, luchador, que nos adorabas a la mamá y a mí, y sobre todo, a tus nietos. Nietos que se han quedado sin su abuelo, al que querían con locura, con el que jugaban, con el que se reían, con el que tenían miradas de complicidad. Nunca te olvidarán, porque abuelos como tú dejan huella.

Los días posteriores a tu partida, hubo cosas que no te hubiesen gustado mucho. Algunos políticos pusieron tu nombre en sus redes sociales, te nombraron en la Cortes y otros fueron a hacerse la foto a tus homenajes. Y me pregunto papá, ¿esa gente sabía quién eras? Ya sé que no. Qué pena, que utilicen la muerte de una persona y el dolor ajeno para hacer política, para colgarse la medallita. 

Menos mal que este país lo mueven otros y no quien nos dirige. Lo mueven los médicos que te hicieron miles de pruebas para encontrar algo que hiciera que tu cuerpo reaccionase; las enfermeras que le dieron abrazos y palabras de cariño a mamá, mientras yo no podía estar con ella.

Todo esto pasará y haremos la despedida que merecías. Hasta que eso llegue, tus compañeros te homenajearon a las puertas del Servet; tu pueblo, al que llevabas en el corazón, decretó tres días de luto por tu pérdida. Gracias. 

Qué injusto. Solo faltaban tres meses para prejubilarte. Era momento de cumplir todos esos planes, no de marcharte. Solo espero que te marcharas en paz, que sintieses mis palabras en la distancia y que estés donde estés nos ayudes a seguir.

Hasta pronto papá, algún día nos volveremos a ver. Te quiero.

>> LEE EL RESTO DE CARTAS EN EL ESPECIAL DE HERALDO.

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