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¿Se acabaron los besos en el cine?

Sin niños, ni personas mayores ni tampoco figuración y siempre en espacios cerrados ¿Cómo ha afectado el coronavirus a los rodajes de cine?

Beso final de la película Thor: El mundo oscuro
Beso final de la película Thor: El mundo oscuro

El próximo lunes, 11 de mayo, con el inicio de la denominada fase 1 des desconfinamiento, son varios los sectores que reanudarán su actividad, entre ellos el audiovisual y con él los rodajes de cine. Sin embargo, lo harán con restricciones. Sin escenas de amor, ni niños ni personas mayores, sin figuración y limitando los rodajes a espacios privados y platós garantizando su higienización y desinfección diaria. Una actividad que estará supeditada a la regulación que haga cada Comunidad Autónoma.

Con el inicio de la crisis sanitaria se calcula que se han detenido más de 300 rodajes en nuestro país, sin embargo no todos podrán volver a ponerse en marcha ni lo harán en condiciones, ni mucho menos, parecidas.

Con la llegada de la pandemia el sector no tardaba en publicar protocolos –como el realizado por la Spain Film Commission o la Fundación Secuoya-, sin embargo, se hace necesario unificar criterios que tengan en cuenta la compleja realidad de esta industria en todo el territorio español y, sobre todo, que sean realistas “para que puedan ser aplicables a todos los rodajes y no solo a los que manejan presupuestos más altos. Así lo explica Gaizka Urresti, presidente de la Asociación de Productores Independientes Audiovisuales de Aragón (Aproar) e integrante de la Mesa Territorial de Productores Audiovisuales (MAPA), que recuerda que estos protocolos suponen un considerable encarecimiento de estos proyectos.

Gaizka Urresti en el escenario del Principal, "el lugar de las historias".
Gaizka Urresti en el escenario del Principal, en una imagen de archivo
Toni Galán

“No solo hablamos de equipos de protección sino de la necesidad de un mayor número de vehículos para desplazar a los equipos en condiciones de seguridad –es decir, limitando el número de pasajeros-, garantizar la desinfección de los espacios y materiales, el alquiler de platós de mayor tamaño, etc.”, añade el productor. Otro de los puntos que mantiene en vilo al sector guarda relación con la obligación de realizar PCR a los equipos.

En este punto, el protocolo de Secuoya recomienda realizar un test serológico a todas las personas que vayan a participar en el rodaje siete días antes de su inicio y una prueba PCR a dos días de rodar a todas aquellas personas que no están inmunizadas. Por su parte, la Spain Film Commission establece que en la medida que las autoridades sanitarias lo recomienden “será aconsejable que todas las personas que vayan a trabajar presencialmente en el lugar de rodaje hayan realizado en los quince días previos a su incorporación un test serológico o prueba médica acreditada que certifique que ni padecen ni pueden contagiar la enfermedad del COVID-19”.

Se trata de serie de cuestiones que todavía están en el aire mientras se sigue trabajando en un protocolo único homologado por el Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA).

Por su parte, desde el sector audiovisual aragonés se trabaja en un manual de buenas prácticas con Aragón TV que podría ver la luz durante los próximos días. “Aragón no se encuentra al nivel de producción de otras comunidades, aquí no se rueda tanta ficción y trabajamos con equipos y presupuestos más reducidos”, asegura Urresti. Por lo que se hace necesario un protocolo que se pueda cumplir en todos estos casos. “Un cortometraje no puede permitirse la mayoría de las cosas que vienen contempladas en los protocolos ahora mismo. Tenemos que trabajar pensando en muchos tipos de industria”, apunta.

Pero, ¿qué piensa de todo esto la parte más expuesta de la profesión? El colectivo de intérpretes permanece a la espera de medidas de seguridad que garanticen el desarrollo de su trabajo, también en el ámbito de las artes escénicas. Por eso, mientras se trabaja en la adaptación de guiones y tramas para reducir el contacto físico de los personajes –ni escenas de sexo, ni abrazos, ni besos por ahora-, se habla de promover los castings grabados y llevar a cabo los ensayos con equipos de protección.

En contacto con el personal del equipo técnico, con diferentes piezas de attrezzo, así como elementos de vestuario y maquillaje, con otros intérpretes ante la cámara o sobre el escenario… Se trata, como explica Ana Pavía, Secretaria General del Sindicato de Actores y Actrices de Aragón, del eslabón más débil de la profesión.

La actriz Ana Pavia
La actriz Ana Pavia
Heraldo

El eslabón más débil

Por eso, además de los requerimientos recogidos por el ministerio de Sanidad para todos los sectores, desde el sindicato exigen que se tenga en cuenta su mayor grado de exposición en estos momentos tan complicados. “Exigimos que se unifiquen criterios que puedan adaptarse a todos los proyectos, no solo a quienes puedan pagarlo, y que estén en consonancia con lo que se está haciendo en cualquier otra empresa”, asevera la interprete que recuerda que los actores y las actrices son, sin duda, “los más expuestos de la profesión”.

Además, la actriz zaragozana hace una mención al sector de las artes escénicas donde, asegura, “la cosa se complica” debido a un factor añadido: el contacto directo con el público. “A un actor le da igual subirse a un escenario con tres o treinta espectadores. El trabajo va a ser el mismo pero necesitamos que se garantice nuestra protección”, señala Pavía, que opina que los test deberían ser obligatorios. “Actualmente muy pocas compañías hacen reconocimiento médico a los actores, ahora es el momento de cambiar eso y de trabajar con las mutuas”, afirma.

Otro asunto que preocupa, y mucho, al sector, es la desinfección de espacios como camerinos, salas de ensayo, etc. “Habrá que minimizar la presencia de personas en estos lugares y estandarizarlo. No podemos compartir el mismo maquillaje ni ponernos la ropa que ha llevado otra persona porque son cosas que van directas a nuestra piel”, admite. Por eso, aseguran que el Covid-19 tendría que pasar a formar parte del grupo de enfermedades profesionales en el caso de su sector. “Somos una profesión de riesgo y se nos tiene que tratar como tal”, concluye. 

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